miércoles, 29 de abril de 2015

Trascendiendo la ilusión del "yo"

Lo que eres no puede ser dañado, afectado o destruido. El dolor y el sufrimiento sólo deviene cuando crees que eres el “yo” (yo soy Pedro, Juan o María). Es el “yo”, construido con los recuerdos que has almacenado en la mente, el que teme a la muerte, a la separación o a la pobreza.

El Ser que eres está más allá del concepto del “yo”. Es eterno… infinito… y no puede ser tocado por palabra o situación alguna, por complicada que parezca. El Ser que eres está más allá del sufrimiento, del drama, del miedo a la pérdida o al engaño.

Respira… hazte consciente de una respiración… esa es una de las puertas que te conducen al conocimiento de la Consciencia.

Sólo el ego sufre y llora. Todos los “traumas de la infancia” residen en el ego. El Ser no conoce trauma alguno porque no se identifica con la mente y sus constantes dramas. El ego necesita del drama para sostener la ilusión de su existencia. El drama de “me han engañado”, “ya no me quiere”, “soy una víctima del sistema” surge del ego.

Respira… toma consciencia de lo que eres. Observa el drama que proyecta la mente como lo que es: una ilusión sin substancia ni realidad.

Respira… toma consciencia de lo que eres y el Ser fluirá en tu vida y hará todo lo demás.


A continuación los dejo con la lectura del Avaduth Gita en la voz de Mooji. Una lectura que sin duda, puede ayudarte a trascender la identificación con el ego y sus dramas, y reconocer tu verdadera esencia...

martes, 21 de abril de 2015

Las cuatro maneras para Despertar

Por Walter Velásquez


En una tarde de verano, el maestro estaba sentado tomando el té con un amigo suyo, cuando este le increpó con una pregunta:

-Maestro, cada día escucho a diferentes personas y cada una plantea un camino distinto para el Despertar. ¿Hay diferentes maneras de Despertar o existe sólo una?

-Querido amigo, en realidad existen cuatro maneras diferentes para Despertar.
-¿Cuáles son? ¿Podrías nombrarlas?

-Por supuesto! Las cuatro maneras son las siguientes: de pie, sentado, acostado y caminando. En cualquier posición que te encuentres, si te haces consciente de lo que ocurre en cualquiera de las tres zonas, en ese momento estarás despierto.

-¿Las tres zonas? ¿Cuáles son?

-La primera zona es el mundo exterior. Es lo que sucede a tu alrededor y te haces consciente de él por medio de los sentidos (vista, oído, tacto, gusto y olfato). La segunda es el mundo interior y entras en él cuando te das cuenta de las sensaciones corporales como las emociones, la respiración o el picor de un mosquito. La tercera es la zona de la fantasía, los pensamientos, y te haces consciente cuando los observas. Así que en conclusión, Despertar es estar en alguna de esas tres zonas –de manera Consciente- mientras permaneces en alguna de las cuatro posiciones en el Aquí y Ahora.

-Perdón maestro, todavía tengo otra pregunta. Lo que hablas es muy sabio, pero si hago lo que dices sólo estaré Despierto en este momento. Y… yo quiero saber cómo estar despierto todos los días de mi vida.


-Amigo, no necesitas estar consciente todos los días de tu vida. Este momento es lo único real Aquí y Ahora. Es todo lo que necesitas. A cada día le llegará su propio afán.

viernes, 10 de abril de 2015

El “Dios” de Einstein


Una pregunta que le hacían continuamente a Einstein cuando daba charlas o conferencias era “¿Crees en Dios?”. El físico evadía muchas veces la respuesta, pero en algunas ocasiones llegó a revelar sus creencias. Una de las respuestas más claras que dio fue la siguiente:

“Creo en el Dios de Spinoza, que se nos revela en la armonía que rige a todos los seres del mundo, no en el Dios que se implica en los destinos y acciones de los hombres.

Spinoza fue un filósofo neerlandés, considerado uno de los tres grandes racionalistas de la filosofía del siglo XVII, junto con el francés René Descartes y el alemán Gottfried Leibniz. El “Dios de Spinoza” es más bien una metáfora para referirse a un concepto que trasciende la creencia en un dios personal y se acerca más al concepto del Tao, que no es un dios, sino una fuerza presente en toda la naturaleza.

Einstein es uno de esos seres raros que no pueden encajarse dentro de una categoría. No podía decirse que fuera ateo, pero tampoco que fuera teísta. Él estaba más allá de estas categorías dualísticas basadas en esquemas mentales limitantes. Otra frase célebre de este genio de la física fue la siguiente:

“No puedo imaginarme a un dios que premia y castiga a los objetos de su creación, cuyos propósitos han sido modelados bajo el suyo propio; un dios que no es más que el reflejo de la debilidad humana.

Aquí muestra su desdén por ese dios humano creado por las religiones. No importa si eres católico, protestante, musulmán o miembro de algún grupo de la Nueva Era; todos aseguran que su religión es la verdadera y las demás son falsas. Al final, todas tienen la razón. El dios de la religión es mezquino, celoso (Éxodo 20:5) y misógino (1ª Timoteo 2:11-1).

