jueves, 10 de noviembre de 2016

Canto a la Vida


Muchas religiones profesan de manera inconsciente un odio implícito a la vida. Ellos han puesto un cielo en el “más allá” como un ideal fantasioso, descuidando su existencia en el “más acá” de manera absurda.

Estas personas desprecian el cuerpo y lo someten a toda clase de privaciones y ayunos. Desprecian el sexo porque el sexo es vida, desprecian el mundo y por ello sueñan con proyecciones astrales, todo lo que sea, con tal de escapar de este mundo que les resulta insoportable.

Odian el mundo, son incapaces de vivir en el Ahora y su mente siempre está ansiosa por escapar a un futuro mejor. Ellos se desensibilizan, se anestesian con sus canticos y rituales muertos, para evitar entrar en contacto con sus emociones. No quieren sentir el dolor emocional, por ello entran en conflicto con él y lo reprimen, sin saber que lo único que logran es alimentarlo y hacerlo más fuerte.

Sus religiones son una evasión diaria al momento presente. Viven atados al pasado o al futuro por medio de una doctrina muerta que desprecia el Aquí y Ahora. Desconfían de su propio Ser, por ello son adictos a los “libros sagrados” y a los gurúes y pastores que se erigen a sí mismos como una autoridad terrenal.

Es en el presente donde confluye el Universo. Aquí y Ahora se te está dando todo. Tu cuerpo mismo está hecho de polvo de estrellas, eres uno con el Todo, eres el Cosmos. Pero ellos no pueden verlo, están ciegos en su afán de escapar de la realidad.

Sólo en la medida en que aprendemos a vivir Aquí y Ahora, recibiendo lo que llega y soltando lo que se va, podemos fluir en el Río de la Vida. Para hacer esto no necesitamos libros ni doctrinas. No hay nada que aprender y nada a lo que debamos adherirnos. En realidad se trata de soltar y de hacer cosas tan sencillas como advertir nuestra respiración, darnos cuenta de nuestro caminar, observar los pensamientos y sentir las emociones que surgen como nubes flotantes y que se disuelven ante el fuego de la Consciencia. Hacer estas cosas es volver a la vida, celebrar la vida, Ser la vida. Todo lo demás: el filosofar sobre la vida, seguir a otros o despreciar el momento presente, es la muerte.

Vivir en el momento presente, al principio puede ser una experiencia angustiante, pero al poco tiempo nos daremos cuenta de cómo el dolor se disuelve y empezamos a experimentar un fluir constante y una confianza total en que este momento siempre es perfecto Aquí y Ahora, porque este momento –sin importar cómo se presente- trae la experiencia exacta que necesitamos para Despertar a la Vida.


viernes, 14 de octubre de 2016

Somos Uno

Por Walter Javier Velásquez


 Mucho se ha hablado hoy en día acerca del concepto de la unidad de todas las cosas. Para explicar este concepto a veces se recurre a dilucidaciones metafísicas complejas, cuando en realidad, la Unidad de todas las cosas es algo evidente en la naturaleza. Si a las personas les cuesta darse cuenta de ello, es por el condicionamiento que han recibido en una sociedad que promueve el individualismo y la competencia y que ve a la naturaleza como un territorio al que hay que conquistar, en vez de verla como una extensión de nosotros mismos.

Desde el punto de vista de la mente, puede ser complejo entender que todos los seres somos Uno. Una buena analogía sería la siguiente: piensa en la comunidad de aproximadamente 37 billones de células que componen tu cuerpo. Existen tipos de células muy variadas como las neuronas del sistema nervioso y los osteocitos que conforman los huesos. Cada célula cumple una función específica y necesita de las demás para funcionar. Existen algunos trastornos del funcionamiento del organismo como el cáncer y las enfermedades autoinmunes, donde las células se atacan entre ellas destruyendo el cuerpo, y por tanto, destruyéndose a sí mismas.

Ahora pensemos en el Planeta como un organismo, una gran comunidad compuesta por billones de células de tipos muy variados (plantas, animales y humanos). Si las células de este organismo llamado Tierra trabajan en armonía con las demás, el planeta en sí mismo estará saludable. Pero, si las células empiezan a aniquilarse entre ellas, como un cáncer que hace metástasis en todos los órganos, deviene la enfermedad y la muerte. De alguna manera, muchos seres humanos se comportan como un cáncer destruyendo al mismo cuerpo que le da la posibilidad de existir. El consumismo exagerado, las guerras, la desigualdad social, y la destrucción de la naturaleza están llevando al organismo llamado Planeta Tierra a su límite de una manera acelerada.

Con lo dicho anteriormente no quiero generar una imagen pesimista de la humanidad. De hecho, estamos en un momento de la historia donde está ocurriendo un despertar global como nunca antes se había visto. Los avances en la ecología, la teoría general de los sistemas y la medicina holística están generando la comprensión de que no somos individuos separados del todo. De hecho somos parte de ese todo y nuestras decisiones afectan a ese gran organismo llamado Tierra.

Las guerras y la destrucción son un reflejo de lo que hay en el inconsciente colectivo de la humanidad. Por ello, la mejor forma de ayudar es haciéndonos cada vez más Conscientes ya que el inconsciente colectivo es afectado por cada persona que empieza a darse cuenta de la Unidad. El despertar de un individuo afecta a todas las células denominadas “raza humana”, lo cual a su vez genera un impacto en las demás células llamadas “arboles”, “ballenas” u “osos andinos”, por citar algunos ejemplos.

Para entender esto podemos utilizar la Teoría del Campo, la cual sugiere que la humanidad es la suma de individuos que están organizados e interconectados de una forma interdependiente donde cada decisión individual afecta a los demás por medio de un efecto dominó, que muchas veces no es perceptible a simple vista. La Teoría del Campo dice que ningún hecho debe tomarse como algo aislado. Si alguien hace explotar una bomba en alguna ciudad, ese alguien no lo hizo simplemente por que sí. Detrás de ese individuo existe toda una conexión con los factores culturales y sociales donde se desarrolló. Y a su vez, su conducta de hacer explotar la bomba, afecta el Campo alrededor de ese suceso de una forma directa. De igual manera, aunque en sentido inverso, sucede cuando alguien lleva a cabo un acto de amor a favor de otro ser humano, planta o animal.

