lunes, 25 de abril de 2016

El alma individual y el mito del "yo" separado

Por Walter J. Velásquez


Muchos hablan del alma como una entidad espiritual que habita dentro del cuerpo y sobrevive a la muerte de este. Veo en este concepto un esfuerzo por darle continuidad al yo, es decir al ego, en la forma de alma o espíritu o como lo quieran llamar. El ego no es otra cosa que “la imagen condicionada y empobrecida de nosotros mismos con la que nos identificamos”.[1]

Pensar en un alma individual, separada de las demás almas, es perpetuar el mito de la separación que es el cimiento de la dualidad. Si vemos al Planeta Tierra desde afuera nos damos cuenta de que se trata de un ser viviente, una gigantesca entidad, donde cada árbol, cada pez, cada mamífero cumple una función en interacción constante con las otras especies.  Cada uno es una molécula que al unirse con otras conforman células (familias), que a su vez conforman órganos como son los bosques o los lagos.

El mito del alma individual procede de la mente que todavía necesita creer que eres especial y estás separado de los demás. Surge del miedo a perder el sentido de identidad basado en un “yo” que está conformado por la suma de recuerdos pasados y miedos futuros.

En mí no reconozco un alma individual, por más que la busco no la encuentro. Mi alma es el Universo, es la totalidad. Por Universo no me refiero únicamente a la suma de galaxias y cúmulos de galaxias. Me refiero al inmenso vacío, el fondo donde la forma aparece.

El vacío es la clave de todo. El vacío no es una nada estéril como podrías pensar. El vacío es el espacio al que accedemos cuando observamos los pensamientos y emociones sin juzgar ni etiquetar. Al principio de esta práctica creemos que hay un observador, es decir, un sujeto que observa. Al profundizar más en ella llegamos al entendimiento de que no hay ningún “yo” que observa, solamente el acto de observar. Este es el Despertar Supremo, es aquí donde ya no se camina… ahora se cabalga sobre el viento.





[1] Paco Peñarrubia

viernes, 1 de abril de 2016

La negatividad del pensamiento positivo

Por Jeff Foster
“El incesante optimismo acerca del futuro sólo genera un mayor shock cuando las cosas salen mal; a través de luchar por mantener sólo creencias positivas acerca del futuro, el pensador positivo está menos preparado, y suele angustiarse más cuando aquello que sucede no puede convencerlo de que se trata de algo bueno."
- Oliver Burkeman
Es hora de que la humanidad despierte del trance de lo positivo-negativo. El pensamiento positivo es sólo la versión psicológica de la cirugía plástica del cuerpo. A largo plazo simplemente no funciona, y sólo crea más sufrimiento. 
El pensamiento positivo es realmente un pensamiento completamente obsesionado con la negatividad, enfocado en la negatividad, en guerra con la negatividad… lo que resulta bastante negativo, si lo pensamos bien.
El pensamiento positivo es la mejor manera de distraernos y desconectarnos de nosotros mismos, de los defectos, de las imperfecciones, de las peculiaridades, de las singularidades que percibimos en nosotros, y de los oscuros rincones que intentamos ocultar con tanto esfuerzo. Luchamos por esconder los aspectos ‘malos’ de nuestra experiencia sin convivir realmente con ellos, sin enfrentarlos, sin abrazarlos, sin sanarlos, sin amarlos. Dejamos de ver la belleza, y tal vez incluso el increíble potencial que contiene lo 'negativo’. Rechazamos una mitad de la vida, y no es de extrañar que nos sintamos incompletos.
Lo 'negativo’ es sólo un aspecto de nosotros mismos buscando desesperadamente amor, no rechazo ni más sofocación. Podríamos sentirnos mejor momentáneamente a través de distraernos de lo 'negativo’, pero en realidad, no hay ninguna fuente externa de felicidad.
Todo gira en torno a un malentendido primordial. La división positivo/negativo es tan sólo una creación de la mente dual. El pensamiento divide la luz de la oscuridad, la vida de la muerte, el bien del mal, lo santo de lo profano, y después hace el intento de sanar esas heridas auto-impuestas a través de más división, más guerra, más actividad dual. Pero no importa a qué tanta cirugía plástica mental o física te sometas, seguirás sintiéndote incompleto y lejos de Casa. La guerra no puede terminar con la guerra. La oscuridad no puede terminar con la oscuridad. La luz es el único poder.
¿Qué pasaría si tú no fueras la mente? ¿Qué pasaría si el pensamiento no pudiera definirte? ¿Qué pasaría si ambos aspectos de la vida, lo positivo y lo negativo fueran admitidos en la inmensidad que eres, como nubes en el cielo, como olas en el océano? ¿Qué pasaría si ninguna cantidad de cirugía plástica, si ningún 'cuerpo perfecto’, si ninguna 'mente perfecta’, pudiera conducirte hacia tu verdadera naturaleza, la cual está brillando en medio de toda la aparente imperfección, iluminando de igual manera tanto lo bueno como lo malo?
El pensamiento positivo no sana realmente en el sentido más profundo de la palabra, el pensamiento positivo crea el pensamiento negativo, y después, se opone a él. De esto puedes estar positivamente seguro.