viernes, 28 de junio de 2013

La necesidad de creer

Mitos de la Nueva Era – parte I

Temas de este artículo: La farsa de la Nueva Era. Qué motiva a las personas a creer en teorías espirituales absurdas. ¿Funcionan realmente los rituales como la llama violeta o la protección espiritual?

La Nueva Era utiliza símbolos y enseñanzas de
las religiones ancestrales.
La Nueva Era
La Nueva Era, que nació oficialmente en 1875 con la fundación de la Sociedad Teosófica, no tiene nada de nueva. Los líderes de estos cultos manipulan a sus seguidores con técnicas psicológicas infantiles y superfluas. Lo que vemos en la llamada Nueva Era es la repetición –usando palabras más sofisticadas y actuales- de los viejos esquemas religiosos: la dependencia a un líder religioso, la creencia ciega en dogmas mentales y la repetición de rituales. Esto mismo es lo que ha hecho la religión tradicional durante milenios y no ha conducido a ninguna parte. Los que creen que la Nueva Era tiene algo de nuevo, no han visto realmente que se trata de presentar lo viejo en un empaque más novedoso y atractivo, pero aunque la mona se vista de seda, mona se queda.

La necesidad de creer
Desde la antigüedad, el ser humano ha tenido una necesidad innata de creer en algo sobrenatural. Los hombres de las cavernas desconocían cómo funcionaba el fuego o la lluvia, así que los primeros sacerdotes –los chamanes de su época- empezaron a crear explicaciones para estos fenómenos, de esa manera crearon seres mitológicos y dioses que hicieran que la vida de incertidumbre fuera más llevadera.

Esto ha pervivido en la religión moderna, pero especialmente en las sectas religiosas de la nueva era. En ellas vemos a un líder carismático que inventa toda clase de tonterías para un público sediento de explicaciones a los fenómenos de la vida. Yo fui un seguidor de estos grupos desde que tenía 13 años, y fue aterrador para mí ver que casi todo en lo que creía nunca lo había comprobado y nunca lo comprobaría. Por ejemplo, no podría comprobar nunca el color de mis chacras, la existencia de vida en Venus, la veracidad de las vidas pasadas reveladas por los videntes, o la existencia de la antigua Lemuria, etc. En pocas palabras mi creencia se basaba en la fe ciega, en aceptar algo únicamente porque alguien más –a quien consideraba una autoridad- lo decía. En el fondo de este hay una necesidad imperiosa creer en algo.

Muchos objetarán que sí han visto el color de sus chacras o han sentido –incluso observado- la presencia de los seres espirituales de los que se habla. Pues bien, las experiencias espirituales se presentan en todas las iglesias y sectas religiosas. Católicos, protestantes, Testigos de Jehová, hindúes, etc. aseguran haber visto, sentido –incluso tocado- aquello que es predicado por sus líderes religiosas. Este fenómeno de la mente se llama condicionamiento, una mente que ha sido programada y condicionada, puede crear su propio realidad por medio de la sugestión y la auto hipnosis. No estoy diciendo que todas las experiencias espirituales sean falsas, pero si vamos a ser serios en esto, debemos tener en cuenta el factor “mente” y su poderosa influencia. La mente ve lo que quiere ver, y esto es un fenómeno innegable para los investigadores serios.

Otro punto que objetaran los creyentes, es el cambio que han experimentado en sus vidas por medio de la práctica de la religión. Pues bien, he visto a cristianos y Testigos de Jehová demostrar también cambios tangibles en la forma de ver la vida y en su comportamiento. El cambio es algo que siempre se da, a medida que se aceptan ciertas reglas y normas de comportamiento a las cuales la persona se termina amoldando: algunas veces por devoción y otras por miedo a un castigo. De cualquier forma, muchas veces estos cambios en el comportamiento son simple represión. Sin embargo, es importante reconocer que algunas experiencias místicas pueden hacer que las personas hagan un cambio radical en sus vidas por medio de un “insight”, es decir, una revelación interna de una verdad.

Invocaciones de protección
Una de las razones por la que uno cree en un sistema de creencias es porque sus rituales funcionan en la vida de uno, o al menos eso es lo que pensamos. La secta a la que pertenecía manejaba rituales para todo, pero eran especialmente conocidos los que ofrecían protección, liberación y transmutación.

Los rituales de protección se basaban en la invocación del Arcángel Miguel. Bien, el punto es que yo nunca fallaba en mis oraciones diarias de protección. ¿De qué me protegía? De posibles accidentes y de ciertos espíritus inmundos que “acechaban a los hijos de Dios para desviarlos del camino”. Practicando estas oraciones tuve algunos accidentes durante esos años, uno de ellos fue grave y sucedió después de hacer un rosario completo de protección. Por otro lado yo sentía que los espíritus inmundos (o lo que creía que eran esos espíritus) me acechaban a veces e incluso se aparecían en sueños, cosa que le sucedía a la mayoría de los seguidores de la secta.

Pues bien, en algún punto hace casi dos años comprendí que el Arcángel Miguel estaba dentro de mí, que era mi propio Ser y dejé de invocarlo al entender el Él y yo éramos Uno. La invocación a un ser espiritual externo a uno es necesaria cuando nos sentimos separados de Dios, pero al descubrir que nuestro Ser es Dios, la necesidad de invocar a estos seres cesa de forma natural. ¿Qué ha pasado desde entonces? En ese tiempo no he tenido un solo accidente, ni siquiera leve. No digo que esté exento de accidentes, pero hace más de un año hubiera temido salir a la calle sin hacer las invocaciones de protección creyendo que algo malo sucedería, por lo tanto, había creado una dependencia al ritual.

En algún momento también entendí que los espíritus inmundos eran la proyección de mis propios deseos inconscientes reprimidos, por lo tanto dejé de temerles.  Desde entonces jamás ningún espíritu inmundo, o algo que se le parezca, ha perturbado mi paz o ha aparecido en sueños. Es muy posible que invocar a un ser espiritual por miedo a que pueda pasar algo malo, sea la fórmula perfecta para atraer cosas malas a tu vida. Una cosa fundamental que descubrí es que los fantasmas o espíritus malignos solamente pueden asustarte si crees en ellos. ¿No es eso sospechoso?

¿Alguna vez has pensado en los millones de personas que nunca invocan protección y no les sucede nada? Lo que hace la religión es crearnos una necesidad basada en una mentira, un miedo implantado en el cerebro, y luego te dan la cura, te dan el ritual para que te protejas de algo que no existe.

En el caso de los accidentes, estos son creados por nosotros mismos. Un accidente es un mensaje de nuestro inconsciente que nos dice que algo anda mal dentro de nosotros, es el Universo hablándonos en la cara y diciéndonos que debemos hacer un cambio en nuestras vidas. Ya sea que oremos o no, si no cambiamos lo que tenemos que cambiar, el accidente llegará de todas maneras. Así que una forma efectiva de “protegernos” es miran dentro de nosotros, auto observarnos y descubrir qué es aquello que está haciendo que nuestra vida funcione mal.

Llama Violeta

Las sectas y religiones son expertas en sembrar culpa y miedo en las mentes de sus seguidores, por medio de eso te pueden controlar fácilmente. El peso de la culpa se siente como el peso del “karma” sobre tus hombros. La solución perfecta es la Llama Violeta, mientras más horas hagas, más karma saldarás. ¿Cómo funciona esto? El peso de la culpa afecta tu mente y tus emociones, pero en últimas, la culpa es un pensamiento en tu cerebro. La Llama Violeta, al igual que la confesión del católico, lo que hace es producir alivio psicológico, ya que crees que el ritual o la confesión te han liberado del karma o del pecado. Es decir, lo que se hace es cambiar un pensamiento de culpa por un pensamiento positivo de alivio.

miércoles, 26 de junio de 2013

El silencio habla mejor de Dios

Ramakrishna
“Un hombre tenía dos hijos a quienes mandó a un preceptor para que aprendieran el Conocimiento de Brahman[1]. Después de unos años volvieron de casa del preceptor y se postraron ante su padre. Queriendo medir la profundidad de su Conocimiento de Brahman, preguntó al mayor de los dos: ‘Hijo mío —dijo—, has estudiado todas las escrituras. Ahora dime, ¿cuál es la naturaleza de Brahman?’ El muchacho comenzó a explicar a Brahman recitando varios textos de los Vedas. El padre no dijo nada.
Luego hizo la misma pregunta al segundo de sus hijos. Pero el muchacho permaneció silencioso, los ojos bajos. Ninguna palabra pronunciaron sus labios. El padre, complacido, le dijo: ‘Hijo mío, tú has comprendido un poquito de Brahman. Lo que Ello es no puede ser expresado con palabras.’