Así que piensa en el impacto que generas cuando maltratas o humillas a alguien. Ese individuo descargará su frustración con otras personas y así sucesivamente en una cadena interminable. De igual manera cuando brindas apoyo, amor o compasión, si quien lo recibe es suficientemente receptivo, transmitirá ese sentimiento a otros que a su vez lo llevarán a otros generando un impacto global como en la película “Cadena de favores”.

Para la Terapia Gestalt, el individuo es visto como un organismo en relación constante con su entorno. De hecho, cada vez que respiramos, excretamos o ingerimos alimentos estamos interactuando con el entorno que nos rodea. ¡Nadie, por más independiente que se crea, puede existir sin interactuar con el entorno!

Así que si te percibes a ti mismo, no como un individuo separado, sino como parte de un Todo más grande puedes empezar a hacerte consciente de cómo tus decisiones afectan ese organismo llamado Tierra. Si con tus hábitos de consumo estás destruyendo a otros organismos, ten en cuenta de que puedes estar actuando como el cáncer que destruye a otras células sin saber que al matar el cuerpo en realidad se está matando a sí mismo.

El concepto de que somos Uno no se queda únicamente en nuestra existencia dentro de la Tierra. De hecho, la vida en este planeta se ha desarrollado debido a su interacción constante con el Universo. Por ejemplo, los minerales que facilitan la existencia de la vida proceden de estrellas que han explotado o han llegado provenientes de otros mundos a través de los meteoritos que han impactado la superficie terrestre a lo largo de millones de años. Tampoco existiría la vida sin los rayos del sol que provienen de la estrella más cercana, el sol, ni tendríamos mareas sin la influencia magnética de la luna. Por lo tanto, todo el Universo ha conspirado de una u otra manera para que podamos estar sentados Aquí y Ahora leyendo este artículo.

Así que cuando decimos que somos Uno, no estamos hablando en sentido metafórico, se trata de una realidad que no puede rebatirse. Detrás de los billones de personalidades humanas, de las diversas especies de plantas o de las estrellas que viajan por el Universo hay Una sola Consciencia, un solo Campo, una sola vida. Por ello la mejor comprensión que podemos tener del Yo Soy, es cuando nos damos cuenta en silencio de que Yo Soy el Universo.

Así que la próxima vez que veas a un vagabundo durmiendo debajo de un puente, no lo mires con desdén o lastima. Más bien recuerda: “Es una parte mía que no ha despertado”, y cuando encuentres a un Buda al caminar por la playa, piensa: “Es una parte mía que ya despertó”. Así derribas la brecha mental de la separación y entiendes que eres Uno con el Todo porque eres el Todo. Entonces te darás cuenta de que la urgencia suprema es hacerte Consciente para transmitir Consciencia al Universo, que es tu cuerpo extenso.



sábado, 27 de agosto de 2016

Los 12 comportamientos que denotan que estás identificado con el ego


Por Walter J. Velásquez


El ego es la ilusión de una personalidad que ha sido proyectada a partir de los recuerdos guardados en la mente y de la interpretación de esos recuerdos. Estamos evolucionando hacía una Consciencia Transpersonal en la que empezamos a comprender que no somos un “yo” separado, sino una parte de un Todo más grande. En ese punto nos empezamos a dar cuenta de que el “Yo Soy” no se refiere a una entidad particular, descubrimos que el “Yo Soy” es el Universo mismo.

Por supuesto, todo esto es un proceso gradual donde todavía tenemos vestigios de la identificación con el ego. A continuación, conocerás algunos comportamientos y maneras de comunicarte que muestran que todavía estás identificado con el ego. La buena noticia es que puedes empezar a cambiarlos ahora mismo para ir haciendo tu transición hacía la Consciencia Universal.

Aclaro que esta no es una lista definitiva ni pretende ser la última, simplemente es un punto de partida para que empieces a observarte y darte cuenta de la forma en que actúa el ego. Tampoco se trata de una serie de “reglas” morales que debes cumplir, son pautas que te ayudarán a ser más auténtico y expresarte sin las pesadas cadenas del condicionamiento.

Uno: Creer que los demás afectan la forma en que te sientes. Esta es una mentira básica del ego. Nadie me hace sentir enojado, triste o decepcionado. Soy responsable de lo que siento. No es lo que hagan los demás, sino lo que pienso acerca de lo que hacen los demás, lo que ocasiona que me sienta de una determinada manera. Eleanor Roosvelt dijo: “Nadie puede herirte sin tu consentimiento”. Así que la próxima vez que te enojes al conversar con alguien, recuerda que eres responsable por esa emoción y no culpes al otro.

A continuación, algunos ejemplos de Julia Z. de Baranchuk, autora del libro “Atención Aquí y Ahora”:
  • Tú eres cruel conmigo. (Yo me siento mal contigo y eso no califica tu conducta).
  • Tú eres demasiado dominante. (Yo me someto a ti... y me hago cargo de mi conducta).
  • Hay malestar en el ambiente (Yo me siento mal aquí).
  • Tengo la espalda tensa (Yo tenso mi espalda).
Dos: Interpretar el comportamiento de los otros: Al ego le encanta interpretar el por qué una persona se comporta de esta o aquella manera. Según Julia Z. de Baranchuk, “Interpretar significa asegurar que uno conoce las motivaciones del prójimo para hacer o decir lo que hace o dice”. Si alguien no te saluda en la calle o parece estar enojada contigo, no inventes hipótesis acerca de su comportamiento, en vez de eso, preguntale. Tus interpretaciones son proyecciones de ti mismo, en cambio si le preguntas a esa persona cómo se siente, te podrá aclarar sus verdaderas motivaciones para comportarse así. Muchas veces nosotros mismos desconocemos las motivaciones de lo que hacemos ¿Cómo podríamos conocer las motivaciones de otros?

