lunes, 26 de enero de 2015

¿Creer en Dios te hace mejor persona?

J. Krishnamurti
Yo no niego a Dios; sería una necedad hacer tal cosa. Sólo el hombre que no conoce la realidad gusta de palabras sin sentido. El hombre que dice que sabe, no sabe; el hombre que está viviendo la realidad de instante en instante no tiene medios de comunicar esa realidad.
La creencia es una negación de la verdad; la creencia obsta a la verdad; creer en Dios no es encontrar a Dios. Ni el creyente ni el incrédulo encontrarán a Dios; porque la realidad es lo desconocido, y vuestra creencia o no creencia en lo desconocido es una mera proyección de vosotros mismos y por lo tanto no es real. Yo sé que vosotros creéis, y que ello tiene muy poco significado en vuestra vida. Hay mucha gente que cree; millones de personas creen en Dios y hallan consuelo. En primer lugar, ¿por qué creéis? Creéis porque ello os brinda satisfacción, consuelo, esperanza, y decís que ello da sentido a la vida. Vuestra creencia, en realidad, tiene muy escasa significación, porque creéis y explotáis al prójimo, creéis y matáis, creéis en un Dios universal y os asesináis unos a otros. El hombre rico cree también en Dios; explota cruelmente a los demás, acumula dinero y luego edifica un templo o se hace filántropo.
Los hombres que arrojaron la bomba atómica sobre Hiroshima decían que Dios estaba con ellos; los que volaron de Inglaterra para destruir a Alemania decían que Dios era su copiloto. Los dictadores, los primeros ministros, los generales, los presidentes, todos hablan de Dios, tienen inmensa fe en Dios. ¿Y prestan ellos servicios, hacen más feliz la vida del hombre? Los hombres que dicen que creen en Dios han destruido la mitad del mundo, y el mundo está en una miseria completa. Por causa de la intolerancia religiosa, existen las divisiones de la gente en creyentes y no creyentes, divisiones que conducen a las guerras de religión. Ello indica cuán inclinada a la política es vuestra mente.
¿Es la creencia en Dios "un poderoso incentivo para un mejor vivir"? ¿Por qué deseáis un incentivo para mejor vivir? Vuestro incentivo, por cierto, tiene que ser vuestro propio deseo de vivir de un modo puro y sencillo, ¿no es así? Si esperáis algo de un incentivo, no os interesa el hacer la vida posible para todos sino tan sólo vuestro incentivo, que es diferente del mío; y nos pelearemos por el incentivo. Mas si vivimos felices juntos, no porque creamos en Dios sino porque somos seres humanos, entonces compartiremos enteramente los medios de producción a fin de producir cosas para todos. Por falta de inteligencia aceptamos la idea de una "super-inteligencia" a la que llamamos "Dios"; pero este "Dios", esta "super-inteligencia", no habrá de brindarnos una vida mejor. Lo que conduce a una vida mejor es la inteligencia más allá de lo que entendemos por esto; y no puede haber esta inteligencia si hay creencia, si hay divisiones de clase, si los medios de producción están en manos de unos pocos, si hay nacionalidades aisladas y gobiernos soberanos. Todo eso, evidentemente, indica falta de una verdadera inteligencia, y es la falta de esta inteligencia lo que impide un mejor vivir, no el no creer en Dios.


sábado, 17 de enero de 2015

Mecanismos de defensa del ego - Parte II: La Transferencia

La transferencia, otro de los mecanismos que mantienen viva la ilusión del ego, consiste básicamente en un error de percepción. En lugar de percibir un objeto tal como es, el individuo transfiere lo que recuerda de una percepción anterior sobre su experiencia actual. Un ejemplo de esto es la rosa. Desde niño has visto muchas rosas y has aprendido un cierto número de cosas sobre esta flor. Esto ha hecho que crees una imagen mental de la rosa la cual has almacenado en tu cerebro. De este modo, cuando observas una rosa en el aquí y ahora, no entras en contacto con esa flor única y exclusiva que se encuentra ante tu vista, sino que transfieres o superpones a esta, la imagen mental previamente almacenada. Con esto hace que te pierdas de ver la vida tal como es y lo único que observas es una proyección de tus propios recuerdos e imágenes mentales que has creado del mundo.