El Evangelio de Ramakrishna, tomo I



[1] En la India, Brahman es el nombre con el que se designa al Dios Absoluto e impersonal. Según el Vedanta, Brahman es nuestra verdadera naturaleza, nuestra esencia pura.

lunes, 24 de junio de 2013

Matar al Buda, matar al Dharma - Parte IV





Con esta entrega llegamos a la parte final de “Matar al Buda, matar al Dharma”, el cual nos impulsa a liberarnos de toda dependencia hacía algo que no sea nuestro Ser. Una frase budista dice: “Buscar a Buda es como buscar un buey montado en un buey”, la enseñanza es clara, somos Buda, ¡pero no lo hemos podido ver por andarlo buscando afuera!

El maestro externo es necesario, pero hay que discernir que se trate de un maestro despierto. Porque si es un maestro dormido hará que duermas con él, hará que te conviertas en seguidor de su doctrina, hará que idolatres su personalidad humana, pero no te dará alas para Ser el Ser;  él querrá que continúes para siempre como prisionero de su sistema de creencias, sin embargo, te hará creer que eso es la libertad.  ¿Qué más podrías esperar de un maestro dormido? Pero lo peor de los maestros dormidos es que creen que están despiertos, y para ratificarlo, se otorgan a sí mismo títulos de “maestros” poderosos y le otorgan títulos a sus seguidores más serviles, aquellos que nunca cuestionan sus tontas enseñanzas. Pero tarde o temprano, ellos serán aplastados por el peso de su propia mentira y se cumplirá la palabra: “Porque cualquiera que se ensalza, será humillado; y el que se humilla, será ensalzado.” (Lucas 14: 11)


“¡Este ciego calvo sin ojos, no tiene esperanza! Se concentra en la ropa que llevo puesta, fijándose en si es azul, amarilla, roja o blanca. Si me quito la ropa y penetro en un entorno claro y puro, el estudiante mira y se llena de dicha y anhelo. Si también lo tiro, el estudiante enturbia su mente, agitándose de un modo distraído y confuso, exclamando que ahora estoy desnudo. Entonces me vuelvo hacia él y le digo: ¿Conoces a la persona que lleva mi ropa? – De repente se vuelve, y por fin me conoce.-p.96

Y ahora me miráis a mí, y a pesar de mis rudas palabras, y de mis palos y gritos que no comprendéis, intentáis también incluirme en vuestro altar particular, pues necesitáis un altar para vuestros pequeños dioses e ídolos. Intentáis clasificarme entre las escuelas de Budismo o de Zen, y comentáis lo bien que se explica el maestro, y me ponéis nota, como si eligierais para mí el traje dorado, plateado o ambarino. Y os quedáis tranquilos si comprendéis que este es “zen de la escuela de Lin Chi”. Y es normal que sea abrupto, pensáis, (pero, añadís, no creéis que quiera realmente decir lo que digo, sino algo más profundo y escondido. Habla en metáforas concluís, y así me domesticáis). O en su lugar me ponéis de filósofo u orador, y os comparáis conmigo, y preparáis vuestras particulares obras de teatro. Aunque os he dicho con total claridad que matéis a los ídolos que lleváis dentro, de nuevo los construís una y otra vez.

Si logro con alguna de mis frases, con alguna cita elegante de un sabio, tocar vuestro corazón, y enternecer vuestra mente, a continuación colocáis esta cita, esa frase, que rápidamente anotáis, entre vuestros mejores tesoros, y sonreís con arrobamiento ante mi ocurrencia.

Pero si me presento desnudo y os enseño directamente la realidad, golpeándoos con mi caña de bambú, os volvéis ofendidos y confundidos, preguntando qué habéis hecho para ser tratados así, y pensáis que tenéis fortuna si lográis alejaros de un loco como yo. Pero si os quedáis, entonces quizás llegue el momento en que reconozcáis quién está aquí, quién está ahí y quién está allí, y abriréis los ojos

Si tomas el hábito que la persona lleva como la verdadera identidad, ...solo serás experto en hábitos y estarás siempre dando vueltas al triple mundo...es mejor encontrarse con alguien sin reconocerlo, hablar con él sin saber su nombre... el problema es que te apegas a las palabras.” -p. 96 - existe una pandilla de seguidores...que juegan al juego de pasarse palabras, malgastando su vida en el empeño -p.97

Puesto que os quedáis en el hábito, en las formas, en el juego de teatro, jugaréis solo a eso, a hacer teatro. Y el teatro que jugáis, el juego cotidiano en que andáis dormidos, es el mundo de la codicia, el mundo de la aversión y el mundo de la confusión. Y os apegáis a las cosas y a los seres desde la identificación. Nombrando a los seres, los queréis o los odiáis. Identificándoos con ellos los manipuláis y controláis. O llamándolos diferentes los rechazáis, los odiáis y lucháis contra ellos, considerando que ellos son los malos y vosotros los buenos. Todo esto hacéis desde la identificación, desde la calificación, desde la división entre buenos y malos, próximos y lejanos, dioses y demonios.

Por eso el Maestro dice que es mejor no conocer, no saber el nombre. Dirigirse al otro como al uno, sin nombres sin identificaciones y sin calificaciones. ¿Quién es el que es capaz de hacer eso? Pasarse palabras es adueñarse de nombres como si fueran verdades absolutas, de ideas y conceptos como si permitieran controlar la vida. En esa tarea de defender vuestra verdad particular, de mantener vuestra identidad a un grupo escogido, y de alejar a quien consideráis diferente, pasáis la vida, y gastáis vuestra energía. Tarea necia y absurda, pues solo conseguís encerraros aún más en vuestra cárcel de hielo. Vivís en ella la ficción de representar algo importante, crearos y atribuiros roles. Os decís ahora: soy padre, y ahora hijo, y ahora gobernante y ahora santo. Y conforme a vuestros roles dais aspavientos e inventáis como es correcto vestir, comer y comportarse. Obligáis a los demás a hacer las cosas como está mandado, y resolvéis la vida encerrándola en reglas convenientes. Este teatro de la vida está lleno de reglas y comportamientos:

Las seis reglas y las diez mil prácticas son solo adornos de la secta, las trampas del budismo - p.105

Y porque creéis que cumplís todas las reglas y todos los mandamientos caéis en la trampa de pensar que sois los perfectos y los elegidos. Y creéis esto a diferencia de quien no lo hace, que es sospechoso de decadencia y de comportamiento inmoral. Aceptáis la autoridad indiscutida de esos ancianos vestidos de altos ropajes, pensando que siguiéndoles sin discutir quizás algún día seréis como ellos, como el vehículo de salvación suficiente.