Tres: Reprimir las emociones: Al ego le gusta reprimir sus emociones para sentir que encaja en la sociedad. Para Julia Z. de Baranchuk, reprimir “es realizar algún tipo de maniobra para evitar que una emoción siga su curso completo, que se resuelve en acción”. La represión de las emociones hace que esa energía se dirija contra nosotros mismos generando la enfermedad psicológica como la depresión, o la enfermedad física como la gastritis o el estreñimiento. Permite que la emoción emerja, observala sin juzgarla, haste consciente de ella y podrás notar la gran transformación que ocurre en ti. Ver más sobre este tema.

Cuatro: Manipular a otros. Para Julia Z. de Baranchuk, “La manipulación consiste en expresar, sin franqueza, una orden. Una conducta violatoria del otro, por cuanto le impide ejercer su voluntad con libertad, y se ve generalmente entrampado haciendo algo, sin darse cuenta si lo desea o no.” Un ejemplo de esto es decirle a alguien: “Tú que siempre has sido una buena persona y que te gusta ayudar al projimo ¿podrías ayudarme con este problema?” Aquí hay una manipulación clara en la cual comprometes de antemano al otro, condicionandolo para que de la respuesta que tu deseas. Lo adecuado sería pedirle lo que quieres sin prepararlo para que responda de la manera que esperas.

Cinco: Responder por los demás. Imagina a un padre de familia, que ante la pregunta de un amigo que lo invita a cenar a él y a sus hijos responde: “Nosotros no tenemos hambre”. Este es un comportamiento tipico del ego que responde por otros, negandoles la oportunidad de expresar por ellos mismos sus necesidades. No respondas por nadie, permite que las personas bajo tu cargo expresen su propia opinión aunque esta sea igual o contraria a la tuya. Evita comportarte como un dictador.

Seis: Generalizar tus opiniones. Frases como: “Esa película es horrible”, “Los langostinos son desagradables” o “Esa música es lo peor” denotan que estás muy atrapado en tu ego. Es como si creyeras que tu ego es el centro del Universo y por lo tanto, tus opiniones son universales. Cuando hablas de esta manera limitas a otros para que expresen sus opiniones, especialmente si tus interlocutores te miran como una figura de autoridad. Lo adecuado sería decir: “Para mí, esa película es horrible”, “A mí me parece que los langostinos son desagradables” o “Yo creo que, esa música es lo peor”. Cuando te expresas de esta manera reconoces que lo que dices no es una “Ley Universal” sino tu opinión personal. Con esto dejas en libertad al otro de expresar si está o no deacuerdo con lo que dices.

Siete: Los “deberías”. Frases como “Yo debo comportarme bien” o “Tengo que ser un buen padre”, denotan que no eres realmente libre en lo que haces. Si empiezas una frase con “debería” o “tengo que”, estás mostrando que haces lo que haces de manera inconsciente para quedar bien con alguien más (puede ser la sociedad misma o tus padres, aunque hayan muerto). Julia Z. de Baranchuk propone que cambiemos el “Tengo que” por “Elijo”, para sentir si lo que decimos está en real sintonía con nosotros o no. He aquí algunos ejemplos:
  • “Debo ser considerado con los demás (Elijo o no elijo, ser considerado).
  • “Tengo que escribir sobre mis experiencias” (Elijo hacerlo... y ésta elección me da placer, mientras que si la vivo como un "tengo que" sólo experimento agobio).
Si construyo la oración utilizando los verbos de querer, elegir, etc. ocurre que me es fácil darme cuenta si realmente elijo o quiero lo que estoy afirmando hacer, o nada tienen que ver conmigo. "¿Elijo, quiero hacerlo?”. Respuestas posibles: "Sí, quiero'. En este caso, decírmelo de esta manera, no sólo me ayuda a darme cuenta de lo que quiero, sino que hasta me impulsa a la acción, por el mero hecho de obligarme a ser coherente; "No, no quiero" y me hago responsable de esta acción suspendida. Esto es bastante distinto del fastidioso "tengo que", “No puedo”, “Me es imposible”, “Soy incapaz” los cuales evitan la responsabilidad de la negativa. Por otro lado, "No quiero" me expone a los ojos de mi interlocutor.”

Ocho: El ego siempre pregunta por qué. Cuando nos sucede alguna crisis y preguntamos: “Por qué me ocurre esto amí”, estamos buscando un culpable. Las respuestas posibles pueden ser: “Por culpa de mi estupidez”, “Es culpa de mis padres que me abandonaron cuando era niño”, “Es culpa del gobierno”, etc. Una forma de salir de la necesidad de juzgar y acusar a alguien o algo es cambiar el “Por qué” por el “Para qué”. En el primer ejemplo podemos preguntar: “¿Para qué me ocurre esto a mí?”, entonces pueden surgir respuestas como: “Para que aprenda a ser más humilde”, “para que valore mejor lo que la vida me ha dado”, etc. Reemplazar el “Por qué” por el “Para qué” es un cambio de paradigma formidable que le dará otro sentido a tu vida.

Nueve: Dar consejos. Al ego le encanta dar consejos, y aunque en nuestra sociedad eso se ve como algo positivo, en realidad es una forma de manipular a otro. Cualquier consejo que des es una intromisión en el libre albedrío de la otra persona. Todo consejo que das es una expresión de tus propias necesidades y condicionamientos, que no necesariamente encajan en la realidad del otro. En vez de dar consejos puedes realizar las preguntas correctas para que la persona llegue a sus propias conclusiones. Si una mujer te cuenta que su marido la golpea, no le aconsejes que lo abandone, eso es una intromisión seria. Más bien podrías hacer preguntas como: “¿Sientes que ese es el trato que mereces?”, si ella responde que no, entonces puedes preguntar: “¿Qué hace que sigas con él?”, “¿Que otras opciones tienes?”. De esta manera le ayudarás a darse cuenta no sólo de la situación, sino que ella empezará a entender qué es lo que le conviene o no, y las diferentes opciones que posee de acuerdo a sus propios recursos.

