miércoles, 30 de octubre de 2013

¿Qué representa el Halloween?

La celebración del Halloween se ha convertido en todo un negocio a nivel mundial, y las personas son programadas por los medios de comunicación para hacer exactamente lo que ellos quieren que hagan: actuar como masa. Mientras esto sucede, algunas iglesias están en contra de esta fiesta aduciendo que tiene orígenes satánicos. Más allá de estas visiones dualistas acerca de Halloween, hay algo que quiero decir…

En Halloween las personas se ponen máscaras para ocultar su verdadera identidad. No importa si estamos de acuerdo o no con esa festividad, el punto es que nos recuerda las máscaras que usamos todos los días. Vivimos en una sociedad profundamente hipócrita donde se nos enseña a suprimir nuestras emociones y a sonreír cuando en realidad estamos enojados, a fingir amabilidad cuando en realidad quisiéramos alejar a esa persona de nuestras vidas, o a decir que sí, cuando realmente queremos decir que no. Esas máscaras son peores que las de Halloween, y las usamos todos los días.

Fritz Perls decía que el ser humano es como una cebolla. Al igual que esta, tenemos muchas capas, una dentro de otra. Cada capa es una máscara de falsedad que oculta lo que realmente sentimos. Muchas veces sonreímos a alguien cuando en el fondo tenemos ira hacia él. Pero aunque la ira es la emoción real que se esconde detrás de la falsa sonrisa, tampoco es nuestro Ser verdadero. Detrás de la ira puede haber envidia, por ejemplo. Detrás de la envidia hay miedo por creer que no tendremos lo que el otro posee. Detrás del miedo hay angustia y vacío existencial porque en el fondo creemos que no somos dignos de amor.

Si somos lo suficientemente valientes, y observamos cada máscara que usamos, podremos darnos cuenta de su futilidad y soltarlas sin mucho esfuerzo. Si tomamos Consciencia plena de la ira que se esconde detrás de la falsa sonrisa, esa ira ya no podrá controlarnos de forma inconsciente, y tampoco tendremos que sonreír de forma hipócrita.

La iluminación espiritual llega cuando nos hemos liberado de todas esas capas que cubren nuestro Ser verdadero. Eso puede ser difícil y en ocasiones doloroso. Pero recordemos que es el ego el que se resiste y el que sufre en dicho proceso.

Años atrás, en las fechas de Halloween, yo repartía panfletos donde advertía a las personas sobre los “peligros” de esa fiesta. Hoy en día creo que el verdadero peligro no son las máscaras de hule o plástico, sino seguir usando las máscaras hipócritas a diario. Ese es un peligro para nuestra felicidad porque las máscaras que usamos ocultan aquello que realmente somos: el Ser Inmortal cuyas cualidades son, según el hinduismo, Sat, Chit y Ananda, es decir: Verdad, Consciencia y Dicha infinitas. ¿No vale la pena Ser lo que realmente somos?

lunes, 28 de octubre de 2013

Habitar el cuerpo

Christine Caldwell es una psicoterapeuta de enfoque corporal, es decir, ella se especializa en comprender cómo se experimentan las emociones a través de nuestro cuerpo y cómo pueden ser sanadas al experimentarlas plenamente. En su libro: “Habitar el cuerpo”, ella habla de cómo nosotros los humanos evitamos las emociones desplacientes que experimentamos como la angustia o el miedo y escapamos de ellas enfocando la mente en pensamientos banales o por medio de una adicción. “Habitar el cuerpo” es una invitación a tomar consciencia de nuestras emociones, a observarlas, sentirlas y entrar en ellas plenamente. Al hacer esto, la emoción pierde su poder y su fuerza, ya que esta se alimenta de nuestra actitud de rechazo y resistencia hacía ella.

Christine nos habla de la consciencia de nuestras emociones desde un enfoque científico, pero fácil de entender a la vez. Ella es fundadora del Departamento de Piscología somática del Naropa Intitute, y no oculta su simpatía por las enseñanzas del Maestro Zen Thich Nhat Hanh. He aquí un extracto de su libro:



Todos queremos adherirnos a los buenos sentimientos y liberarnos de los malos. La mayoría de personas que acuden a mí, vienen con el objetivo de liberarse de emociones y conductas indeseadas y de ponerse en situación de percibir las buenas.  Por un lado, eso tiene sentido. ¿Quién no querría tener una vida satisfactoria? Sin embargo, lo que establece el budismo es que la clave para alcanzar esta existencia reside en nuestro modo de buscarla.