Creyentes, no utilicéis vuestra mente de un modo erróneo, sed como el mar, que rechaza los cuerpos de los muertos. Mientras sigáis cargando con estos cuerpos muertos y corráis por el mundo con ellos a cuestas, lo único que haréis es obstaculizar vuestra propia visión y crear obstáculos a vuestra mente. Sin nubes que oculten el sol, la bella luz del cielo brilla por doquier. Cuando ninguna enfermedad aflige el ojo, éste no ve flores fantasmas en el cielo vacío - p.115

Es fuerte esa imagen de cargar con el cuerpo de los muertos. El mar, el océano es el ser que realmente sois, que siempre habéis sido y que seréis. Los muertos son los personajes a los que os aferráis, las pertenencias que insistís en meter en vuestro ataúd. Los cuerpos muertos son también las ideas y palabras que imagináis vuestras creencias irrenunciables, toda esa brea que lleváis pegada en la piel. Todo ello os hace arrastraros y no moveros de ola en ola, abandonando a cada instante lo que sobra. Sin embargo, en realidad no sois así, sois el mar, sois el cielo vacío que está inundado de luz en la mañana, pero tenéis que quitaros de encima el cadáver que lleváis a cuestas para verlo.


Por ello os lo ruego, soltad esos cuerpos muertos. Matasteis al Buda en vuestra conciencia, matasteis las enseñanzas de los antiguos que cerraban vuestra vida con los mil dogmas y doctrinas. Las eternas verdades que os dictaban lo que era bueno y lo que era malo. Matasteis los ritos y doctrinas pequeñas, los apegos familiares, la cadena que os unía al padre y no os dejaba respirar. Es momento ahora de volar, de soltar el lastre que aun quede; quedaos vacíos y sin equipaje, desnudos y sin más muertos que alimentar. Así estaréis preparados para el amor, pues sois el amor. Siempre lo habéis sido. Ahora lo veis.
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Para ver más artículos de Pedro San José, visite el siguiente link: Espíritu y Zen.

sábado, 22 de junio de 2013

La verdad no puede ser controlada

U. G. Krishnamurti –a quien no debe confundirse con Jiddu Krishnamurti del cual hemos hablado en esta página- nunca habló en público. Nunca dio conferencias, ni impartió cursos, talleres ni seminarios. No difundió filosofía ni orientación espiritual alguna. Jamás otorgó mantras ni iniciaciones. Nunca tuvo organización, ni oficina, ni secretaria, ni número de teléfono, ni fax, ni domicilio fijo. Pernoctaba en casa de algún amigo o en pequeños y modestos apartamentos alquilados. Su mensaje se puede resumir en esta breve frase: «No tengo ningún mensaje que daros»; sin embargo, miles de personas lo buscaban frenéticamente, ávidos de estar cerca de él o de escuchar sus palabras. Constantemente desanimaba a la gente para que no fueran a verle, y a quienes llegaban hasta él, trataba educadamente de disuadirlos. Sin embargo, llegó a ser el filósofo más popular en la India. Su biografía, recientemente publicada, estuvo durante nueve meses como libro más vendido en ese país.[1]

U. G. Krishnamurti es otro Maestro del no-sendero, él rechazó con vehemencia toda manipulación de la religión para esclavizar las mentes de las personas. He aquí un aparte de una conversación suya:

"La VERDAD es un movimiento. No puede ser capturada ni contenida. No podrá Vd. nunca darle expresión, ni utilizarla para mejorar sus propios intereses. En el momento en que la captura, cesa de ser la verdad. Qué es la verdad para mí, es algo que bajo ninguna circunstancia puede serle comunicado a Vd. La certeza que hay aquí no puede ser transmitida a otro. Por esta razón todo el negocio de los gurúes es un absoluto disparate. Esto ha sido siempre así, no solo ahora. Su abnegación sólo sirve para enriquecer a los sacerdotes. Vd. se niega a sí mismo las necesidades básicas mientras su gurú viaja en Rolls Royce, come igual que un rey, y es tratado como un potentado. Él y los otros metidos en el 'santo negocio', prosperan gracias a la estupidez y credulidad de los demás. Del mismo modo, los políticos prosperan gracias a la simpleza del hombre. Es igual en todas partes."


viernes, 21 de junio de 2013

Meditar mientras caminamos

Muchas personas creen que para meditar necesitamos un sitio especial y silencioso donde podamos sentarnos en alguna posición oriental. Pues bien, la meditación consiste en estar conscientes de lo que hacemos en cada momento. Por ello, podemos usar cualquier situación de la vida cotidiana para meditar. A continuación compartiré la meditación caminando, la cual te permite vivir en Conciencia en una actividad tan cotidiana como esta.

La búsqueda de Dios es semejante a las del pez que, en medio del océano, nada en busca del agua. Dios es el todo en Todo, para experimentarlo no necesitas de rituales extraños o viajar a lugares “sagrados”, Dios es aquí y ahora y la meditación caminando te permite experimentar el Dios que eres en cada instante. La siguiente meditación proviene de la corriente Zen y resulta muy efectiva para despertar a la Conciencia. Pero antes, quiero compartirles una reflexión de Krishnamurti acerca de la meditación:

"La meditación es realmente muy sencilla. Nosotros la complicamos. Tejemos alrededor de ella una telaraña de ideas –de lo que es y de lo que no es. Por ser tan sencilla es que nos evade, porque nuestras mentes son tan complicadas e insensibles, y están deterioradas por el paso del tiempo.

Pero la meditación surge natural mientras se camina sobre la arena de la playa, o cuando se mira a través de la ventana, o mientras uno ve las colinas quemadas por el sol del reciente verano.

Si caminamos solos en medio de la montaña o en el bosque, en esa soledad sabremos lo que es la meditación. El éxtasis de la soledad surge cuando uno no tiene miedo de estar solo –cuando no se pertenece más a las cosas del mundo o se está apegado a cosa alguna. Entonces, al igual que ese amanecer que surgió esta mañana, el silencio surgirá silenciosamente, y dejará una estela dorada a su paso, la cual existía al principio, existe ahora y existirá siempre."

Krishnamurti


Como realizar la meditación caminando:


1. No propósito.
Al caminar no te enfoques en ningún propósito en particular. Disfruta simplemente el hecho de caminar. Date el permiso de disfrutar y observar intensamente si ningún juicio a cada paso que des. 

2. Desapego.
Despréndete de tus preocupaciones y ansiedades mientras caminas. Al entrar en esta dinámica de caminar conscientemente, no hay cabida para ningún otro pensamiento que no sea el de estar atento al presente. Date permiso de simplemente caminar unos cuantos minutos simplemente por el hecho de caminar.

3. Sonríe como el Buda.
Si dibujas una leve sonrisa en tu rostro tal como lo hacía el Buda mientras caminas, comenzarás a experimentar una profunda sensación de paz, serenidad y bienestar total. "Al sonreír todo tu ser se renueva y tu práctica se fortalece. No tengas miedo de sonreír."

4. Respira conscientemente.
Este es uno de los ingredientes más importantes de esta práctica. Respirar conscientemente significa estar presente en cada inhalación y en cada exhalación. Presta atención a tu respiración mientras caminas.

5. Cuenta tus pasos.
Una buena ayuda al principio es contar los pasos cuando inhales y exhales. Si en el momento de tomar aire ya llevas 4 pasos, cuenta mentalmente del 1 al 4. Si al exhalar solo llevas 3 pasos cuenta del 1 al 3 sin intentar controlar o acompasar. Simplemente conviértete en un observador de tu respiración.

6. Gathas.
También, en lugar de números puedes pronunciar palabras con el ritmo de tu respiración. Puedes seguir el ritmo por ejemplo con la palabra Aquí/Ahora. Si das cuatro pasos con la inhalación puedes decir con cada paso "aquí", "aquí", "aquí", "aquí". Y en la exhalación: "ahora", "ahora", "ahora", "ahora". Puedes utilizar cualquier palabra o frase que tenga sentido para ti. También las palabras Llegando/Casa. Siéntete libre de usar tu creatividad y usar palabras que resuenen dentro de ti.

7. Camina como un emperador.
Date el permiso de caminar con seguridad como si fueras el soberano de este planeta. Que cada paso que des sea una afirmación o un mandato real hacia la Paz y la felicidad de la tierra.

8. Pasos de flor de loto.
Visualiza que con cada paso que das en la tierra brota de ella una hermosa y radiante flor de loto o la flor de tu preferencia. Esta técnica en particular te parecerá extraña pero créeme que vale la pena intentarlo. El sentimiento de arraigo y plenitud de esta práctica está más allá de las descripciones que pueda realizar.

