viernes, 31 de julio de 2015

Un rebelde llamado Neil

Las escuelas antiguas y modernas estimulan a los niños a ser hipócritas. Ellos no pueden mostrarse tal como son, decir lo que piensan y lo que sienten, porque pueden llegar a ser reprendidos por sus padres y profesores. De esta manera los niños aprenden a desarrollar máscaras cuidadosamente diseñadas. Pero no todas las máscaras son iguales, hay una para presentarse ante sus profesores, otra para sus padres, otra para ir el domingo a la iglesia, etc. En este proceso de crear numerosas máscaras que les permitan “encajar en la sociedad”, los niños terminan olvidándose de su Ser verdadero. Esto los lleva a convertirse en adultos hipócritas que conforman una sociedad hipócrita. Esto lo vemos, por ejemplo, en las iglesias y grupos de la Nueva Era donde las personas parecen verdaderos “santos” cuando se congregan, pero en la casa se comportan como ogros con su familia.

La cura para la hipocresía es crear un ambiente seguro donde podamos expresarnos y mostrarnos tal como somos. Pero nuestra sociedad no está diseñada para aceptar esta clase de ambientes. Así que podemos empezar por nosotros mismos y por educar a nuestros hijos de esta manera.

¿Te imaginas una escuela donde los niños y niñas puedan mostrarse tal como son? Pues esta existe desde la década de los 40´s. Se trata de la escuela de Summerhill, que en realidad era un internado en Inglaterra donde su director recibía a los niños y niñas que eran expulsados de los colegios religiosos o militares. Lo primero que encontraban estos niños al llegar allí era que no había una autoridad contra la cual rebelarse (¿Cómo puedes ser rebelde sin una autoridad?). Algunos se adaptaban rápidamente al ambiente escolar, pero otros –cansados de los centros educativos- se quedaban hasta seis meses viviendo en la escuela sin asistir a clase. Nadie los obligaba a estudiar, pero era necesario cumplir ciertos requisitos académicos para graduarse de la secundaria, así que en algún momento se motivaban por sí mismos y empezaban a estudiar con entusiasmo. El estudio sólo puede ser una carga si te obligan a ello, el truco de Summerhill es que hacen que las clases se vean atractivas y los niños y niñas estudian sin presión, por puro placer.

¿Qué pasa con los niños de Summerhill después de graduarse? Muchos pensarán que, dada la ausencia de regalas y autoridad, se convertirán en delincuentes o drogadictos. Se han hecho estudios al respecto, y en sus más de 80 años, no ha salido ningún vagabundo o prostituta de Summerhill.

Presionado por los hipócritas de la religión, el gobierno Inglés trató de cerrar la escuela en cuatro ocasiones, pero fue imposible hacerlo puesto que el rendimiento académico y el comportamiento de los estudiantes estaban muy por encima del promedio de las escuelas inglesas. Los inspectores se quedaron boquiabiertos al ver que en una escuela sin reglas, los niños se comportaban mejor y estudiaban con mayor entusiasmo que en las escuelas administradas por directores puritanos y amantes de la disciplina.

Summerhill es un experimento sorprendente: una escuela donde los chicos y las chicas pueden ser novios y besarse donde quieran pero ¡Sin ningún embarazo adolescente! Su fundador lo explicaba así: “El mejor camino para llegar al embarazo pasa por la prohibición del sexo.”

¿Cuál ha sido la magia de Summerhill? Puedo resumirlo de la siguiente manera: Cuando vives en un espacio donde puedes ser tú mismo, renuncias a las máscaras y empiezas a sacar aquello que has escondido por mucho tiempo. Primero salen la ira que no habías podido expresar y las demás emociones reprimidas. Luego sale el miedo al vacío, a ser tú mismo, a vivir sin máscaras. Cuando todo esto sucede puedes por fin entrar en contacto con tu Ser verdadero y expresarlo sin miedo a ser criticado o ridiculizado.

