viernes, 28 de enero de 2022

El Metaverso y el odio al presente

Por Walter J Velásquez


Hace unos 10.000 la humanidad vivía en el presente mucho más que ahora. Los cazadores recolectores dependían de sus cinco sentidos para detectar el peligro o descubrir una posible fuente de alimento. En ese período, coexistir en armonía con la naturaleza no sólo era una forma de vida sino una necesidad.

Todo eso cambió cuando se desarrolló la agricultura y se domesticaron los primeros animales, el hombre empezó a pensar más en el futuro: “¿Cuánto trigo podré almacenar en la próxima cosecha?” “¿Cómo podré duplicar mi número de cabras para el próximo invierno?” Y no es que planear el futuro sea algo malo. De hecho la planeación es importante. El problema es que el presente dejó de ser esencial, convirtiéndose únicamente en un medio para construir un futuro ideal.

Luego vendría la religión organizada, la cual acabaría convenciéndonos de que la felicidad únicamente se puede encontrar en el futuro: “En el futuro seremos felices cuando vayamos al cielo después de morir”. “En el futuro seremos felices cuando Jesús regrese a la Tierra y establezca su Reino de Gloria”. “En el futuro seremos felices cuando habitemos en el Yanna, al lado del profeta Mahoma y los mártires de la Yihad”. “En el futuro seremos felices cuando alcancemos la iluminación y nos convirtamos en Buda”. “En el futuro seremos felices cuando logremos nuestra ascensión en la luz”. “En el futuro seremos felices cuando después de muchas reencarnaciones alcancemos la Moksha (liberación)”. En el futuro… en el futuro…

Parafraseando a Nietzsche, el cielo futuro es una hipótesis que reúne todo el odio y todo el resentimiento hacía la vida. Las religiones odian la vida, desprecian el presente, evaden el ahora. Pero esto no ocurre solamente a nivel de la religión. Se trata de una actitud persistente en casi todas las culturas. Algunos escapan del presente a traves de las drogas, otros lo hacen por medio de la lectura, otros se escapan de la realidad sumergiéndose en Netflix, HBO Max o Disney+.

¿Por qué despreciamos el presente? La respuesta es que en él encontramos el dolor, la tristeza y el miedo. No queremos sentir nada de eso. Somos una sociedad hedonista que únicamente quiere experimentar placer. ¡Y el placer no tiene nada de malo! El problema es cuando no entendemos que una vida realmente plena es aquella donde el dolor y el placer se acogen de la misma manera. Y no es que yo quiera exaltar el dolor, no. Lo que quiero decir es que la verdadera felicidad únicamente se puede hallar cuando estamos dispuestos a llorar con toda nuestra alma, a reír a carcajadas, a bailar de alegría y a temblar de miedo, a amar con todas nuestras fuerzas y a que nos rompan el corazón en el proceso. Como diría Ernest Hemingway: “Todos estamos rotos, así es como entra la luz.”

Algo que ha caracterizado el odio a la vida que han profesado las religiones es el anhelo de una vida en el más allá. Los líderes de las grandes empresas tecnológicas saben esto y ahora han creado el Metaverso, una plataforma de realidad virtual que tiene como principio la interacción entre usuarios. Mark Zuckerberg lo está vendiendo como un espacio que nos permitirá vivir una segunda vida en línea.

¿Para qué queremos una segunda vida en línea cuando no hemos podido solucionar esta? ¡Esa es la clave! La segunda vida en línea puede ser una vida ideal, fantasiosa, libre de dolor. Queremos tener una vida paralela (en línea) para evadir al dolor que podamos experimentar en nuestro aquí y ahora. La locura se va a desatar cuando las personas empiecen a trabajar en esta vida para comprar terrenos, casas y amantes en su vida paralela.

En conclusión, esto no se trata de demonizar los avances tecnológicos. La tecnología, cuando se usa adecuadamente, puede ayudarnos a ser más conscientes. Hoy en día hay aplicaciones móviles, páginas de Facebook o Instagram y series o películas de las plataformas de streaming que nos invitan a vivir el presente. Así que el problema no es el Metaverso, sino el uso que cada uno le dé.