Diez: Ver el mundo en blanco y negro. El ego ve el mundo en dos colores, o algo es absolutamente malo o absolutamente bueno. Lo errado de esta forma de pensar es que una vez que se emite uno de estos dos juicios sobre alguien o algo, es difícil contemplar otros puntos de vista. Esto sucede mucho en la religión o en la política cuando juzgamos a alguien de acuerdo a nuestro propio condicionamiento. La solución no es ver el mundo en gris ni pensar que todo es relativo. La solución es mirar a las personas y situaciones sin ideas preconcebidas para poder ver toda la gama de matices del arcoiris que posee. Así podrás ver que alguien a quien consideras “malo”, puede tener la razón en ciertos momentos y alguien a quien calificas como “bueno”, también puede equivocarse. Esta es una visión más ampia del mundo.

Once: Juzgar a otros. Al ego le encanta juzgar a los demás y usar etiquetas para categorizarlos. Los juicios que hacemos siempre dependen de nuestra propia escala de valores, la cual está contaminada por el ambiente en que crecimos. En vez de juzgar es mejor tratar de comprender los comportamientos de otros de acuerdo a la forma en que fueron condicionados por su crianza. Eso no quiere decir que justifiquemos actos de barbarie y que no alzemos la voz cuando alguien quiere dañar a otros o a nosotros mismos. Comprender al otro nos permite actuar sin juzgar, lo cual abre la puerta a la reconciliación y al perdón cuando sea posible.

Doce: No saber escuchar. Al ego no le gusta escuchar y le encanta opinar. Cuando alguien te busque para que lo escuches, permitele que se exprese libremente. Evita interrumpirlo con tus interpretaciones o con historias sobre como resolviste situaciones similares. Cuando una persona habla libremente no sólo libera la carga emocional sino que, a medida que habla, se va dando cuenta de cosas que antes no había visto claramente. Tampoco termines las frases que empiezan los demás, si alguien te habla acerca de algo que le ocurrio y dice “Me siento...” no saltes como una liebre a decir: “Triste” o “Enojado”, deja que él o ella complete sus propias frases para que pueda poner en palabras sus propias emociones.





martes, 16 de agosto de 2016

Fluir con la emoción

Por Walter J. Velásquez



En la cultura occidental está fuertemente arraigada la idea de luchar contra las emociones que se consideran “negativas”. La mayoría de iglesias -tanto las antiguas como las de la Nueva Era- impulsan a los individuos a pelear contra su ira, miedo o cualquier otra emoción indeseable. Lo que se logra con esto es reprimir las emociones al inconsciente donde se alimentan por medio de la represión, el cual es un mecanismo de defensa del ego.

Por otro lado, en la cultura oriental existe un enfoque diferente. El Tao, el Zen o el Vedanta Advaita enseñan a no luchar contra los pensamientos o emociones sino a tomar Consciencia de ello. Este principio ha entrado en occidente por medio de enfoques psicológicos como la Terapia Gestalt, el Mindfulness y autores como Ekhart Tolle que han popularizado el concepto.

A pesar de que la esencia es sencilla: Recibir la emoción con una actitud de aceptación y apertura, para muchos esto es difícil ya que sus mentes han sido entrenadas para luchar contra las emociones en vez de fluir con ellas. Para profundizar un poco en este tema, los dejo con las palabras del psiquiatra chileno Claudio Naranjo, extraídas de su libro: “La vieja y novísima Gestalt”:

Uno jamás supera algo resistiendolo. Sólo se puede superar algo entrando más profundamente en ello. Si se está resentido, tornarse más resentido. (…) Sea lo que sea, si uno se mete lo suficientemente adentro de ello, entonces desaparecerá, será asimilado. Ninguna resistencia sirve. Hay que introducirse de lleno en ella -dejarse llevar por ella. Déjense llevar por el dolor, por la intranquilidad, sea lo que sea que esté ahí. Utilicen su resentimiento. Utilicen su ambiente. Utilicen todo lo que combaten y tratan de desposeer.

El principio podría considerarse semejante a aquel mediante el cual el luchador de judo o Tai Chi Chuan consigue vencer a su enemigo sin oponerse a él, sino que sólo enfrentando su fuerza o tirándolo más en la dirección de sus propios movimientos. Al igual que este último puede ser fuerte en su suavidad porque utiliza la fortaleza de su oponente en lugar de neutralizarla, (puedes) usar la energía encerrada en forma de síntomas o resistencias por medio de la mera estimulación de su expresión y/o guiando suavemente su curso, hasta que ocurre lo típico: una transmutación de la emocionalidad neurótica en una emocionalidad sana que tiene un carácter de exorcismo.

martes, 28 de junio de 2016

El legado de la contracultura

En los años 60 confluyeron en la Tierra una lista de seres excepcionales que simplemente no encajaban con las viejas tradiciones y creencias. Ellos vinieron a romper el molde de lo establecido y a formar el movimiento contracultural. La palabra “contracultura”, acuñada por Theodore Roszac, se refiere a un movimiento que viaja en contra de la corriente del sistema tradicional.

Los inspiradores de la contracultura tenían dos cosas en común: el respeto por las experiencias personales de cada individuo y el rechazo hacía las creencias.

La experiencia personal
J. Krishnamurti
En cuanto a lo primero -el respeto por la experiencia personal- Krishnamurti, Fritz Perls o Alan Watts invitaban a las personas a valorar sus propias experiencias y los impulsos de su corazón por encima de la palabra de cualquier gurú, sacerdote o canal psíquico.

Sólo tú conoces tu vida y sabes realmente quién eres y qué es lo que quieres. ¿Quién mejor que tú para saber en dónde has fallado antes y cómo corregir el rumbo de tu propia vida? Es infantil buscar respuestas a tu vida personal en otro. No sólo es infantil sino que es además, un signo de dependencia emocional.