El genio de Summerhill fue Alexander Sutherland Neil. Profesor rebelde que se resistió a educar a los niños como si fueran productos de una fábrica que debían pensar, hablar y vestir igual. Neil fue perseguido en su época por frases como estas:

·         Todo padre o maestro que inspira miedo es peligroso para la vida juvenil.

·         El mal maestro es aquel que ha olvidado su infancia y que por lo tanto está totalmente fuera de contacto con los niños.

Algunos padres se escandalizaban con las ocurrencias de Neil. En alguna ocasión, un militar llevó a su hijo para internarlo en Summerhill. El tipo era muy serio y en un tono seco se dirigió a Neil para preguntarle qué les decía a los niños para evitar que se masturbaran. Neil lo miró a los ojos y le dijo: “¿Cuál es el problema con la masturbación? A usted y a mí no nos hizo daño.”

Por iniciativa de un grupo de jóvenes entusiastas, en Colombia se está conformando una comunidad juvenil basada en los principios de la libertad y la expresión del Ser. Para más información al respecto puedes contactarte a: senderodelser@gmail.com


Para aquellas y aquellos que quieran conocer más acerca de esta fantástica experiencia educativa, les dejo el siguiente vídeo donde encontrarán información de la historia y los principios de Summerhill. 



viernes, 24 de julio de 2015

La práctica de la meditación

Por Alan Watts                                                                                                                           
Fuente: “La vida como juego”, página 79

Bodhidharma en meditación.
La práctica de la meditación no es lo que vulgarmente se entiende por práctica, en el sentido de repeticiones, preparación para alguna futura actuación. Puede parecer raro e ilógico el decir que la meditación en la forma del Yoga, Dhyana o Zazen, como la usan los hinduistas y budistas, es una práctica sin ningún propósito en algún tiempo futuro porque es el arte de estar completamente centrado en el aquí y el ahora. “No tengo sueño, ni voy a ninguna parte”.


Estamos viviendo en una cultura enteramente hipnotizada por la ilusión del tiempo, en el que el llamado momento presente es sentido como nada más que una rayita infinitesimal entre un pasado todopoderosamente causativo y un futuro absorbentemente importante. No tenemos presente. Nuestra consciencia está preocupada casi por completo con el recuerdo y la expectativa. No nos damos cuenta de que nunca hubo, hay ni habrá más experiencia que la presente. Por consiguiente no estamos al corriente de la realidad. Confundimos el mundo como se habla, se describe y se mide, con el mundo que realmente es. Poseemos una morbosa fascinación por esas útiles herramientas que son los nombres y los números, los símbolos, señas, concepciones e ideas. La meditación es, por tanto, el arte de suprimir por un tiempo el pensamiento simbólico y verbal, algo así como un cortés auditorio que deja de hablar cuando el concierto está a punto de empezar.



Simplemente siéntate, cierra los ojos y escucha todos los sonidos que puedan oírse sin intentar darles un nombre o identificarlos. Si ves que el pensamiento verbal no te abandona, no trates de pararlo por la fuerza de la voluntad. Simplemente mantén la lengua relajada flotando cómodamente en la mandíbula inferior y escucha a tus pensamientos como si fueran pájaros cantando fuera —simples ruidos en el cráneo— y poco a poco se irán apaciguando por sí mismos, de la misma forma que un estanque turbulento y turbio se calma y se aclara cuando se le deja en paz.

Toma también consciencia de la respiración permitiendo a tus pulmones que lleven el ritmo que les sea más agradable. Y durante un rato, sólo escucha y siente tu respiración. Pero si es posible, no la llames así. Experimenta simplemente el acontecer no-verbal. Podrás objetar que esto no es meditación “espiritual”, sino una mera atención al mundo “físico”, pero debe entenderse que lo espiritual y lo físico son sólo ideas, concepciones filosóficas, y que la realidad de la cual tú te estás dando cuenta ahora, no es una idea. Más aún, no hay ningún “tú” que se dé cuenta de ello. Eso también era sólo una idea. ¿Te puedes oír a ti mismo escuchando?