En primer lugar tenemos que aceptar que el dolor existe y se produce. Es difícil que podamos desarrollar nuestra existencia sin pasar por experiencias dolorosas como la agonía de un perro, las magulladuras producidas por una caída, o sufrir alguna injusticia, revés o enfermedad.


La felicidad no surge de apartar el dolor y de pulsar el botón del placer, cosa que nos vuelve adictos, provocándonos indecibles sufrimientos, sino de bailar con el flujo, participando en todo lo que se presenta.  Y así es como llegamos a comprender que la felicidad no tiene que ver con los buenos ratos que hayamos pasado y con los malos tragos que hayamos evitado, sino con estar dispuestos a aceptar la vida tal como se produzca, a afrontarla y a responder a ella según transcurra y fluya. No nos apegamos a los contenidos de la vida, sino que celebramos el proceso mismo de  estar vivo. 

miércoles, 23 de octubre de 2013

El bien y el mal

Cuando el Maestro Zen Bankei celebraba su semana de reclusión y meditación, muchos alumnos de todo Japón acudían. Durante una de esas semanas, un alumno fue sorprendido robando. Bankei fue informado del asunto con la petición de que el alumno debía de ser expulsado, pero Bankei lo ignoro. 

Por segunda vez sorprendieron al mismo alumno robando, y de nuevo lo llevaron ante Bankei, quien volvió a dejarlo pasar por alto. Esto enfadó mucho al resto de alumnos, que firmaron una petición para que el ladrón fuera castigado con la expulsión. Si el maestro no lo hacía, amenazaban con irse todos en bloque.

Cuando Bankei leyó la petición llamo a todos los alumnos delante de él. “Sois alumnos inteligentes", les dijo, "sabéis lo que está bien y lo que está mal. Podéis ir a otro sitio a estudiar si así lo deseáis. Pero este pobre alumno mío ni siquiera distingue el bien del mal. Si yo no le enseño ¿quién lo hará? Voy a dejarle permanecer aquí aunque todos los demás os marchéis."

Un torrente de lágrimas broto de los ojos del alumno que había robado. Todo deseo de volverlo a hacer había desaparecido.

Historia Zen

jueves, 17 de octubre de 2013

La búsqueda de la santidad


Meditación es ver el conmovedor y siempre cambiante movimiento de la vida. El hombre que ha progresado de ser un pecador a ser un santo, ha pasado de una ilusión a otra. Todo este movimiento es una ilusión. Cuando la mente lo ve, no crea más ilusiones, deja de medir. Por lo tanto, el pensamiento termina en relación con ese llegar a ser mejor. De ahí surge un estado de liberación, y esto es sagrado. Esto solo, puede quizás recibir aquello que es eterno.

- J. Krishnamurti




Querer ser un santo no es más que un esfuerzo de la mente por crear otra careta para ganar aceptación social, ya sea del mundo o de un reducido grupo de personas. La mayoría de la religiosidad del mundo está orientada a la fabricación de santos. Para lograr este fin, las personas se engañan ellas mismas reprimiendo en su inconsciente aquello que es contrario a la imagen de santos que quieren fabricar.

El verdadero santo nunca buscó convertirse en santo. Su santidad es el resultado natural de soltar todo, incluso el deseo de ser un santo. Soltar todo es la renuncia suprema a todas las expectativas creadas por la mente y el ego. Y al mismo tiempo es la entrega suprema al fluir natural de la vida –al que algunos llaman la Voluntad de Dios.

El verdadero santo nunca busca parecer un santo. Por ello no busca esconder sus flaquezas ante los demás. En cambio, el que busca ser santo, esconde sus debilidades para mantener su imagen ante el mudo. Buscando la santidad nunca la encontrarás, sólo desarrollarás un ego más bonito y más esbelto, un ego que habla de amor y medita largas horas, nada más.