9. Camina cuando estés enojado.
En ocasiones cuando más necesitamos de estas herramientas es cuando más pretextos ponemos. "No estoy de humor para eso", "cuando se me pase el enfado lo haré". Sin embargo es en esos momentos en que más lo necesitamos. Es por esto que entre más practiques estas técnicas, más fácil si te hará hacer uso de ellas en el momento en que  más las necesites.

10. Aprovecha el momento. No existe el momento perfecto para caminar conscientemente. No te limites a programar "un espacio" para meditar caminando. Aunque lo ideal sería caminar por un sendero inspirador tomándonos el tiempo cada día para realizarlo, tu realidad puede ser muy diferente. Aprovecha cada momento del día para caminar conscientemente. Cuando estaciones tu coche camina hacia tu destino conscientemente. Cuando estés en la calle, de camino a la parada, en el centro comercial, simplemente recuerda sonreír y aprovecha el momento.


miércoles, 19 de junio de 2013

¿Represión o transformación?

Temas de este artículo: Por qué el uso de técnicas espirituales no conduce a un cambio real. Al adoptar principios o normas de vida solamente reprimes tu conducta. Qué es un insight y cómo producir un cambio permanente en tu vida.


Muchas personas creen que ser espiritual es seguir una serie de técnicas o normas de comportamiento. Pues bien, eso es exactamente lo que no es el Ser. Las técnicas son mecánicas y las normas de conducta nos llevan a comportarnos de forma mecánica. Siguiendo todo esto podemos llegar a ser un perfecto robot espiritual, pero definitivamente no nos llevarán al Pleno Despertar.

Algunos pueden pensar lo siguiente: “Bien, el autor de este Blog dice que las técnicas no ayudan pero el Blog enseña técnicas como la autoobservación y la respiración consciente”. Pues bien, te diré algo, esas no son técnicas. La autoobservación es la capacidad de ver y sentir lo que está sucediendo en tu mente y en tu cuerpo en el aquí y ahora. No se trata de generar pensamientos o emociones artificiales, se trata de observar lo que es, lo que estaría allí de todas maneras. Lo único diferente es que nos hacemos conscientes de ello. Igual sucede con la respiración consciente, no hay que respirar de forma extraña o visualizar algo, solamente se trata de hacerte consciente de la respiración que llevas a cabo día y noche.

Las técnicas son rituales que se repiten una y otra vez de forma mecánica. Muchas veces, mientras rezas tu oración o haces un mantra, tu mente está pensando en la sopa que dejaste hirviendo en la estufa o en el amigo que quedó de llamarte. Siempre hay una lucha entre el pensamiento que es y el que debería ser. En cambio, en la autoobservación no hay lucha porque solamente observas lo que aparece en la pantalla de la mente, cualquier cosa que sea. Por tanto, la autoobservación nunca es repetitiva, siempre es un experiencia nueva donde nunca sabes lo que va a suceder después, es una entrega completa al ahora.

La Conciencia es lo que hace que alguien esté despierto. Pero tomar consciencia de los pensamientos no debe tener como objetivo cambiarlos, ya que al tratar de cambiar un pensamiento o una emoción se genera conflicto, el conflicto entre lo que es y lo que la mente cree que debería ser. Ese conflicto conduce a la neurosis. Muy poca gente sabe esto, pero al observar un patrón de conducta, o una emoción desplaciente como la ira, el orgullo o la envidia, estos se trasforman por el solo hecho de ser observados. La Conciencia consume lo inconsciente. Estas emociones y pensamientos sólo tienen poder sobre nosotros cuando no los observamos, cuando creemos que somos nosotros lo que estamos pensando o sintiendo. La observación nos permite ver esos pensamientos y saber que no somos eso, que somos algo infinito y eterno.

Al cambiar un comportamiento obedeciendo unas normas establecidas, únicamente estaremos reprimiendo el comportamiento.  Al observarlo sin juzgarlo, la motivación inconsciente que hay detrás del comportamiento se hace consciente y ya no es capaz de seguirnos controlando.  Alexander Sutherland Neil, famoso educador, dijo alguna vez:

“La religión florece porque el hombre no se encara, no puede encararse, con su inconsciente. La religión convierte lo inconsciente en el demonio y amonesta a los hombres para que huyan de sus tentaciones. Pero haced consciente lo inconsciente y la religión no tendrá función que realizar.”

Pero para la mente es más fácil tratar de obedecer las normas externas que le impone su iglesia y mantener vivo el conflicto entre lo que es y lo que debería ser, entre lo que se piensa y lo que debería pensarse, entre lo que se siente y lo que debería sentirse. Todo comportamiento dañino está alimentado por una motivación inconsciente, y es justamente el hecho de ser inconsciente lo que la hace tan difícil de superar. Por medio de la religión, una persona puede substituir su adicción a la droga por su dependencia a la iglesia, al pastor o a la oración. Pero al no darse un cambio profundo no hay libertad total, de todas maneras se sigue dependiendo de algo o de alguien para mantener controlado su “demonio” interno.

Con la autoobservación podemos ir hasta la causa misma del comportamiento y así, al ver lo absurdo de este por medio del insight, este pierde su fuerza para seguir funcionando. Un Insight es una experiencia súbita donde una verdad es revelada internamente. Generalmente, cuando se practica la autoobservación, empiezan a suceder esta clase de experiencias muy seguidas.

Según Wkipedia: Insight es un término utilizado en Psicología proveniente del inglés que se puede traducir al español como "visión interna" o más genéricamente "percepción" o "entendimiento". Se usa para designar la comprensión de algo (este término fue introducido por la psicología Gestalt).

Mediante un insight el sujeto "capta", "internaliza" o comprende, una "verdad" revelada. Puede ocurrir inesperadamente, luego de un trabajo profundo, simbólicamente, o mediante el empleo de diversas técnicas afines.

Como dato ilustrativo: El Kōan, es una herramienta antiquísima empleada por los maestros Zen para ayudar a alterar los estados de conciencia y así alcanzar un insight de manera natural y pacífica. Un insight provoca cambios en la conducta de los sujetos, ya que no sólo afecta la conciencia de sí, sino su relación con respecto al resto.

Cuando cambiamos nuestra conducta por obedecer unas normas o imitar a alguien, hay represión. Cuando cambiamos la conducta por que logramos darnos cuenta de la futilidad de esta por medio de un insight, hay transformación. En el primer caso el cambio de conducta puede ser temporal o se puede disfrazar en algo distinto. En el segundo caso el cambio es para siempre.




lunes, 17 de junio de 2013

Matar al Buda, matar al Dharma - Parte III



Lin Chi, conocido también como Rinzai (866 de nuestra era), es uno de los maestros más reconocidos dentro de la corriente zen y fundador de la primera de las cinco escuelas tradicionales del zen en China, la escuela Rinzai. Esta escuela ha sido quizá la más influyente dentro del budismo Chino, llegando con el tiempo a absorber  a las demás escuelas, excepto a la Soto. Se caracteriza por su gran vitalidad y su forma directa de hablar. Lin Chi no estaba interesado en complacer a nadie o en cumplir las expectativas que sobre él podrían crearse sus estudiantes. Él decía lo que sentía decir en el momento indicado.

En el siguiente extracto, Lin Chi dice: “Os digo, no hay Buda, no hay Dharma, ni práctica, ni iluminación”, estas palabras, que pueden sonar extrañas para el neófito en la no-dualidad, significan algo muy concreto. La no-dualidad enseña que no hay dos, solamente existe el Uno sin segundo. Si el estudiante ve al Buda, la Dharma (enseñanza), o a la iluminación, como algo que está por fuera de sí, entonces está aceptando la mentira básica de que estamos separados de Dios. Al buscar a Buda estamos negando el Buda que somos, al buscar la iluminación estamos negando que nuestro Ser es iluminado aquí y ahora. Por lo tanto, cualquier búsqueda de algo por fuera de nosotros es un esfuerzo hecho desde la mente que se cree separada de la totalidad, y eso por ello, es una mentira.