El verdadero Maestro
El mejor maestro no es el que dará las respuestas a tus preguntas, sino aquel que te hará las preguntas correctas, de tal manera que puedas descubrir por ti mismo la respuesta. Esto no tiene nada de nuevo. Sócrates lo conocía hace miles de años y lo llamó Mayéutica.

Doctrinas, la letra muerta
En cuanto al rechazo a las doctrinas, punto común de los líderes contraculturales de los años 60, dejemos que la Terapeuta Gestalt Barry Steves profundice en ello:

“En mi experiencia, las creencias me traen problemas. Son rígidas. No evolucionan con los cambios que están constantemente ocurriendo. No se adaptan. Tampoco sirve cambiar de creencia, ya que me traería los mismos problemas. La creencia excluye toda nueva evidencia, aunque sea o no verdad en un momento dado. Lo que sí tiene sentido para mí es la tentatividad, la forma en que caminan los elefantes, que antes de colocar su peso sobre el terreno lo prueban para ver si los sostendrá o no. Cada paso con cada pie, porque la última vez no dice nada acerca de esta vez”.

Una creencia es una prisión que te atrapa y no te deja fluir en el Aquí y Ahora. Por ejemplo, la creencia de la Edad Media de que la Tierra era plana no permitía que se considerara otra posibilidad.

Algunas prisiones mentales son más cómodas que otras y no por ello dejan de ser prisiones. Hay creencias evidentemente arcaicas como las de aquellos que matan otros en nombre de Dios y hay creencias más sofisticadas que utilizan jerga científica y términos de física cuántica para impresionar. Pero “aunque la mona se vista de seda, mona queda.”

Qué es la verdad
Fritz Perls
Toda creencia dirá que te mostrará la verdad, como si la verdad fuera un objeto que se pudiera atrapar. La verdad sólo se encuentra cuando ves la vida sin los filtros de creencias creadas por la mente. Para ello es necesario estar Aquí y ahora. Si observas un pez desde el recuerdo de lo que la palabra “pez” significa para ti, no lo estás viendo en el Ahora, por lo tanto no estás viendo la verdad sobre esa criatura. Si puedes verlo sin juzgarlo, sin etiquetarlo y sin tener ninguna expectativa sobre cómo debería comportarse, entonces podrás captar al pez en toda su realidad y belleza. Esta es una experiencia que no se puede traducir en palabras.

Si le preguntas a los maestros acerca del “pez” tendrás diferentes respuestas. Los falsos maestros te darán toda clase de descripciones acerca de la criatura. Ellos te maravillarán con sus hermosas analogías acerca del pez. Por eso tienen tantos seguidores. A la mente que es perezosa le gusta que den la comida ya masticada, ella no quiere hacer esfuerzo. Por ello un Kryon, un Ramtha o alguien que diga canalizar a los Maestros Ascendidos tendrá miles de seguidores. Ellos tienen creencias, hermosas prisiones de oropel que gustan a las multitudes.

Un verdadero maestro no te dirá nada acerca del pez. Él te enseñará a ver. Él afinará tus sentidos y te mostrará cómo despejar tu mente de creencias para que puedas ver claramente. Este proceso es más largo y los resultados generan un impacto más profundo. Por ello hay menos personas en este lado de la fila.

Líderes de la contracultura
Krishnamurti renunció a palacios, honores y dinero. Él dejó de lado su liderazgo en la Sociedad Teosófica con sus rituales e iniciaciones, para para ser congruente con su visión simple y humana de la vida.

Fritz Perls cuestionó en la cara a su maestro Sigmund Freud y rompió los moldes del psicoanálisis y el conductismo para crear una psicoterapia existencial basada en el Aquí y Ahora.

Alan Watts captó la esencia del Zen y la sacó de una doctrina anacrónica y atrapada en el ritual, para que las personas comunes y corrientes pudieran vivirlo en medio de su cotidianeidad.

Ellos nunca conformaron una organización común. Y sin embargo, tenían en común el amor por la libertad y la verdad. Todos fueron rechazados en su momento. Fueron rebeldes que se enfrentaron al sistema dominante. Además de estos tres hubo muchas mujeres y hombres de la contracultura que no alcanzaría a nombrar aquí.

Alan Watts
Pareciera que con la muerte de los héroes de la contracultura hubiera muerto su legado. Hoy vemos a los buscadores espirituales corriendo de aquí para allá en busca del nuevo gurú que prometa darles el mantra que cambiará sus vidas o en busca de la nueva canalización que diga ser mejor que todas las anteriores. Ellos buscan afuera lo que está adentro. Ellos caminan dormidos, no quieren ver por sí mismos, por eso buscan a alguien que les diga lo que quieren oir; alguien que prometa la técnica mágica para resolver todos sus problemas; alguien que no les pida observarse a sí mismos de forma total; alguien que diga ser el intermediario que les traerá la supuesta veradad.

Despierta!

Es hora de despertar! Deja de andar vagando en el mar de las creeencias y vacía tu mente de doctrinas muertas. Liberate del Maya de los condicionamientos e interpretaciones. Observa al mundo sin juzgar y etiquetar lo que vez, y entrarás en una nueva dimensión del conocimiento. Observa tus pensamientos y hazte consciente de tus emociones sabiendo que no eres ninguno de los dos. El observador es la Consciencia Universal que trasciende los límites de la mente y te lleva a la comprensión de: “Yo Soy el Universo”.

viernes, 13 de mayo de 2016

La Ley de Atracción desde la perspectiva del Ser

Por Walter J. Velásquez



A raíz de un escrito de Jeff Foster que fue colocado en la página de Facebook de Ser el Ser, surgió la pregunta de un lector. Aquí está la transcripción de la frase, de la pregunta y de la respuesta:

Deja que todos tus pensamientos, imágenes mentales, sueños, fragmentos de historia estén aquí, también. 