Y ahora empieza a dejar que tu respiración “caiga” lenta y cómodamente. No fuerces ni aprietes tus pulmones, más bien deja que el aire salga de la misma manera en que te dejas hundir en una cómoda cama. Sencillamente déjalo salir, salir y salir. En el momento en que haya la menor tensión, deja simplemente que vuelva a entrar el aire como un reflejo; no lo metas tú. Olvida el reloj. Olvídate de contar. Tan sólo mantenlo mientras puedas sentir el lujo de hacerlo.


Utilizando la respiración de esta manera, descubres cómo generar sin fuerza. Por ejemplo, uno de los trucos (en Sanskrito, Upaya) usado para aquietar la mente pensante y su compulsiva cháchara es conocido como mantra —cantos de sonidos por los sonidos en sí, más que por el significado—. Por tanto, comienza a emitir un simple sonido al expulsar el aire larga y confortablemente, en el tono que te sea más cómodo. Los hinduistas y los budistas para este tipo de prácticas utilizan sílabas como OM, AH, HUM, los cristianos tal vez prefieran AMÉN o ALELUYA, los musulmanes ALLAH y los judíos ADONAI; en realidad es indiferente, puesto que lo que importa es única y exclusivamente el sonido. Podrías tan sólo usar la sílaba MUUUU como los budistas Zen. Profundiza en ese, y deja que tu mente se hunda más y más en el sonido mientras no haya ninguna sensación de tensión.

Por encima de todo, no esperes resultados, algún maravilloso cambio de consciencia o Satori: toda la esencia de la práctica de la meditación se centra en lo que es, no en lo que debiera o pudiera ser. El punto está en no poner la mente en blanco o en concentrarse ardientemente en, digamos, un simple punto de luz —aunque eso también puede resultar delicioso si se hace sin ningún ardor.


¿Durante cuánto tiempo se puede mantener? Mi propio y quizá poco ortodoxo sentimiento me dice que se puede continuar mientras no haya sensación de que se está forzando, y esto se puede extender fácilmente a unos 30 ó 40 minutos de una sentada, después de la cual querrás regresar al estado normal de intranquilidad y distracción.

Banco adaptado para la meditación zen.
Al sentarse para meditar, es mejor usar un cojín grande sobre el suelo, mantener la columna erecta pero no tensa, poner las manos sobre el regazo —con las palmas hacia arriba— descansando cómodamente la una encima de la otra, y sentarse con las piernas cruzadas como una figura de Buda, en la postura del “loto” o del medio loto, o sentado sobre las rodillas. “Loto” quiere decir colocar uno o ambos pies, con la planta hacia arriba, sobre el muslo de la pierna opuesta. Estas posturas son ligeramente incómodas, pero tienen la ventaja, por tanto, de mantenerte despierto[1].

Durante el curso de la meditación es posible que tengas asombrosas visiones, ideas maravillosas y fascinantes fantasías. Incluso puedes sentir que te estás volviendo clarividente, o que puedes abandonar tu cuerpo y viajar a voluntad. Pero todo eso es distracción. Déjalo y simplemente observa lo que pasa AHORA. No se practica la meditación al objeto de adquirir poderes extraordinarios, porque si pudieras conseguir el ser omnipotente y omnisciente, ¿qué harías? Ya no habría más sorpresas para ti, y tu vida entera sería como hacer el amor con una muñeca de plástico. Desconfiad, pues, de todos esos gurúes que prometen “maravillosos resultados” y demás futuros beneficios de sus disciplinas. Todo el tema está en darse cuenta que no hay futuro, y que el verdadero sentido de la vida es una exploración del eterno ahora. ¡PARA, MIRA y ESCUCHA! ¿O deberíamos decir “conéctate, sintonízate con el momento presente”?