La propuesta de Krishnamurti, que puse al principio de este artículo, es la de limitarnos a ser el Testigo de la mente y sus funcionamiento. Cuando observamos a la mente y al ego con sus juegos infantiles, entramos en otro nivel de la Consciencia; un nivel en el cual somos un observador imparcial que no se afecta ni se identifica con nada de lo que observa.

Pero lo más increíble de este observar, es que al hacerlo la mente se transforma, el ego se disuelve. Aquello que es observado de esta forma nunca queda igual, siempre hay un cambio, una transformación. De hecho, el éxito del ego radica en hacer que nos identifiquemos con él. Pero cuando lo observamos, este pierde su poder y se disuelve en ese instante. Esto que parece mágico es el poder científico y transformador de la Autoconsciencia, el arte de ver sin identificarse.

Cuando hacemos esto, no se busca convertirnos en santos o en personas mejores. En la observación no puede haber expectativas de ninguna clase. En ese momento entramos al Vacío absoluto, un vacío en el cual ya no hay mente ni noción de un “yo” personal que pueda ser afectado por lo que ve. De este modo nos convertimos en el espacio vacío y los pensamientos son solamente pájaros que cruzan sin dejar rastro alguno. Entonces deviene la santidad sin buscar ni desear jamás ser santos. Cuando la santidad llega de esta manera, no nos apegamos a ella y no necesitamos hacer un esfuerzo mental por sostenerla. Ni siquiera nos apegamos a eso porque en el Vacío la palabra santo es también una creación de la mente.

sábado, 12 de octubre de 2013

Soy Pura Consciencia


Juan Carlos Savater es un autor español del Vedanta Advaita, o el Conocimiento de la no-dualidad. Por medio de su página “Una sola esencia” comparte su  conocimiento interno, y en su libro: “Certeza del Ser” condensa la esencia del Ser que está más allá de la absurda necesidad humana de fabricar un método para conocer Aquello que somos, Eso que se manifiesta por sí mismo de forma natural cuando estamos dispuestos a soltar toda identificación con el pensamiento. He aquí algunos extractos de su libro en los cuales el autor habla desde lo más profundo de la Consciencia:

Cualquier camino que el hombre recorra es Mi camino. No importa por dónde vaya, le llevará hasta Mí.

Soy Pura Consciencia sin esfuerzo ni elección.

Soy el que habita en el corazón de cada criatura. Yo Soy su comienzo, soy su tiempo de existencia y Soy también el final de todos los seres.

La sensación Yo Soy, Yo Existo, no es otra cosa que el Señor. Este sentido impersonal de presencia en el momento presente, es la única verdad.

La Pura Consciencia no puede olvidarse de Sí Misma. El sol no conoce ni días ni noches. No necesitas nada, simplemente eres. Todas las cosas del día han tenido lugar en ese estar despierto. Vienen y van. Tú eres ese infinito espacio cada día, esa Pura Consciencia, ese estar despierto. Todo lo demás son adornos.

No importa cómo son los acontecimientos, siempre son Pura Consciencia. Incluso cuando suceden cosas terribles, mira a través de las apariencias y recuerda la Pura Consciencia. La Pura Consciencia misma nunca es tocada. La Vida vive de vida, no puede conocer la muerte. Todo miedo es una imagen en el futuro o en el pasado, nunca trata de lo que es. Lo que es siempre puede manejarse.

Todo lo que tienes que hacer es ver la nube que surge y dejarla ser. No necesitas fijarte en la nube. Mantén tu barca vacía. Ni tratar de eliminar la ilusión, Ni buscar lo que es real. La auténtica naturaleza de la ignorancia, tal como es, es Pura Consciencia. Despertar y regresar a la realidad es lo esencial.

El río mientras es río, no puede ser uno con el océano. Tanto el yo como el mundo llevan la marca de la Pura Consciencia que son:

El yo no puede ser pluralizado y el mundo no puede existir sin relación a la consciencia. Este ego o yo nunca estuvo aquí y nunca se irá porque nunca fue. La única realidad que permanece es este Conocer. Este Amor de ser. No tiene forma. No puede describirse pero tampoco negarse.

El yo no puede hacer nada, pero lo creemos así porque estamos enfocados en el pensamiento. Lo que es en el momento presente, es la Voluntad del Señor.

