sábado, 27 de septiembre de 2014

Guerreros de mierda

Algunas veces, a pesar de tus mejores esfuerzos e intenciones, a pesar de tu increíble 'progreso espiritual', simplemente te sientes como una mierda. Entonces... ¡siéntete como una mierda! ¿Cuál es el problema, realmente, cuando te sumerges sin temor alguno en el corazón de esa experiencia única? ¡Siéntete como mierda, pero conscientemente! ¡Sumérgete en ella, conscientemente!
Y descubre que 'sentirte como mierda' puede ser el sentimiento más espiritual de todos, una nueva (y sumamente mal interpretada) puerta hacia la gracia, tan sagrada como la alegría más profunda, tan llena de vitalidad como la creación de un universo. Sin auto-compasión, sin drama, sin justificaciones, sin búsqueda; sólo un crudo y roto corazón, una nueva herida re-abierta al amor, sin ningún deseo de escapar. Tú forjas una nueva espiritualidad con tu valor de permanecer en ese sitio de confusión, imbuyendo la tristeza con tu brillante luz.
Tal vez esto salvará al mundo: hermanos y hermanas los suficientemente valientes como para sentir esta mierda con toda consciencia, sin adormecerse a sí mismos o tratar de evitar el dolor. Guerreros de mierda. ¡Vaya guerreros!
Comencemos una revolución.



sábado, 20 de septiembre de 2014

¿Dominar el ego?

Cuando estudiamos las enseñanzas espirituales de Oriente y Occidente encontramos a muchos maestros que promulgan la necesidad de dominar el ego. Eso suena muy bien, parece un ideal justo. Sin embargo, “dominar” implica controlar, entrar en con conflicto con algo, iniciar una lucha o una guerra. La guerra engendra guerra y el único camino para la paz es la paz misma, por lo tanto, no podemos obtener nada beneficioso como producto de la lucha.

La idea de la guerra contra el ego está muy incrustada en nuestra cultura, podemos ver sus orígenes en el concepto cristiano del Armagedón –la lucha planetaria entre el bien y el mal- así como en la Yihad o guerra santa promulgada por muchos musulmanes. Este sentido de lucha se origina en la dualidad, es decir, en la percepción “bien y el mal” relativo que se da cuando observamos el mundo a través de la mente y sus condicionamientos culturales, religiosos, etc.

¿Hay otro camino para liberarnos del ego que no sea luchando contra él? Claro que sí, es el camino de la Consciencia, el cual implica estar consciente, o ser el observador de los diferentes juegos que el ego utiliza en cada momento. Por medio de la observación, las estrategias de ego son descubiertas y empiezan a perder fuerza. La clave está en observar los juegos del ego sin juzgar, sin poner etiquetas de bueno o malo, simplemente observamos de forma ecuánime a la mente y su funcionamiento.

Pero hay que ir más allá de ser un simple observador, es necesario tomar consciencia de las emociones generadas por el ego. Esto lo hacemos sintiendo en qué parte del cuerpo se experimentan y aceptando plenamente esa emoción. El resultado de esto es una transformación radical que viene desde adentro.

Por su puesto, es más fácil el camino de la represión o la guerra contra el ego, pero sus resultados no son duraderos. La Consciencia puede parecer que obra más lento, pero produce resultados perdurables y radicales.

Así que cuando escuches a alguien que te diga frase como:

·         “No te sientas ofendido.”
·         “Libérate de la necesidad de ganar”
·         “No te dejes controlar por los celos”

Puedes cambiarlas por frases como estas:}

·         “Observa los pensamientos que alimentan tu ofensa”
·         “Hazte consciente de la necesidad de ganar”
·         “Toma consciencia de tus celos, ubícalos en tu cuerpo y permíteles ser como son”

Al hacer esto podrás observar la transformación que se genera de forma natural por medio de la Consciencia. Aquí no hay lucha o conflicto, solamente aprendes a nadar con la corriente del río de tus pensamientos y emociones en vez de nadar río arriba.

Esta enseñanza no es para nada nueva. Ya la había dado Lao-Tsé 550 años antes de Cristo y hoy ha resurgido en la voz de cientos de personas de todas las culturas y religiones que están despertando a la comprensión profunda que viene de la desidentificación con la mente y ego.


martes, 16 de septiembre de 2014

Desidentificarse de la mente

Autor desconocido
El discípulo vivía angustiado. Aunque leía y releía los textos sagrados no hallaba paz de ningún tipo. Acudió al maestro y le dijo:
- Alguna razón tiene que haber para que no encuentre consuelo ni fuera ni dentro de mí mismo.
- La hay, la hay -dijo sosegadamente el maestro-. Y no es ajena a ti.
- ¿No es ajena a mí? -preguntó extrañado el discípulo.
- Es tu mente la que se identifica.
- ¿Puedes ponerme un ejemplo? -preguntó un poco insolentemente el discípulo.
El maestro dijo:
- En la pantalla de un cine hay inundaciones y fuegos cuando así la película lo exige, ¿no? Pero, amigo mío, ni la pantalla se moja ni la pantalla se quema.
El genuino control sobre la mente, que nunca es represión, permite que la mente misma aprenda a ser más libre, cuando lo desea, de la influencia de los sentidos y, por tanto, que pueda desidentificarse de los eventos que la atan, no estar siempre fluctuando como una banderola al viento. Mediante el esfuerzo perseverante, la atención y la ecuanimidad, es posible conseguir un “Espacio” interior de conciencia inafectada y profundamente sosegada que no se identifique necesariamente con los factores perturbadores y pueda mirarlos sin reaccionar desmesurada y negativamente, pues como declara el adagio, “Por mucho que el lobo aúlle, la luna no se inmuta en el cielo”