jueves, 26 de septiembre de 2019

El peligro oculto de creer somos la "raza superior"


Por Walter J Velásquez


La cuestión del antropocentrismo                                                                                                                
No soy ateo (tampoco soy teísta). Dejando en claro lo anterior, quiero hablarles acerca de por qué no me gusta la palabra “Dios”. Hace poco escuché decir que esa palabra huele a antropocentrismo. 

El antropocentrismo es la doctrina que plantea que el hombre es el centro del Universo y que señorea por encima de todas las demás especies animales. No me gusta esa doctrina porque siento que está plagada de la más profunda arrogancia.

El “Dios” que presentan todas las religiones es sospechosamente parecido al hombre. Si observas al Dios Cristiano, musulmán o hinduista, todos tienen rasgos demasiado humanos, tanto en su apariencia como en su comportamiento.

Vida en otros planetas                                                                                                                
Concuerdo con Carl Sagan y Stephen Hawking en que el hombre no está solo en el Universo. La ecuación de Drake permite calcular que las posibilidades de vida inteligente en otros planetas son enormes. Pero aun cuando encontremos otros planetas que alberguen vida, hay algo que nunca se va a encontrar: un Planeta igual al nuestro. Así como no existen dos copos de nieve iguales, no hay tampoco dos planetas iguales. Parecidos sí, pero jamás iguales.

Entonces, suponiendo que hay vida extraterrestre en planetas con características de temperatura, presión, radiación, humedad, atmosfera o fuerza de gravedad diferentes a las de la Tierra, lo lógico es pensar que los seres que habitan tales planetas deberían ser totalmente diferentes a nosotros.

Tipos de supuestos aliens, todos con aspecto humanide
Teniendo en cuenta el razonamiento anterior ¿Por qué tendríamos que creer que el Dios de un Universo en el que podría haber formas de vida tan variadas tendría rasgos esencialmente humanos? Por su puesto que esto ha surgido de la necesidad de creer que los seres humanos no solamente somos la “especie más evolucionada de la Tierra”, sino que nuestra estructura compuesta por cabeza, tronco y extremidades debe ser el modelo para todas las formas de vida inteligentes en el Universo. Es por eso que los “aliens” casi siempre son representados con formas humanoides. Pero cabe la posibilidad de que nuestra estructura con una cabeza, tronco y extremidades solamente sea funcional en un planeta con las características propias de la Tierra. En otros mundos donde, por ejemplo, la fuerza de gravedad sea mayor, tal vez sea más practico tener formas alargadas como gusanos, aplanadas como las mantarrayas o esféricas como algunos microorganismos.

La palabra “Dios” no es Dios

De este modo siento que la palabra “Dios” está directamente relacionada con el dios antropocéntrico de las grandes religiones. Siento que esa palabra no define la Consciencia Suprema que está más allá de toda forma. Así como la palabra “cebolla” no es la cebolla en sí misma, la palabra “Dios” no es lo que pretende señalar dentro de las limitaciones propias del lenguaje humano.

La mayoría de los seres humanos están identificados con su personalidad (ego) y es por ello que proyectan a un Dios con una personalidad, un Dios con un “yo” ubicado en alguna parte del Universo. Y además ese “yo” tiene sexo masculino ya que la mayoría lo llaman “Padre”, “Señor” o “creador”.

Yo no creo en un creador ya que eso implicaría a un Dios por fuera del Universo. Para mí Dios y el Universo son sinónimos. Por lo tanto, Dios y el Universo -que para el caso son lo mismo- se habría formado a través de un punto o singularidad que permanece en un continuo proceso de expansión inteligente. Cabe anotar que aquí la palabra “inteligente” no se entiende en el sentido humano, sino en una inteligencia trascendente que no se preocupa por las necesidades egoístas de la mente humana.

Por qué es peligroso el antropocentrismo

El peligro del antropocentrismo es evidente. Si el ser humano es la especie superior, se siente con el derecho innato hacer uso indiscriminado de los recursos naturales destruyendo el Planeta en beneficio del “crecimiento económico”. Pero como dicho crecimiento siempre depende de la oferta y demanda de bienes y servicios, todo el sistema colapsará cuando ya no haya recursos naturales que provean las materias primas para que dichos bienes y servicios puedan ser fabricados. Si el ser humano cree que es la especie superior, puede someter a las demás especies animales a las vidas más tristes y crueles.

Por otro lado, si el hombre se percibiera así mismo como una parte del Todo, sin tener mayor o menor derecho que las demás especies animales y vegetales, tendría un mayor respeto por la naturaleza ya que dejaría de actuar como un virus que destruye el organismo al que invade, y empezaría a comportarse más como las bacterias benéficas que hay en nuestro sistema digestivo.

En la imagen de la izquierda el hombre se ve a sí mismo como la raza superior, en la imagen de la derecha se ve como una parte del Todo.
Cuando el hombre cree en un Dios externo que el día del juicio final, vendrá y solucionará todos los problemas de la Tierra (incluyendo el colapso ecológico); o cuando piensa que lo único que necesita es creer los dogmas de su iglesia para ir al cielo cuando muera… ¿Qué sentido tiene cuidar el medio ambiente? El Aquí y Ahora del Planeta deja de ser importante porque todo se solucionará en el futuro cuando seamos salvados o llevados al cielo.

En cambio, si sientes que el Universo mismo es Dios. Entonces una naranja o una respiración serán igual de sagrados que la eucaristía. Tampoco habrá lugares sagrados porque el lugar más sagrado del Universo será aquel en el que te encuentres en el Presente. ¿Por qué es el lugar más sagrado? Porque es justo allí, cuando haces Consciencia del Aquí y Ahora, que puedes conocer a Dios. Y no hablo de un Dios en el cielo ni nada que se le parezca, sino del Vacío infinito en el cual las partículas interactúan para crear átomos, y estos a su vez conforman moléculas, lo cual es la base de todo lo que llamamos Universo.