Sólo somos individuos durante la vigilia y los sueños, nuestra pura naturaleza es la más alta Realidad, Pura Consciencia, como se revela en el sueño profundo. La Pura Consciencia es la constante esencia de la vigilia, el sueño y el sueño profundo. Cada día los seres, regresan al Señor en el sueño profundo. La Pura Consciencia del sueño profundo es el sereno océano en el que nos sumergimos, en el que estamos inmersos eternamente, con el que somos idénticos a la Vida en el más amplio sentido posible.

El fin o propósito de la existencia humana no es en absoluto hacerse uno con la Verdadera Naturaleza. La Verdadera Naturaleza de seres humanos, criaturas e incluso objetos inanimados, es ya la Verdad, la Consciencia y la Dicha. Lo que debe alcanzarse no es ni la desaparición de las diferencias o divisiones, ni su destrucción, sino el final de la creencia en su realidad. Todas las diferencias o divisiones surgen sólo desde el punto de vista de la ignorancia y no existen en absoluto aparte de la Verdadera Naturaleza que es Pura Existencia, Pura Consciencia y Pura Dicha.

Soy Pura Consciencia sin esfuerzo ni elección.

Cualquier camino que el hombre recorra es Mi camino. No importa por dónde vaya, le llevará hasta Mí.
Juan Carlos Savater

miércoles, 9 de octubre de 2013

¿Aún eres prisionero?

Por Anthony de Mello


Un ex-convicto de un campo de concentración nazi  fue a visitar a un amigo que había compartido con él tan penosa experiencia.

“¿Has olvidado ya a los nazis?”
 Le preguntó a su amigo.

“Sí”, dijo este.

“Pues yo no. Aún sigo odiándolos con toda mi alma.”

Su amigo le dijo apaciblemente:

“Entonces, aún siguen teniéndote prisionero.”


Reflexión: Nuestros enemigos no son los que nos odian, sino aquellos a quienes nosotros odiamos

sábado, 5 de octubre de 2013

Solamente hay un Maestro

No adores a los maestros del pasado, encuentra lo que ello encontraron
Proverbio Zen


Mientras dependamos de maestros externos estaremos negando la realidad de nuestro Ser. Pero hay algo mucho más profundo en esto: solamente existe el Ser Uno. Por lo tanto, todos los maestros externos son expresiones de esa Consciencia, todos son olas del mismo Océano que YO SOY.

El Ser que habita en los maestros no es superior al nuestro. Una parte de Dios no puede ser superior a otra porque eso significaría que Dios está fragmentado y en competencia contra sí mismo. Lo que sucede es que el que es maestro ya se descubrió a sí mismo como Dios, mientras el estudiante sigue pensando que es un individuo en busca de un Dios externo.

Si el Ser del maestro es tu propio Ser, entonces la función del maestro externo es la de guiarte a reconocerte a ti mismo como Dios. Pero la gente no ha comprendido esto y creen que el maestro tiene la función de salvarnos y además, solucionar todos nuestros problemas. Es por eso que en la nueva era muestran a los maestros como los tapagoteras por excelencia. ¡Un maestro para cada problema! Aunque esa definición resulta muy cómoda y conveniente, es infantil e inmadura. La gente que piensa así pone a los maestros en altares y los adora, como si con eso pudiéramos despertar a nuestra realidad Divina. En vez de eso, generamos idolatría al ver a Dios en otro y desconocerlo en nosotros mismos, alejándonos así de nuestra realidad.

La solución a todos nuestros problemas no debe buscarse en el maestro externo. La solución a todos los problemas está en la única realidad, el Ser Divino. Los “problemas” –si queremos usar esa palabra- fueron creados por nuestra mente y ella no tiene la solución. Así que al trascender el nivel de la mente estos se esfuman, probablemente sigan allí, pero ya no pueden tocarnos porque ya no somos la mente.

Todos los maestros y maestras que han pisado la Tierra son una expresión bella de nuestro Ser. Cada uno de ellos es una parte nuestra que despertó. No hay muchos Seres, sólo existe el Uno indiviso. Reconocer a los maestros externos, aprender de ellos y escucharlos es parte fundamental de nuestro despertar. Pero el paso definitivo está en reconocer lo que somos en Dios, comprender nuestra Realidad. Cuando esto sucede, no nos alejamos de, ni rechazamos a los maestros externos, al contrario, ahora podemos amarlos con un amor puro que no está controlado por la idolatría o el sentido de inferioridad ante ellos. Ahora sabemos que somos Uno y nada más.