El siguiente artículo contiene (en negrilla) extractos del del Lin Chi Lu, libro escrito hace 1.200 años por el maestro Lin Chi. Los comentarios pertenecen a  Pedro San José.


“No poseo una pizca del Dharma que dar a nadie. Todo lo que tengo son curas para la enfermedad... todo lo que consigo ver son cosas enredadas en arbustos...Mastican con fruición cualquier trozo de mierda con la que se encuentran...Os digo, no hay Buda, no hay Dharma, ni práctica, ni iluminación. Vais de este modo por los márgenes, intentando encontrar algo. ¡Ciegos estúpidos! ¿Os vais a poner una cabeza sobre la que ya poseéis?” - p.88

Por eso lo que os traigo, con mis golpes y mis gritos es una medicina para la enfermedad del alma que padecéis, cuyo síntoma es sentirse como el pez en busca del océano, mientras nada sumergido en él. No habrá nada en mi condición de maestro de zen que pueda recordaros a un nuevo dogma, a verdades infalibles para los problemas humanos. Es cierto que los estudiantes dormidos se imaginan como buscadores del Dharma, esa supuesta verdad mágica que es solución y meta final del camino.

Igualmente han hecho Dios al Buda, atribuyéndole cualidades divinas diferentes de las que sientes en ellos, de igual manera que los caminantes de otras culturas y tradiciones han hecho Dios al Cristo, o a Mohamed.

Siempre es la misma historia: Desconfiáis de quien sois y de vuestra propia realidad, y os convertís en burros andantes por los caminos, dispuestos a tragaros cualquier nueva idea que se ofrezca envuelta en misterios y velos. Estáis hambrientos de ideas, de palabras y conceptos, y no lográis hacer el silencio necesario. Os asusta el silencio.

Creéis que si no encontráis pronto a alguien que os salve vais a perecer en soledad. Sentís la soledad como si estuvierais aislados en un muro de hielo y todo lo que deseáis quedará fuera del alcance de vuestra vista y vuestras manos. Esta sensación que vivís como una pesadilla me da mucha pena, pues es como si mi carne no reconociera a mi carne. Os olvidáis que la cabeza que tenéis, vuestra real mente-corazón, es suficiente y os basta. Pero ocultáis su realidad en medio de esa verborrea. ¡Ay si pudierais detener aunque solo fuera por un instante ese flujo! y ver, como dice el poeta místico, el rostro adorado, que en todas partes y en todo momento se refleja dibujado.

“Creyentes, os digo que no hay Dharma que encontrar fuera. Pero los estudiantes no me entienden y, de inmediato, empiezan a mirar dentro en busca de alguna explicación, sentándose en posición frente a una pared, apoyando su lengua sobre el paladar, totalmente en calma, sin moverse, suponiendo que se trata del Dharma que enseñan los patriarcas. ¡Que gran error! -p.93

Y cuando esto digo surge otra nueva confusión. Es la moda de los esotéricos de nuevo cuño, que creen en la existencia de un mundo extraño abierto solo a los iniciados, y que hay que buscar con empeño siguiendo ritos ancestrales, guardando silencios reverenciales mientras llega, o sometiéndose a búsquedas oscuras mas allá de nuestro propio ser, a través de compañeros angélicos sobrehumanos que han de llevarnos por viajes astrales a un cielo lejano inalcanzable para el común mortal. Esos buscadores de lo interno se escapan en el inframundo de igual manera que antes iban corriendo de allá para acá buscando objetos y personas que les satisficiera en el supramundo. Se han convertido ahora en los campeones de la iluminación extraordinaria, la epifanía que les permitirá de una vez por todas descubrir la verdad, que aguarda como un gran tesoro escondido en lejanas tierras. ¡Que gran error! digo con el Maestro. No existe esa iluminación a una existencia diferente, no existe ese monte Tabor que nos dará ciencia infusa o vida sobrenatural. La única vida sobrenatural es la vida natural, y la única iluminación posible es despertar a lo que tenéis delante de los ojos, y vivir desde ahí.

¿Tan poca fe tenéis en vosotros que os resulta sorprendente que todo lo que el ser humano necesita para avanzar es descubrirse a si mismo, aquí, ahora, en este mundo, en este momento, en este corazón? Por eso el Maestro se ríe de vosotros, amándoos completamente al deciros:

Creyentes, vais con vuestro cuenco de limosnas y este saco de mierda que es vuestro cuerpo, buscando los budas, el Dharma - p.94

Y al decir que arrastráis vuestra vida como un saco de mierda os coloca delante el juicio que mantenéis por vuestra vida, ya que desde vuestros intestinos a vuestro estómago, desde vuestras manos a vuestros pies, desde vuestros sentimientos a vuestra mente sois el cuerpo perfecto, el centro del Dharma. Pero vosotros pensáis a menudo que para alcanzar la joya lejana tenéis que matar vuestro cuerpo, y que nada de lo que tenéis vale la pena. Os imagináis atados a un saco de mierda del que lucháis vanamente por liberaros. Sentís vuestras necesidades de comer y hacer necesidades, de ternura y afecto sexual, de comprensión e intercambio con otros, como bajezas de nuestra estirpe de las que debéis ser rescatados. Pretendéis la renuncia a la vida como forma de conseguir el paraíso, y haciendo esto, que hoy explicáis con argumentos que intentan ser sutiles y moderados, aceptables por los tibios oídos de vuestros modernos congéneres, arrastráis verdaderamente un saco de mierda en vez de vivir el momento de vuestra liberación.



viernes, 14 de junio de 2013

El que calla no siempre otorga...

En la medida en que uno se preocupa por lo que otros puedan pensar de uno, automáticamente se convierte en su prisionero. Es muy sano estar abierto a la retroalimentación constructiva, pero los que se consideran tus enemigos no quieren retroalimentarte, quieren destruirte, por ello discutir con ellos es inútil. Su lucha dualística no es en contra de la mentira y a favor de la verdad, sino en contra de cualquier cosa que pueda ser una amenaza para la frágil seguridad de su ego, proporcionada por un sistema de creencias. 

Un autor anónimo dijo la siguiente frase: “El que calla no siempre otorga, es que no quiere discutir con idiotas”. Eso es muy cierto ¿Qué tipo de beneficio podrás encontrar en discutir con alguien que es prisionero de un sistema de creencias y que cree que posee la única verdad de esta tierra? Lo único que ganarás es perder tiempo y energía preciosos que puedes invertir en cosas más importantes.

Sin embargo, nunca hay que olvidar que la esencia de esa persona que discute es Dios, el Ser puro y perfecto. Así que puedes poner la atención en tu respiración y luego entrar en contacto con el Ser del otro. Es el ego quien discute y busca destruirte, pero recuerda, lo que es real en ti no puede ser dañado, así que si reaccionas ante el agravio del otro, es porque todavía estás identificado con tu ego, él es el único que se ofende. Por lo tanto, suéltalos y deja que sigan discutiendo, déjalos que hablen solos.

Beneficios y peligros de la religión

Anthony de Mello, siendo un sacerdote católico, expuso el peligro de la religión, que estriba en que lleva a las personas a quedarse atadas en el nivel de los rituales y las normas sin pasar al conocimiento directo de Dios. El problema no está en los Maestros como Buda, Jesús, Lao Tsé o muchos otros que enseñaron a los hombres a ser libres. El problema está en los “lobos rapaces” que convirtieron sus enseñanzas en doctrinas muertas creadas para controlar a las masas.

Pero Anthony demostró, que estando en el seno de una religión organizada como la católica, era posible lograr la iluminación. Sin embargo, ello le haría ganar poderosos enemigos y críticos en el seno de esta iglesia y de las iglesias cristianas en general. El ego no resiste ver brillar la luz del Ser en otro, por eso lo persigue tratando de destruirlo, pero lo que es Real no puede ser amenazado, por ello el iluminado sigue de largo dejando que los egos se enfrenten contra su propia sombra.

