En la cultura
occidental está fuertemente arraigada la idea de luchar contra las
emociones que se consideran “negativas”. La mayoría de iglesias
-tanto las antiguas como las de la Nueva Era- impulsan a los
individuos a pelear contra su ira, miedo o cualquier otra emoción
indeseable. Lo que se logra con esto es reprimir las emociones al
inconsciente donde se alimentan por medio de la represión, el cual
es un mecanismo de defensa del ego.
Por otro lado, en la
cultura oriental existe un enfoque diferente. El Tao, el Zen o el
Vedanta Advaita enseñan a no luchar contra los pensamientos o
emociones sino a tomar Consciencia de ello. Este principio ha entrado
en occidente por medio de enfoques psicológicos como la Terapia
Gestalt, el Mindfulness y autores como Ekhart Tolle que han
popularizado el concepto.
A pesar de que la
esencia es sencilla: Recibir la emoción con una actitud de
aceptación y apertura, para muchos esto es difícil ya que sus
mentes han sido entrenadas para luchar contra las emociones en vez de
fluir con ellas. Para profundizar un poco en este tema, los dejo con
las palabras del psiquiatra chileno Claudio Naranjo, extraídas de su
libro: “La vieja y novísima Gestalt”:
Uno jamás supera algo resistiendolo. Sólo se puede superar algo
entrando más profundamente en ello. Si se está resentido, tornarse
más resentido. (…) Sea lo que sea, si uno se mete lo suficientemente adentro de ello, entonces desaparecerá, será
asimilado. Ninguna resistencia sirve. Hay que introducirse de lleno
en ella -dejarse llevar por ella. Déjense llevar por el dolor, por
la intranquilidad, sea lo que sea que esté ahí. Utilicen su
resentimiento. Utilicen su ambiente. Utilicen todo lo que combaten y
tratan de desposeer.
El principio podría considerarse semejante a aquel mediante el cual
el luchador de judo o Tai Chi Chuan consigue vencer a su enemigo sin
oponerse a él, sino que sólo enfrentando su fuerza o tirándolo
más en la dirección de sus propios movimientos. Al igual que este
último puede ser fuerte en su suavidad porque utiliza la fortaleza
de su oponente en lugar de neutralizarla, (puedes) usar la energía
encerrada en forma de síntomas o resistencias por medio de la mera
estimulación de su expresión y/o guiando suavemente su curso, hasta
que ocurre lo típico: una transmutación de la emocionalidad
neurótica en una emocionalidad sana que tiene un carácter de
exorcismo.
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