Permite que se queden, permite que se vayan. 
Permite que sean olas en el océano de Ti. 
Renuncia a la agotadora lucha de cambiar 'lo que ya es.’

- Jeff Foster


Pregunta: “Pero la ley de atracción dice que uno puede atraer o ser aquello en lo que imagina. Acá nos dice que la vida debe fluir sola... Me confundo.”

Respuesta: La Ley de Atracción, tal como ha sido interpretada en los últimos tiempos, plantea que las personas con su mente pueden atraer a sus vidas todo lo que deseen. Esto puede generar un conflicto con el Universo ya que la mente es un ente limitado que está programado por el pasado y por las mentiras de la sociedad en dónde se ha formado.

Dejar que la mente decida es peligroso. Puede pedir aquello que parece bueno y que al final terminará produciendo confusión y hará que el individuo pierda de vista su verdadero propósito en este Universo.

Lo que se propone aquí es dejar que el Tao –la inteligencia Universal- nos muestre lo que en verdad necesitamos. Esto es difícil para muchos ya que implica dejar atrás los deseos del “yo” para conectarse con los deseos del Todo. En términos cristianos esto sería algo así como abandonar la voluntad personal para abrazar la voluntad de Dios. Esto parte de la certeza suprema de que el Universo es más sabio que nuestra mente y siempre quiere lo mejor para nosotros, aunque a veces eso implique llevarnos por caminos desconocidos.

Esto no quiere decir que abandonemos nuestros planes y deseos. Por su puesto es importante planear y tener metas. La diferencia está en que haremos lo que sea necesario para lograr las metas, estando abiertos sinceramente a que el Universo en cualquier momento nos muestre una alternativa diferente. Sería como cuando Jesús oraba en el huerto de Getsemaní y dijo: “Si quieres aparta de mí esta copa, pero que se haga Tu Voluntad y no la mía”.

Ahora, cuando hemos dejado a nuestro yo personal en un segundo plano en nuestras vidas, resulta que nuestros deseos son iguales a los deseos del Universo ya que estamos sintonizados con él. Cuando esta sintonía ocurre, nuestros deseos –que en realidad son los deseos del Universo- se cumplen y todas las puertas se abren frente a nosotros. Es una forma mágica de vivir en la cual todo empieza a conectarse sin ningún esfuerzo personal.

Otras personas buscan que “El Universo conspire a su favor” y lo hacen desde la mente. Ellos no están en sintonía con el Todo, ellos quieren imponer su voluntad personal y para ello se enfrentan al Universo. Aquí entran muchas personas que creen en la ley de atracción y la aplican desde su ego.


Cuando observas tus emociones (dolor, tristeza, miedo) sin juzgarlas, entras en otro nivel de consciencia. En ese momento trasciendes el nivel del ego y te sintonizas con el Universo. La Autoobservación y la respiración consciente son puertas para establecer la sintonía con lo Absoluto y encontrar la paz real.

lunes, 25 de abril de 2016

El alma individual y el mito del "yo" separado

Por Walter J. Velásquez


Muchos hablan del alma como una entidad espiritual que habita dentro del cuerpo y sobrevive a la muerte de este. Veo en este concepto un esfuerzo por darle continuidad al yo, es decir al ego, en la forma de alma o espíritu o como lo quieran llamar. El ego no es otra cosa que “la imagen condicionada y empobrecida de nosotros mismos con la que nos identificamos”.[1]

Pensar en un alma individual, separada de las demás almas, es perpetuar el mito de la separación que es el cimiento de la dualidad. Si vemos al Planeta Tierra desde afuera nos damos cuenta de que se trata de un ser viviente, una gigantesca entidad, donde cada árbol, cada pez, cada mamífero cumple una función en interacción constante con las otras especies.  Cada uno es una molécula que al unirse con otras conforman células (familias), que a su vez conforman órganos como son los bosques o los lagos.

El mito del alma individual procede de la mente que todavía necesita creer que eres especial y estás separado de los demás. Surge del miedo a perder el sentido de identidad basado en un “yo” que está conformado por la suma de recuerdos pasados y miedos futuros.

En mí no reconozco un alma individual, por más que la busco no la encuentro. Mi alma es el Universo, es la totalidad. Por Universo no me refiero únicamente a la suma de galaxias y cúmulos de galaxias. Me refiero al inmenso vacío, el fondo donde la forma aparece.

El vacío es la clave de todo. El vacío no es una nada estéril como podrías pensar. El vacío es el espacio al que accedemos cuando observamos los pensamientos y emociones sin juzgar ni etiquetar. Al principio de esta práctica creemos que hay un observador, es decir, un sujeto que observa. Al profundizar más en ella llegamos al entendimiento de que no hay ningún “yo” que observa, solamente el acto de observar. Este es el Despertar Supremo, es aquí donde ya no se camina… ahora se cabalga sobre el viento.