En todas las religiones hay gente buena y maravillosa que actúa de acuerdo al llamado de su corazón y practican la esencia de la espiritualidad: San Francisco de Asís, Santa Teresa de Ávila y millones más entre conocidos y desconocidos son testimonio viviente de ello. Pero, desafortunadamente lo que daña la religión es el fanatismo, que parte de creer que se tiene la única verdad –como si la verdad fuese algo que se pudiera controlar-, esto es una enfermedad mental que hace mucho daño a la humanidad. Aunque a veces puede ser divertido escucharlos, las mentes fanáticas pueden llegar a ser muy peligrosas, especialmente para ellas mismas.

Quiero compartir aquí algunas anotaciones de Anthony en su libro “Un minuto para el absurdo”. El libro está escrito en forma de historias basadas en un maestro imaginario que no es otra cosa que un símbolo del Ser. He aquí algunas historias divertidas del viejo Tony:


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Un día, el Maestro dio una conferencia sobre El peligro de la religión, en la que, entre otras cosas, afirmó que las personas religiosas emplean con demasiada facilidad a Dios para encubrir su propia pequeñez y egoísmo. Aquello provocó una enérgica réplica por parte de un centenar de dirigentes religiosos, que escribieron sendos artículos, con los que hicieron un libro, para refutar las palabras del Maestro. Cuando éste vio el libro, se sonrió y dijo: «Si lo que he dicho no es cierto, habría bastado con un solo artículo».

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«Ardo en deseos de encontrar algún tipo de fundamento sólido, de base firme, para mi vida. . .» «Míralo de esta manera», dijo el Maestro: « ¿Cuál es el fundamento sólido de la migración de las aves de un continente a otro? ¿O cuál es la base firme del flujo de los peces hacia el mar a través de los ríos?»

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Alguien preguntó al Maestro por qué se mostraba tan receloso respecto de la religión. ¿Acaso no era la religión lo mejor que tenía la humanidad? La respuesta del Maestro fue un tanto enigmática: «Lo mejor y lo peor: he ahí lo que se obtiene de la religión». « ¿Por qué lo peor'?» «Porque la mayoría de las personas saben la suficiente religión como para odiar, pero no la suficiente como para amar».

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Al igual que hiciera Jesús muchos siglos antes que él, el Maestro prevenía a la gente contra la religión, porque, si no se anda con cuidado, tiene el peligro de santificar la observancia ciega de la ley. Y él lo ilustraba del siguiente modo: Un oficial del ejército preguntó a unos reclutas por qué se empleaba la madera de nogal para fabricar las culatas de los rifles. «Porque tiene mayor resistencia», dijo uno. « iFalso!» «Porque tiene mayor elasticidad», dijo otro. « ¡Falso! » «Porque tiene más brillo que otras maderas. . .», aventuró un tercero. « ¡No seáis estúpidos!», dijo el oficial. « ¡Se emplea madera de nogal, porque así está estipulado en las Ordenanzas!»

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El Maestro se había propuesto destruir sistemáticamente toda doctrina, toda creencia y toda noción de la divinidad, porque estas cosas, originariamente pensadas para servir de puntos de referencia, se estaban tomando como auténticas descripciones. Y le gustaba citar el dicho oriental: «Cuando el sabio señala con el dedo a la luna, lo único que ve el idiota es el dedo».

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El Maestro no discutía con nadie, porque sabía que lo que el «discutidor» buscaba era la confirmación de sus creencias, no la Verdad. Y en cierta ocasión mostró del siguiente modo el valor que tiene una discusión: «Cuando cae al suelo una rebanada de pan, ¿dónde queda el lado untado de mantequilla: arriba o abajo?» «Abajo, naturalmente». «No señor; arriba». «Hagamos la prueba». Se untó de mantequilla por un lado una rebanada de pan, se arrojó al aire. . . y cayó con la mantequilla hacia arriba. «¡He ganado!». «Porque he cometido un error». «¿Qué error?». «Evidentemente, he untado el lado equivocado».

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«Una creencia religiosa», dijo el Maestro, «no es una afirmación de la Realidad, sino un indicio, una pista de algo que es un Misterio y que queda fuera del alcance del pensamiento humano. En suma, una creencia religiosa no es más que un dedo apuntando a la luna. Algunas personas religiosas nunca van más allá del estudio del dedo. Otras se dedican a chuparlo. Y otras usan el dedo para sacarse los ojos. Éstos son los fanáticos a quienes la religión ha dejado ciegos. En realidad, son poquísimas las personas religiosas lo bastante objetivas como para ver lo que el dedo está señalando. Y a estas personas, que han superado la creencia, se las considera blasfemas».

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Alarmado por la tendencia del Maestro a desacreditar toda afirmación de creencia en Dios, un discípulo exclamó: «¡Me he quedado sin nada a lo que aferrarme!». «Eso es lo que dice la cría cuando se ve forzada a dejar el nido», dijo el Maestro. Y más tarde diría: «¿Imagináis que voláis cuando os mantenéis cómodamente instalados en el nido de vuestras creencias? Eso no es volar. ¡Eso es batir las alas!».

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Preguntó el predicador santurrón: «¿Cuál es, a tu juicio, el mayor pecado del mundo?». «El de quien ve a los demás seres humanos como pecadores», respondió el Maestro.

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El Maestro sostenía que lo que todo el mundo tiene por verdadero es falso; por eso el «pionero» se encuentra siempre en absoluta minoría. Y decía: «Pensáis en la Verdad como si fuera una fórmula que podéis sacar de un libro. Pero la Verdad exige pagar el precio de la soledad. Si quieres seguir a la Verdad, has de aprender a caminar solo».

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«Estoy dispuesto a ir adonde sea en busca de la Verdad», dijo el fervoroso discípulo. El Maestro esbozó una pícara sonrisa. «¿Y cuándo vas a partir?», preguntó. «En cuanto me digas adonde debo ir». «Te sugiero que vayas en la dirección en la que apunta tu nariz». «Sí, pero ¿dónde debo detenerme?». «Donde tú quieras». «¿Y estará allí la Verdad?». «Sí. Justamente delante de tu nariz, mirando fijamente a esos ojos tuyos que son incapaces de ver».

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Un visitante trataba de explicar al Maestro cómo era su religión: «Nosotros creemos que somos el pueblo elegido de Dios». « ¿Y qué significa eso?», preguntó el Maestro. «Que Dios nos ha escogido entre todos los pueblos de la Tierra». «Creo poder adivinar», dijo el Maestro con su peculiar humor, «cuál fue, de entre todos los pueblos de la Tierra, el que hizo tal descubrimiento».


Consciencia


Vivir en Consciencia es estar siempre atento a lo que está sucediendo aquí y ahora. La mente odia el ahora, por eso en todo momento  está proyectando pensamientos sobre el pasado o el futuro. El ego sólo puede existir en el pasado o futuro, mientras que el Ser solamente puede existir en el Ahora.

Cuando camines por la calle toma consciencia de los árboles, de las nubes, de las edificaciones, de los vehículos, de las personas, de tu propio cuerpo caminando. Escucha los sonidos y siente la temperatura y el viento a cada momento.

Al comer toma consciencia de los sabores, las texturas y la temperatura de los alimentos. Mastica despacio y disfruta cada bocado. Al beber un líquido siente como desciende por tu garganta hasta llegar al estómago.
Cuando hables con alguien hazte consciente de sus palabras, de sus gestos, de lo que hay detrás de las palabras. Al mismo tiempo toma consciencia de tus reacciones, de tus pensamientos frente a lo que el otro dice.

En este momento toma consciencia de la posición de tu cuerpo en la silla que usas, de tu estado de ánimo, de los sonidos y las formas que hay a tu alrededor.