De este modo, la transferencia consiste en proyectar algo del pasado en el presente. Por ejemplo, si en el pasado tuviste una experiencia dolorosa con una mujer y ahora crees que todas las mujeres son iguales a esa, estás atrapado en la transferencia. Si de niño fuiste asaltado por una persona de una raza determinada y ahora miras con desconfianza a todos los miembros de esa raza, estás atrapado en el mecanismo de transferencia. También sucede cuando buscas una esposa o un esposo que se parezca a tu madre o padre, respectivamente. En este caso tan común, buscas transferir los elementos maternos o paternos en la pareja, lo cual da lugar a relaciones muy conflictivas ya que en lugar de aceptar a tu pareja tal como es, buscas afanosamente que se parezca al ideal que has creado en tu cabeza.

También ocurre que transferimos a Dios el carácter humano de un padre castigador y vengativo convirtiendo a Dios en un concepto mental carente de verdad. Otra forma de transferencia ocurre cuando, de manera inconsciente, somos atraídos por un líder político o religioso ya que transferimos en él o ella la imagen de un padre o una madre ideal. Esto puede llevarnos a caer en una relación dependiente con nuestro gurú o maestro lo cual termina aboliendo nuestra capacidad para Ser el Ser.

La raíz de muchos conflictos con nuestros jefes, profesores u otras figuras de autoridad es que transferimos en ellos elementos amados u odiados de nuestros propios padres. En el psicoanálisis, se habla de transferencia cuando el paciente proyecta a su padre o madre en el terapeuta, llegando a odiarlo o a enamorarse de este, de acuerdo al tipo de relación que haya tenido con sus progenitores.

Para liberarnos de la transferencia es necesario empezar a ver la realidad en el Aquí y Ahora tal como es, y libre de los recuerdos del pasado. Para profundizar más en este tema te invitamos a leer un artículo anterior donde hemos hablado al respecto.


sábado, 10 de enero de 2015

El Árbol de los deseos

Por Osho
Una vez un hombre estaba viajando y entró al paraíso por error. En el concepto indio del paraíso, hay árboles que conceden los deseos. Simplemente te sientas bajo uno de estos árboles, deseas cualquier cosa e inmediatamente se cumple no hay espacio alguno entre el deseo y su cumplimiento. El hombre estaba cansado, así que se durmió bajo un árbol dador de deseos. Cuando despertó, tenía hambre, entonces dijo: "¡Tengo tanta hambre! Ojalá pudiera tener algo de comida". E inmediatamente apareció la comida de la nada simplemente flotando en el aire, una comida deliciosa. Tenía tanta hambre que no prestó atención de dónde había venido la comida. Cuando tienes hambre, no estás para filosofías. Inmediatamente empezó a comer y la comida estaba tan deliciosa! Una vez que su hambre estuvo saciada, miró a su alrededor. Ahora se sentía satisfecho. Otro pensamiento surgió en él: "Si tan sólo pudiera tomar algo!" Y por ahora no hay ninguna prohibición en el paraíso, de modo que de inmediato apareció un vino estupendo. Mientras bebía este vino tranquilamente y soplaba una suave y fresca brisa bajo la sombra del árbol, comenzó a preguntarse: "Qué está pasando? ¿Estoy soñando o hay fantasmas que están jugándome una broma?" Y aparecieron fantasmas feroces, horribles, nauseabundos. Comenzó a temblar y pensó: "Seguro que me matan!" Y lo mataron. 