Se cuenta que un hombre fue a ver al Buda llevándole ofrendas de flores en ambas manos. El Buda dijo: “¡Tíralas!” El hombre tiró las flores que llevaba en la mano izquierda. El Buda volvió a decir “tíralas”. El hombre tiró las flores que llevaba en la mano derecha. Y el Buda dijo: “¡Tira eso que no tienes ni en la derecha ni en la izquierda, sino en el medio!” Y el hombre alcanzó la iluminación instantáneamente.


Es maravilloso tener el sentido de que todo lo que vive y se muere está cayendo, o sigue a la gravedad. Después de todo la tierra está cayendo alrededor del sol, y a su vez, el sol está cayendo alrededor de alguna otra estrella. Porque la energía es precisamente una toma de la línea de menor resistencia. La energía es masa. El poder del agua está en seguir su propio peso. Todo llega a aquel que pesa.





[1] Nota de Walter Velásquez: En caso de que estas posturas resulten en extremo molestas o inconvenientes, puede optar simplemente por sentarse en una silla cómoda.

martes, 14 de julio de 2015

La paz absoluta procede de la Aceptación total

La naturaleza de la realidad es no-dual (advaita). Sin embargo, desde el punto de vista de la mente, el Universo está polarizado en dualidades (día y noche, bien y mal, muerte y vida, placer y dolor, etc.).

Para la Consciencia no-dual, el placer o el dolor así como la alegría o la tristeza son recibidos con total Aceptación. Pero la mente dual vive en una lucha constante donde busca el placer, pero rechaza el dolor; busca la risa, pero rechaza el llanto. Pero no puede haber placer sin dolor ni risa sin llanto. Al final terminas atrayendo a tu vida aquello de lo que pretendes huir. “Lo que resistes persiste y lo que aceptas desaparece”.

Solamente cuando haya una aceptación total de todo aquello que llegue a tu vida podrás conocer la Paz absoluta. Y con “todo aquello”, me refiero no solamente a las situaciones externas, sino también a los pensamientos y emociones. Aceptar no significa estar de acuerdo con, por ejemplo, un pensamiento de matar a alguien; lo que significa es que podrás observar ese pensamiento sin juzgarlo ni etiquetarlo, pero lo más importante, sabiendo que no eres el pensamiento.

Cuando te das cuenta de que no eres el pensamiento surge la transformación más profunda en el Ser humano, aquella que conduce al reconocimiento de su verdadera identidad como Consciencia Universal. Para que esto sea posible es contraproducente luchar contra la mente buscando que produzca “buenos” pensamientos mientras haces que reprima los “malos” pensamientos. La lucha solamente produce lucha. Observa y acepta cada pensamiento y emoción, sólo entonces podrás ser realmente libre de conflictos.

Aceptar un pensamiento tampoco significa afirmar su realidad. Los pensamientos solamente son ilusiones sin sustancia, reacciones químicas y eléctricas del cerebro. Aceptarlo significa reconocer la ilusión de la misma manera que observas la existencia transitoria de una pompa de jabón, que parece una esfera sólida, pero se desintegra al más mínimo toque.

Por último, los dejo con unas palabras de Ramesh Balsekar, tomadas del Capítulo 21 de “Un Curso de Consciencia”, las cuales encierran todo lo que he dicho en este simple párrafo:

"Aparte de la inutilidad del propio esfuerzo, cualquier intento de impedir que surjan pensamientos divide a la mente artificialmente en aquello que hace el impedimento en contra de aquello que está siendo impedido, creando sólo neurosis y conflicto. Cualquiera que sean los pensamientos que surjan (siendo sin sustancia) se desvanecerán rápidamente por sí mismos si no son aceptados y continuados como realidad efectiva. Tratar de eliminar los pensamientos de manera consciente y deliberada, es como tratar de lavar la sangre con sangre."