El Despertar se trata de vivir consciente de lo que está sucediendo en cada momento. Pero no conviertas eso en una lucha, si descubres que estás desconectado del momento presente por estar perdido en tus pensamientos, entonces observa tus pensamientos. No te sientas mal al darte cuenta de que te perdiste del ahora, y si te sientes mal, observa ese sentimiento. Si sientes ira o cualquier otra emoción ¡Aprovecha la oportunidad! Observa la emoción y esta –cualquiera que sea- servirá de plataforma para entrar en la Consciencia.

Como puedes ver, lo único que se necesita para estar despierto es Consciencia. Estar en el ahora es Conciencia. La autoobservación es Consciencia. La respiración consciente es Consciencia. Todo se resume en esta única palabra. Lo contrario a la Consciencia es estar desconectado del presente y vivir sumido en múltiples pensamientos que van y vienen, esta es la enfermedad más grande  de la humanidad y la raíz de todos los problemas.

A partir de hoy puedes hacer el propósito de vivir en Consciencia cada instante. No te preocupes, al principio te descubrirás una y otra vez atrapado en los pensamientos, cuando suceda esto no trates de detener la mente, simplemente obsérvala. Como dije en un artículo anterior, para algunas personas puede ser muy abrumador pensar que tienen que estar conscientes cada minuto de sus vidas de aquí en adelante. Pero no tienes que preocuparte por el futuro que no existe, solamente se trata de estar conscientes aquí y ahora. Eso es todo lo que hay que hacer, eso es lo único que hay que hacer, no hay nada más…

jueves, 13 de junio de 2013

Hablemos de cine

Una de las películas que más impactó mi vida hace algunos años fue “Más allá de los sueños” con Robín Williams. Esta película cuenta la historia de una familia donde los hijos y el padre mueren en accidentes y la madre se suicida. Después vemos la historia desde la perspectiva de padre (Robin Williams) que entra en un mundo espiritual creado por él mismo. Luego de reencontrarse con sus hijos, cada uno de los cuales ha creado su propio mundo mental, va en busca de la madre, quien vive en el inframundo producto de la decisión de haberse suicidado.

La trama de esta película es muy interesante y logra tocar la fibra emocional del público. Además nos hace reflexionar sobre la posibilidad de la vida después de la muerte. Pero… ¿Es esa la visión más elevada sobre la vida y la muerte?

El Ser Eterno no nace ni muere. Por su parte, el ser humano con el cual nos identificamos es tan solo una proyección holográfica de nuestra mente. Lo que creemos que somos, nuestros gustos, deseos, aspiraciones y carácter está todo almacenado en el cerebro. Esa personalidad que se va creando a medida que crecemos y somos moldeados por las experiencias de nuestra vida, por nuestros padres y por la educación que recibimos no es nuestro Ser verdadero. La palabra personalidad viene del griego “prosopon” refiriéndose a la máscara que usaban los actores durante las obras de teatro. La personalidad o ego es una máscara, no es lo que somos realmente. Y esa máscara responde a la vida basada en los recuerdos almacenados en la memoria, por lo tanto se trata totalmente de una ilusión mental.

Lo que la película propone es la continuidad de la máscara después de la muerte, ya que los personajes continúan guardando la personalidad que tenían antes de morir. Desde ese punto de vista, este film nos lleva a identificarnos con nuestros pensamientos y su proyección que es el ego humano.

El Ser es puro, eterno e infinito, por lo tanto no es afectado por nada de lo que la mente haga o deje de hacer. Toda la historia de defender “mis creencias religiosas”, “mi dignidad”, “mi nación”, etc. no es más que una argucia para defender el ego, el cual es aficionado a la palabra “mío” y “tuyo”. Es más, la mayoría de la religiosidad del mundo se hace desde esa personalidad humana llamada ego. Es el ego el que cree que necesita salvación y que se siente bien por adorar la personalidad de un gurú o de un papa, o por pertenecer al grupo de “los elegidos”. Es el ego el que repite mantras y oraciones creyendo que así se unirá a Dios. El Ser por su parte, no necesita unirse a Dios, porque el Ser es Dios.

Otra película que vi recientemente titulada “El Origen”, con Leonardo Di Caprio, muestra la historia de un grupo de persona que son capaces de tener sueños compartidos. Allí se analiza cómo la mente crea toda la arquitectura del sueño y a los personajes del mismo, basada en la información guardada en la memoria. Al final, queda la pregunta si la vida misma –con sus alegrías y tristezas, amigos y enemigos- no es más que un sueño creado por la mente.

Pues bien, el Despertar es darnos cuenta de que aquello que somos no puede dañar ni ser dañado, no puede ser afectado por lo que el otro diga o haga. Toda la lucha se trata del ego peleando contra el ego, tratando de demostrar afanosamente que tiene la razón y que es mejor que el otro. Esa lucha estúpida es una ilusión generada por la creencia de que somos lo que pensamos. Si te cuesta aceptar esto, es porque estás aferrado con todas tus fuerzas a tu personalidad humana, a lo que crees que eres. Al respecto, Jesús dijo: “Porque el que quiera salvar su vida, la perderá; pero el que pierda su vida por causa de mí, la salvará.” (Lucas 9, 24)

Al observar la mente como si fuéramos un observador externo, entramos a una dimensión más allá de los pensamientos y dejamos de percibir la vida en términos de “tú” y “yo”, para ver a un Dios eterno manifestado en todas y cada una de las criaturas de este Universo, desde la mosca hasta la estrella más lejana.


Por lo tanto el Despertar consiste en tomar consciencia de lo que somos, sabiendo que se trata de algo infinitamente más inmenso que ese pequeño “yo” llamado Carlos o María; es soltar al “individuo” mezquino y egoísta que se cree el centro del mundo para Ser la totalidad del Universo, para entender que somos y siempre hemos sido el Todo en todo. Despertar en ser verdaderamente Conscientes, es decir, vivir la vida –no en función de los pensamientos que nos llevan constantemente del pasado al futuro- sino poniendo nuestra plena atención en el momento presente, en lo que está sucediendo justo aquí y ahora.

martes, 11 de junio de 2013

Matar al Buda, matar al Dharma - Parte II


El Budismo Zen se diferencia completamente de las otras corrientes principales: el Mahayana y el Theravada. Estas últimas se basan en el proceso y en el ritual para alcanzar la meta de convertirse en Buda, ya sea en esta vida o en la siguiente. Por su parte el Zen, que fue llevado a China por el monje Bodhidharma, enseña que somos el Buda aquí y ahora y que lo único que se opone a su manifestación es nuestra identificación con la mente. 

Si creemos que hay una distancia –aunque sea pequeña- entre el Buda y yo, entonces, ¿quién es yo? Cualquier cosa que no sea eterna no es real, y si el “yo” está separado de lo Eterno, entonces es una ilusión que surge de nuestra identificación con el pensamiento. En una parte del siguiente artículo Pedro San José dice lo siguiente:

Ante este estado de cosas os grito de nuevo que cojáis el cuchillo y matéis a ese Buda que se os ha colado, a ese Cristo que os domina por dentro, a ese nuevo ídolo envuelto en las telas del misterio, hasta que no os quede nada, y cuando digo nada es nada a lo que agarraros.

El punto que quiero resaltar es que mientras veamos al Ser como algo externo a nosotros o como un ser interno, pero que es diferente de nosotros, es porque estamos identificados con la mente. Si digo “Mi Cristo y yo”, allí hay dualidad, hay ilusión. Si el Cristo es real, entonces el “yo” que se ve por fuera es irreal. Pero aún, el Cristo que es percibido por ese “yo” que se cree separado, es una percepción errónea, porque lo ve según los condicionamientos  religiosos y culturales del “yo”. La mente no puede conocer al Ser, sólo tiene una serie de ideas de lo que es. Sólo puedes conocer al Ser cuando te das cuenta de que eres Él.