¿Necesita un maestro ser adorado? Ellos carecen de ego, por lo tanto prescinden de todo ese protocolo religioso innecesario. Si queremos agradar al maestro debemos comprender y asimilar su mensaje descubriendo lo que ellos descubrieron: nuestra verdadera Identidad.

martes, 1 de octubre de 2013

Fluir con el río


La mayoría de los psicólogos buscan que el ser humano tenga “un ajuste adecuado al mundo y a los demás, con el máximo de efectividad y satisfacción para el individuo y para la sociedad”. Por otro lado, J. Krishnamurti decía que no es saludable estar adaptado a una sociedad profundamente enferma. Si nos adaptamos al mundo enfermo es porque también estamos enfermos. Pero la locura colectiva no se percibe cuando todos los individuos la comparten. En nuestro mundo es “normal” rechazar a otros por su religión u orientación sexual o convertirnos en consumistas compulsivos siempre dispuestos a obtener aquellos objetos que supuestamente nos dan la felicidad.

Si eso es ser normal, yo no quiero ser normal. El mundo es como un río y todos los individuos son como criaturas de ese río que luchan contra él y nadan contra la corriente. Ellos quieren alcanzar honores, gloria y poder y para ello se enfrentan al río de la vida. Pero yo sólo quiero dejarme llevar por las aguas del río, flotando suavemente y dejar que la corriente me lleve por lugares que desconozco aprendiendo nuevas cosas cada día.

Nadar contra la corriente es lo “normal”. Fluir con el río es sinónimo de locura. El hombre trata con todas su fuerzas de conquistar la naturaleza, las personas religiosas oran para hacer que llueva o deje de llover. Pero yo disfruto de la lluvia cuando llueve y bendigo el sol cuando brilla sobre mi cabeza.

En el Valle del Cauca, lugar donde vivo, hace un tiempo hubo inundaciones que destruyeron cultivos y viviendas. Los gobernantes de la región trajeron a un japonés experto en inundaciones para que les dijera cómo controlar las aguas del río Cauca. El japonés, al estilo Zen, dijo que el río solamente estaba recuperando lo que el hombre le había quitado, él buscaba las antigua ciénagas que habían sido secadas para sembrar. También dijo que había que sembrar lejos del río y construir casas flotantes para sobrevivir a las inundaciones.

Menuda lección la de este hombre. Él nos enseña que no debemos enfrentarnos a la vida –nadar contra la corriente- sino aprender a fluir con la vida. Para lograr esto debemos empezar por aceptar lo que la vida nos trae. Cuando esta nos trae cosas que la mente califica como “malas” o “negativas”, debemos recordar que detrás de esas situaciones siempre hay una bendición escondida. Probablemente no descubramos la bendición inmediatamente, incluso podría pasar mucho tiempo, pero aunque en el momento no entendamos lo que está sucediendo, podemos entregarnos a la vida aceptándola como es y no renegando jamás de lo que esta nos trae.

Cuando rechazamos la experiencia que la vida nos trae entramos en guerra con ella. Estar en conflicto con la vida sólo nos lleva a vivir amargados y llenos de ira. Cuando aceptamos plenamente lo que la vida nos trae, entonces somos uno con ella, de esta manera la vida estará de parte nuestra y las cosas fluirán naturalmente.


Cuando estamos en paz con la vida, entonces la creatividad fluye espontáneamente de nuestro Ser y las soluciones a los conflictos llegan naturalmente. Esa es la magia de Ser. Una magia tan poco comprendida, incluso por los buscadores espirituales que creen que tienen que cambiar la vida para ser felices. Pero si no somos felices aquí y ahora a pesar de las circunstancias, entonces nada será nunca suficiente. La única felicidad verdadera es aquí donde estás y es ahora, porque aunque el mundo parezca hostil, dentro de ti está la fuente inagotable de la paz, el amor y la felicidad verdadera. Sólo basta con una respiraciónpara encontrarla.