Esta es una antigua parábola, de inmensa significación. Tu mente es un árbol dador de deseos: pienses lo que pienses, tarde o temprano se verá cumplido. A veces, la brecha es tan grande que te olvidas por completo que lo deseaste, de modo que no puedes reconocer la fuente. Pero si observas profundamente, hallarás que todos tus pensamientos te están creando a ti y a tu vida. Crean tu infierno, crean tu cielo. Crean tu desgracia y tu alegría, lo negativo y lo positivo... Cada uno es aquí un mago. Cada uno está hilando y tejiendo un mundo mágico en torno de sí mismo... y luego es atrapado. La araña misma es atrapada en su propia tela. No hay nadie que te torture excepto tú mismo. Y cuando se comprende ésto, las cosas comienzan a cambiar. Entonces puedes modificarlo, transformar tu infierno en cielo; sólo se trata de pintarlo con una visión diferente... Toda la responsabilidad es tuya. Y entonces surge una nueva posibilidad: puedes dejar de crear el mundo. No hay necesidad de crear ni en el cielo ni en el infierno, no hay ninguna necesidad de crear nada. El creador puede descansar, jubilarse. Y la jubilación de la mente es la meditación.

martes, 6 de enero de 2015

No cambies

El siguiente poema de Anthony de Mello nos recuerda el gran poder de la aceptación. Muchas veces queremos cambiar a los demás y para ello les damos sermones y consejos. El único cambio que podemos generar de esta manera, es un cambio superficial que se da por represión. Pero cuando aceptamos al otro tal como es, esto puede ayudar a que la persona se acepte plenamente así misma, a continuación de esto se empieza a producir un cambio radical y duradero que surge desde lo profundo de su Ser.



Durante años fui un neurótico.
Era un ser angustiado deprimido y egoísta.
Todo el mundo insistía en decirme que cambiara.
No dejaban de recordarme lo neurótico que yo era.
Y yo me ofendía, aunque estaba de acuerdo con ellos, y
deseaba cambiar, pero no acababa de conseguirlo por mucho que lo intentara.

Lo peor era que mi mejor amigo tampoco dejaba de recordarme lo neurótico que estaba.
También insistía en la necesidad de que yo cambiara.
También estaba de acuerdo y no podía sentirme.
Me sentía tan impotente y como atrapado.

Pero un día mi mejor amigo me dijo:

No cambies. Sigue siendo tal como eres.
En realidad no me importa que cambies o dejes de cambiar. Yo te quiero tal como eres y no puedo dejar de quererte
”.

Aquellas palabras sonaron en mis oídos como música:

No cambies. No cambies. No cambies…. Te quiero…

Entonces me tranquilicé. Y me sentí vivo.
Y, ¡oh maravilla! cambié.

Ahora sé que en realidad no podía cambiar hasta encontrar a alguien que me quisiera, prescindiendo de si cambiaba o dejaba de cambiar.




NO CAMBIES  (Anthony de Mello)

El siguiente poema de Anthony de Mello nos recuerda el gran poder de la aceptación. Muchas veces queremos cambiar a los demás y para ello les damos sermones y consejos. El único cambio que podemos generar de esta manera, es un cambio superficial que se da por represión. Pero cuando aceptamos al otro tal como es, esto puede ayudar a que la persona se acepte plenamente así misma, a continuación de esto se empieza a producir un cambio radical y duradero que surge desde lo profundo de su Ser.

Durante años fui un neurótico.
Era un ser angustiado deprimido y egoísta.
Todo el mundo insistía en decirme que cambiara.
No dejaban de recordarme lo neurótico que yo era.
Y yo me ofendía, aunque estaba de acuerdo con ellos, y
deseaba cambiar, pero no acababa de conseguirlo por mucho que lo intentara.

Lo peor era que mi mejor amigo tampoco dejaba de recordarme lo neurótico que estaba.
También insistía en la necesidad de que yo cambiara.
También estaba de acuerdo y no podía sentirme.
Me sentía tan impotente y como atrapado.

Pero un día mi mejor amigo me dijo:

No cambies. Sigue siendo tal como eres.
En realidad no me importa que cambies o dejes de cambiar. Yo te quiero tal como eres y no puedo dejar de quererte
”.

Aquellas palabras sonaron en mis oídos como música:

No cambies. No cambies. No cambies…. Te quiero…

Entonces me tranquilicé. Y me sentí vivo.
Y, ¡oh maravilla! cambié.

Ahora sé que en realidad no podía cambiar hasta encontrar a alguien que me quisiera, prescindiendo de si cambiaba o dejaba de cambiar.