Así que cuando percibes al Cristo o Buda como algo externo a ti hay una doble ilusión: el “yo” que percibe es el ego, y el Cristo que se percibe es un pensamiento, una idea basada en lo que has leído o en lo que otros te han dicho. Por eso, no te inclines ante el Buda, conviértete en Buda, es la premisa. Sólo cuando vayas más allá de la dualidad de los opuestos, de la creencia en que estás separado de Dios, entonces percibirás la realidad. No se trata de decir desde la mente: “Yo soy Dios”, sino de soltar la mente y el ego, y entonces percibir lo que realmente eres.

Cristo o Buda es lo que eres, es tu verdadera esencia. Para entrar en ella empieza a observar tus pensamientos y tus emociones como un observador externo. Pronto veras que ese observador no es afectado por nada de lo que ve y se mantienen en una paz más allá de toda dualidad. Pues bien, ese observador es Buda, o Cristo o como lo quieras llamar; ese observador es el Ser Puro, Perfecto y Eterno que tú eres. Sigamos adelante con la segunda parte del texto:

"Tú eres el Buda"

El Maestro subió al púlpito. Un monje preguntó: “¿Cuál es el significado básico del budismo?” El Maestro levanto el espantamoscas. El monje gritó. El Maestro le golpeó - p.49

Un golpe y un grito. El silencio se ha expresado mejor que los mil discursos. ¡Tac! ¡Haj! Lo demás sobra. El significado básico, la realidad apareciéndose y escondiéndose tras
robar la última palabra. ¿Quién es el ladrón? Decidme, ¿Quién es? ¿O robaron los dos?

“Existe una pandilla de calvos ciegos que, tras atiborrarse de arroz, se sientan al estilo de meditación Ch´an, intentando detener el flujo de pensamientos,... exigiendo silencio” -p.78

Por favor, caminantes, renunciad al camino trillado, a instalaros en la convicción de que poseéis una verdad y que pertenecéis a los elegidos. Es mucho mejor esta oscuridad donde os habéis perdido que los horizontes artificiales que os inventáis en vuestra fantasía. Esa horda de gente de bien, que ya ha vivido todas las experiencias, que se mueven ufanos y ufanas como si fueran los anfitriones de la casa común, que se atreven a dictar órdenes y a instruir a los sabios, mientras satisfechos se dirigen a sí mismos palabras de alabanza, aun cuando pongan poses humildes y caras de acontecimiento, son la mierda que corroe la casa, son el veneno tentador para quedarnos aquí e inventarnos una nueva idea, una nueva verdad en la que refugiarnos. Es la muralla que intenta cerrar el campo, pues es fácil y agradable sentirse acogido en una nueva iglesia, en un nuevo grupo de pertenencia e identidad.

Esa horda de calvos instalados os hablarán de buscar en un lugar recóndito el misterio de la vida. Quizás os repitan formulas esotéricas, o rituales de iniciación que ellos controlan. Os hablarán de un mundo nuevo misterioso en el interior, y os instruirán a que en medio de vuestro silencio busquéis un nuevo ídolo, que ahora llaman Buda interior, o Maitreya revivido, o Cristo cósmico, o Maestro interior. Con estas palabras construís de nuevo el poder superior abandonado, os acomodáis e instaláis en ese nuevo culto, lleno de ritos modernos, de cantos escondidos, o de musitaciones en el silencio. Estáis creando un nuevo culto, volviéndoos de nuevo ovejas que siguen multitudes. Ya no necesitáis mirar a quién sois, pues habéis encontrado un álien que vive dentro de vosotros y que de nuevo os dictará el camino si sois dóciles y le dais culto.

Ante este estado de cosas os grito de nuevo que cojáis el cuchillo y matéis a ese Buda que se os ha colado, a ese Cristo que os domina por dentro, a ese nuevo ídolo envuelto en las telas del misterio, hasta que no os quede nada, y cuando digo nada es nada a lo que agarraros.

Entonces por fin quizás podáis mirar de frente a quien realmente tenéis con vosotros y descubrir que vosotros mismos sois la meta que buscabais. Así seréis un verdadero buen amigo de la vida:

“...El verdadero buen amigo es el que se atreve a hablar mal del Buda y de los patriarcas y busca a la persona autentica... si todo el mundo te aprueba, vayas donde vayas, ¿de qué sirves?” -p.79

Cuando esto hagáis vuestro comportamiento sonará a blasfemia y herejía para aquellos que desde sus poltronas dictan el bien y el mal, lo verdadero y lo falso, y para aquellos que les siguen, que no se atreven a levantar la vista. Y entonces os rechazarán, dirán que quién os creéis vosotros para poner en duda las palabras de los sabios. Dirán que como os atrevéis contra el libro que Dios ha dictado. Os llenarán de insultos y os alejarán de la corriente común, os llamarán gente de vida licenciosa, drogadictos y pecadores. Y entonces quizás vosotros mismos dudaréis, pero atended a vuestro corazón en esa hora de prueba, y seguid en medio de esa oscuridad.

Habréis de elegir entre volver atrás a la sombra de los templos enriquecidos o seguir caminando sobre vuestros propios pasos. De ello dependerá vuestra liberación. Pues si os alaban los que se llenan la boca de arroz, debéis tentaros la ropa y volver a mirar, mirar continuamente.

“...Entre los estudiantes de la Vía que acuden de todas partes no ha habido nunca ninguno que no aparezca frente a mi dependiendo de algo, por lo que empiezo golpeándoles ahí. Si vienen levantando la mano, les golpeo en la mano, si vienen murmurando algo, les golpeo en la boca. Si vienen moviendo los ojos, les golpeo en los ojos. Todavía no he encontrado a ninguno que venga solo y libre. Todos están atrapados en las inútiles estratagemas de los antiguos -p.88

Y en este camino de morir y nacer, morir y nacer de nuevo, habréis de ser sinceros con vosotros, y mirar de frente los restos de cadenas que cuelgan de vosotros. Por ello debo golpearos, golpearos para que os despertéis.

A ti te golpeo en la mano, pues andas siempre levantándola para decir que allí estás. Quieres demostrar que eres alguien. No soportas pasar desapercibido y crees tener respuestas para todo. Estás apegado a tu pequeño dogma, a tu brillante intelecto, desde el que crees dominar el mundo. Crees que todo ha de pasar por ese filtro. Por ello te golpeo allí.

A ti te golpeo en la boca, ya que continuamente colocas palabras a todo lo que ves. Parece que las palabras y lo que contienen son más importantes que lo que ves, oyes, palpas o gustas. Eres de los que das más importancia al dedo que señala a la luna que a la luna misma. Hablas y hablas sin cesar y ante cualquier situación sueltas la verborrea que se te ocurre. Vives en el mundo de las interpretaciones, te alimentas de poner nombre a las cosas, de identificarlas e identificarte. A ver si con este golpe consigo que te quedes mudo.

A ti te golpeo en los ojos, pues vives de la apariencia. Eres frívolo y mides las cosas por al cascara. Depende del traje que me ponga me enjuicias. Vas continuamente mirando los roles, los juegos de teatro, y te dejas seducir por las joyas y los brillantes. Eres hijo de la envidia pues todo lo que ves se te antoja. Ojalá te deje ciego de un golpe, de forma que por fin te veas obligado a mirar hacia dentro a oscuras.


Venir solo y libre es venir sin dependencias, venir desnudo y sin caracteres que mostrar, venir sin apegos y libre de equipaje. Así es como os volveréis, si soportáis los golpes y no corréis a esconderos de nuevo en vuestro pequeño agujero, molestos porque os pegan y os quitan vuestro juguete. Desnudos y abiertos al viento y a la lluvia. Entonces veréis que todo tiempo es un tiempo bueno, pobres de pertenencias y de identidades, locos por el ser que habéis recuperado, llenos de vida y de frescura. Os veréis completos como siempre habéis sido, pues lo único que he hecho con mis golpes es quitaros lo que os sobra y que escondía quien realmente sois y habéis sido siempre.