La celebración del Halloween se ha convertido en todo
un negocio a nivel mundial, y las personas son programadas por los medios de
comunicación para hacer exactamente lo que ellos quieren que hagan: actuar como
masa. Mientras esto sucede, algunas iglesias están en contra de esta fiesta
aduciendo que tiene orígenes satánicos. Más allá de estas visiones dualistas
acerca de Halloween, hay algo que quiero decir…
En Halloween las personas se ponen máscaras para
ocultar su verdadera identidad. No importa si estamos de acuerdo o no con esa
festividad, el punto es que nos recuerda las máscaras que usamos todos los
días. Vivimos en una sociedad profundamente hipócrita donde se nos enseña a
suprimir nuestras emociones y a sonreír cuando en realidad estamos enojados, a
fingir amabilidad cuando en realidad quisiéramos alejar a esa persona de
nuestras vidas, o a decir que sí, cuando realmente queremos decir que no. Esas máscaras
son peores que las de Halloween, y las usamos todos los días.
Fritz Perls decía que el ser humano es como una
cebolla. Al igual que esta, tenemos muchas capas, una dentro de otra. Cada capa
es una máscara de falsedad que oculta lo que realmente sentimos. Muchas veces sonreímos
a alguien cuando en el fondo tenemos ira hacia él. Pero aunque la ira es la
emoción real que se esconde detrás de la falsa sonrisa, tampoco es nuestro Ser
verdadero. Detrás de la ira puede haber envidia, por ejemplo. Detrás de la
envidia hay miedo por creer que no tendremos lo que el otro posee. Detrás del
miedo hay angustia y vacío existencial porque en el fondo creemos que no somos
dignos de amor.
Si somos lo suficientemente valientes, y observamos
cada máscara que usamos, podremos darnos cuenta de su futilidad y soltarlas sin
mucho esfuerzo. Si tomamos Consciencia plena de la ira que se esconde detrás de
la falsa sonrisa, esa ira ya no podrá controlarnos de forma inconsciente, y
tampoco tendremos que sonreír de forma hipócrita.
La iluminación espiritual llega cuando nos hemos
liberado de todas esas capas que cubren nuestro Ser verdadero. Eso puede ser difícil
y en ocasiones doloroso. Pero recordemos que es el ego el que se resiste y el
que sufre en dicho proceso.
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