[1] Paco Peñarrubia

viernes, 1 de abril de 2016

La negatividad del pensamiento positivo

Por Jeff Foster
“El incesante optimismo acerca del futuro sólo genera un mayor shock cuando las cosas salen mal; a través de luchar por mantener sólo creencias positivas acerca del futuro, el pensador positivo está menos preparado, y suele angustiarse más cuando aquello que sucede no puede convencerlo de que se trata de algo bueno."
- Oliver Burkeman
Es hora de que la humanidad despierte del trance de lo positivo-negativo. El pensamiento positivo es sólo la versión psicológica de la cirugía plástica del cuerpo. A largo plazo simplemente no funciona, y sólo crea más sufrimiento. 
El pensamiento positivo es realmente un pensamiento completamente obsesionado con la negatividad, enfocado en la negatividad, en guerra con la negatividad… lo que resulta bastante negativo, si lo pensamos bien.
El pensamiento positivo es la mejor manera de distraernos y desconectarnos de nosotros mismos, de los defectos, de las imperfecciones, de las peculiaridades, de las singularidades que percibimos en nosotros, y de los oscuros rincones que intentamos ocultar con tanto esfuerzo. Luchamos por esconder los aspectos ‘malos’ de nuestra experiencia sin convivir realmente con ellos, sin enfrentarlos, sin abrazarlos, sin sanarlos, sin amarlos. Dejamos de ver la belleza, y tal vez incluso el increíble potencial que contiene lo 'negativo’. Rechazamos una mitad de la vida, y no es de extrañar que nos sintamos incompletos.
Lo 'negativo’ es sólo un aspecto de nosotros mismos buscando desesperadamente amor, no rechazo ni más sofocación. Podríamos sentirnos mejor momentáneamente a través de distraernos de lo 'negativo’, pero en realidad, no hay ninguna fuente externa de felicidad.
Todo gira en torno a un malentendido primordial. La división positivo/negativo es tan sólo una creación de la mente dual. El pensamiento divide la luz de la oscuridad, la vida de la muerte, el bien del mal, lo santo de lo profano, y después hace el intento de sanar esas heridas auto-impuestas a través de más división, más guerra, más actividad dual. Pero no importa a qué tanta cirugía plástica mental o física te sometas, seguirás sintiéndote incompleto y lejos de Casa. La guerra no puede terminar con la guerra. La oscuridad no puede terminar con la oscuridad. La luz es el único poder.
¿Qué pasaría si tú no fueras la mente? ¿Qué pasaría si el pensamiento no pudiera definirte? ¿Qué pasaría si ambos aspectos de la vida, lo positivo y lo negativo fueran admitidos en la inmensidad que eres, como nubes en el cielo, como olas en el océano? ¿Qué pasaría si ninguna cantidad de cirugía plástica, si ningún 'cuerpo perfecto’, si ninguna 'mente perfecta’, pudiera conducirte hacia tu verdadera naturaleza, la cual está brillando en medio de toda la aparente imperfección, iluminando de igual manera tanto lo bueno como lo malo?
El pensamiento positivo no sana realmente en el sentido más profundo de la palabra, el pensamiento positivo crea el pensamiento negativo, y después, se opone a él. De esto puedes estar positivamente seguro.


martes, 29 de marzo de 2016

Consciencia del cuerpo I

Una explicación acerca de cómo hemos perdido en contacto con la realidad y por qué es importante recuperarla.



miércoles, 23 de marzo de 2016

El arte de la consciencia plena

Los siguientes extractos resumen muy bien los principios que rigen el Despertar de la Consciencia según el budismo. Estos pilares de la Consciencia Plena fueron recogidos por Lynne Mc Taggart en su libro, “El Experimento de la Intención” donde los presenta como una antesala para generar cambios por medio del poder de la mente.

En este blog, estos principios se presentan como un fin en sí mismos, en vez de ser el preámbulo para otra cosa. Agradecemos a Lynne Mc Taggart por esta valiosa recopilación.


Para energizarse es necesario desarrollar la capacidad de prestar atención con máxima intensidad en cada momento. Una de las mejo­res maneras de desarrollar esta capacidad consiste en practicar el anti­guo arte de la conciencia plena, propugnado ya desde el año 500 antes de Cristo por Shakyamuni Buda, fundador del Budismo. Es una dis­ciplina en la que mantienes una clara conciencia de lo que está suce­diendo en cada momento, tanto externa como internamente, en lugar de colorear tu interpretación con tus emociones o dejarte llevar por los pensamientos.

La conciencia plena es más que una simple concentración, y requiere que vigiles aquello en lo que te estás concentrando y manten­gas esta concentración en el presente. Con la práctica, serás capaz de silenciar el parloteo constante de tu mente y concentrarte en tu expe­riencia sensorial, por muy banal que sea, comer algo, abrazar a tu hijo, sentir dolor, etc. Es como ser un padre benévolo con tu mente, eligiendo aquello en lo que ha de concentrarse y luego trayéndola de vuelta cuando pierde el rumbo.

Con el tiempo, la meditación de la conciencia plena agudizará tu percepción visual y evitará que te insensibilices ante las experiencias de la vida cotidiana. Una de las dificultades de incorporar la conciencia plena a las actividades del día a día es que ésta generalmente se enseña en retiros espirituales, donde los participantes se pueden dar el lujo de meditar durante muchas horas al día y practicar la conciencia plena realizando actividades como a «cámara lenta». Sin embargo, hay mane­ras de adaptar muchas prácticas tradicionales para que las puedas usar en tu meditación.  

COMO ENERGIZARSE
Para «energizarte» y lograr un estado de máxima intensidad, pri­mero debes ralentizar tus ondas cerebrales hasta un estado «alfa» de meditación poco profunda o de ensoñación —cuando el cerebro emite frecuencias (medidas por un EEG) de 8-13 hercios (ciclos por segundo).

Siéntate y adopta una posición cómoda. A muchos les gusta sen­tarse erguidos en una silla de respaldo duro, con las manos sobre las rodillas. También puedes hacerlo en el suelo con las piernas cruzadas. Comienza respirando lenta y rítmicamente, inspirando por la nariz y espirando por la boca, de modo que ambos ciclos tengan la misma duración. Relaja la barriga y luego contráela lentamente como si qui­sieras que tocara la espalda. Esto hará que respires con el diafragma.

Repite esto cada quince segundos, pero asegúrate de no estar esfor­zándote demasiado. Sigue durante tres minutos y mantente concentrado en el ejercicio. Aumenta la duración hasta cinco o diez minutos. Co­mienza a centrar tu atención únicamente en la respiración. Practica esto de manera repetida, ya que constituirá la base de tu práctica meditativa.

Para acceder a un estado alfa, el factor más importante, como sabe cualquier budista, es el de acallar la mente, aunque a menudo resulta prácticamente imposible no pensar en nada.

Después de que hayas accedido a este estado por medio de la con­centración en la respiración o en algún otro objeto, la mayoría de las escuelas de meditación recomienda utilizar algún tipo de «ancla» que te permita acallar el parloteo de la mente y estar más abierto a la in­formación intuitiva. Las anclas más habituales consisten en concen­trarse en:

— El cuerpo y sus funciones, o la respiración.

— Tus pensamientos, pero como si fuesen nubes flotando por el cielo, de modo que no sean «tú».

— Un mantra, (…) generalmente una palabra, como om («El Campo» en el Budismo), ah (la verdad universal) o hum (la manifestación física de la verdad; el universo mismo).

— Números; contar en silencio sea hacia atrás o hacia delante.

— Música -generalmente algo repetitivo, como Bach o un cánti­co.

— Un único tono, como el producido por el didgeridoo de los aborígenes australianos.

— Un tambor o una matraca, cuyos sonidos repetitivos han sido usados por muchas culturas tradicionales para apaciguar la mente.

Practica hasta que puedas concentrarte cómodamente en tu «ancla» durante veinte minutos o más.  

Una vez hayas accedido al estado «alfa», observa con precisión todo aquello que se manifieste en tu mente y en tu cuerpo. Presta aten­ción a lo que es, en lugar de, a lo que te dicen tus emociones, lo que te gustaría que sucediera o únicamente aquello que es más agradable. No reprimas o deseches los pensamientos negativos si son auténticos.

Una buena forma de anclar tu mente en el presente consiste en «volver a tu cuerpo», y sentir tu postura corporal.

Es vital que sepas distinguir la conciencia plena de la simple con­centración. La diferencia más importante es una falta de juicio o de punto de referencia acerca de la experiencia. Prestas atención a cada momento presente sin colorearlo con tus preferencias o aversiones, y sin siquiera identificar la experiencia como algo que te está sucedien­do a ti. En resumen, no hay ni «mejor» ni «peor».

— Toma conciencia de todos los olores, colores, texturas y sensa­ciones que estés experimentando. ¿A qué huele la habitación? ¿Qué sabor tienes en la boca? ¿Qué sensaciones te produce tu asiento?

— Presta atención a lo que esté sucediendo tanto interna como externamente. Cada vez que adviertas que estás juzgando lo que ves, dite a ti mismo «estoy pensando», y vuelve a la posición de observador.

— Cultiva el arte de escuchar simplemente todos los sonidos de tu habitación: el ruido de una tubería, el sonido de una bocina, el ladrido de un perro, un avión… Acéptalos todos—el ruido, el caos o el silencio— sin emitir ningún juicio.

— Percibe otras sensaciones: el «color» del día, la luz en la habita­ción, cualquier movimiento que se produzca frente a ti, la sen­sación del silencio…

— No intentes lograr nada. Elimina tus expectativas y tu lucha por alcanzar ciertos resultados.

— Acepta sin juzgar todo lo que suceda. Esto implica dejar de lado todas las opiniones e interpretaciones sobre lo que está ocu­rriendo. Detecta cada vez que te aferres a ciertas opiniones, ideas o pensamientos, y rechaces otros. Acepta tus propios pensa­mientos y experiencias, incluso los desagradables.

— Intenta no apresurarte nunca. Si tienes que hacerlo, que sea con plena conciencia. Siente conscientemente esa prisa.  

DESARROLLAR LA CONCIENCIA PLENA EN TU VIDA COTIDIANA
La evidencia sugiere que si desarrollas la conciencia plena en tu vida cotidiana estarás moldeando tu cerebro para que sea más eficaz en el uso de la intención. El psicólogo Charles Tart, uno de los mayores expertos del mundo en los estados alterados de conciencia, tiene varias sugerencias al respecto:

— Haz pausas periódicas a lo largo del día para que dispongas de un tiempo en el que puedas tomar conciencia de lo que está sucediendo tanto interna como externamente.

— Cada vez que sientas que estás perdiendo la concentración en tus actividades del día a día, presta atención a tu respiración; te ayudará a centrarte.

— Presta atención a las actividades más banales, como lavarte los dientes o comer algo.

— Comienza con un pequeño ejercicio, como por ejemplo dar una caminata, en el que te mantengas totalmente concentrado en aquello que estás haciendo.

— Usa etiquetas mentales para las actividades que estés realizando. Por ejemplo, «estoy poniéndome el abrigo», «estoy abriendo la puerta», «estoy atándome los zapatos»…

— Usa la conciencia plena en cada situación de la vida diaria. Cuando estés preparando la comida o incluso lavándote los dientes, presta atención a todos los olores, texturas, colores y sensaciones que experimentes.

— Aprende a mirar realmente a tus seres queridos y a tus hijos, a tus mas­cotas, amigos y colegas de trabajo. Obsérvalos detalladamente durante cada actividad —cada aspecto de su ser, pero sin juzgarlos.

— Durante alguna actividad, como el desayuno, pide a tus hijos que presten atención a cada detalle. Concéntrate en el sabor de tu comida. Observa los colores y la textura. ¿Qué sensaciones te produce el zumo al bajar por tu garganta? — Toma conciencia de los olores v sonidos a tu alrededor. Mientras estás observando todo esto, ¿qué sienten las distintas partes de tu cuerpo?

— Atiende a los miles de sonidos que te rodean cada día. Cuando alguien te esté hablando, escucha el sonido de su voz además de las palabras. No pienses en una respuesta hasta que haya dejado de hablar.

— Practica la conciencia plena en todas tus actividades: caminan­do por la calle, conduciendo al volver a casa, en el jardín…etc.

— Usa la conciencia plena cuando estés extremadamente ocupado o bajo mucha presión. Obsérvate a ti mismo en una situación así. ¿Cómo afecta a tu equilibrio? ¿Puedes permanecer centrado en tu cuerpo cuando estás trabajando duro?

— Practica la conciencia plena mientras te halles en una fila. Expe­rimenta la sensación de estar a la espera, en lugar de centrarte en aquello que estás esperando. Toma conciencia de tus movi­mientos físicos y de tus pensamientos.

— No pienses en tus problemas futuros. Ocúpate únicamente de la situación que vives ahora.