Aclarando todavía más su creencia, Einstein afirma lo siguiente:

“Era, por supuesto, una mentira lo que leíste sobre mis convicciones religiosas, una mentira que ha sido sistemáticamente repetida.  No creo en un Dios personal y nunca lo he negado, por el contrario, lo he expresado claramente. Si algo hay en mí que puede ser llamado religioso es entonces la admiración sin límites a la estructura del mundo hasta donde la ciencia ha podido revelarnos por el momento.” (Carta fechada en marzo de 1954, que fue incluida en el libro Albert Einstein: su lado humano, editado por Helen Dukas y Banesh Hoffman y publicada por Princeton University Press.)

Como dije anteriormente, esto no significa que Einstein fuera ateo, al respecto dijo lo siguiente:

"En vista de tal armonía en el cosmos que yo, con mi mente humana limitada, soy capaz de reconocer, hay aún gente que dice que no hay ningún Dios. Pero lo que realmente me molesta es que ellos me citan para el apoyo de tales opiniones."

Para concluir, quiero resaltar que el hecho de citar a Einstein en este Blog no tiene como objetivo legitimar lo que aquí se expone. No hay que creer en nada sólo porque alguien a quien consideramos un “genio” lo haya creído. La experiencia personal es la única guía aceptable en nuestro recorrido por la vida.

Quiero dejarlos con un poema de Anand Dílvar, el cual capta la esencia del “Dios de Spinoza” nombrado por Einstein. Si este Dios impersonal se hiciera personal, quizá diría:

Si Dios hablara…

“¡Deja ya de estar rezando y dándote golpes en el pecho! Lo que quiero que hagas es que salgas al mundo a disfrutar de tu vida.Quiero que goces, que cantes, que te diviertas y que disfrutes de todo lo que he hecho para ti.

¡Deja ya de ir a esos templos lúgubres, obscuros y fríos que tú mismo construiste y que dices que son mi casa. Mi casa está en las montañas, en los bosques, los ríos, los lagos, las playas. Ahí es en donde vivo y ahí expreso mi amor por ti.
Deja ya de culparme de tu vida miserable; yo nunca te dije que había nada mal en ti o que eras un pecador, o que tu sexualidad fuera algo malo. El sexo es un regalo que te he dado y con el que puedes expresar tu amor, tu éxtasis, tu alegría. Así que no me culpes a mí por todo lo que te han hecho creer.

Deja ya de estar leyendo supuestas escrituras sagradas que nada tienen que ver conmigo. Si no puedes leerme en un amanecer, en un paisaje, en la mirada de tus amigos, en los ojos de tu hijito… ¡No me encontrarás en ningún libro!

Confía en mí y deja de pedirme. ¿Me vas a decir a mí como hacer mi trabajo? Deja de tenerme tanto miedo. Yo no te juzgo, ni te crítico, ni me enojo, ni me molesto, ni castigo. Yo soy puro amor.

Deja de pedirme perdón, no hay nada que perdonar. Si yo te hice… yo te llené de pasiones, de limitaciones, de placeres, de sentimientos, de necesidades, de incoherencias… de libre albedrío ¿Cómo puedo culparte si respondes a algo que yo puse en ti? ¿Cómo puedo castigarte por ser como eres, si yo soy el que te hice? ¿Crees que podría yo crear un lugar para quemar a todos mis hijos que se porten mal, por el resto de la eternidad? ¿Qué clase de dios puede hacer eso?

Olvídate de cualquier tipo de mandamientos, de cualquier tipo de leyes; esas son artimañas para manipularte, para controlarte, que sólo crean culpa en ti.

Respeta a tus semejantes y no hagas a ellos lo que no quieras para ti. Lo único que te pido es que pongas atención en tu vida, que tu estado de alerta sea tu guía.

Amado mío, esta vida no es una prueba, ni un escalón, ni un paso en el camino, ni un ensayo, ni un preludio hacia el paraíso. Esta vida es lo único que hay Aquí y Ahora y lo único que necesitas.

Te he hecho absolutamente libre, no hay premios ni castigos, no hay pecados ni virtudes, nadie lleva un marcador, nadie lleva un registro. Eres absolutamente libre para crear en tu vida un cielo o un infierno.

No te podría decir si hay algo después de esta vida, pero te puedo dar un consejo. Vive como si no lo hubiera. Como si esta fuera tu única oportunidad de disfrutar, de amar, de existir. Así, si no hay nada, pues habrás disfrutado de la oportunidad que te di. Y si lo hay, ten por seguro que no te voy a preguntar si te portaste bien o mal, te voy a preguntar ¿Te gustó?… ¿Te divertiste? ¿Qué fue lo que más disfrutaste? ¿Qué aprendiste?…

Deja de creer en mí; creer es suponer, adivinar, imaginar. Yo no quiero que creas en mí, quiero que me sientas en ti. Quiero que me sientas en ti cuando besas a tu amada, cuando arropas a tu hijita, cuando acaricias a tu perro, cuando te bañas en el mar.

Deja de alabarme, ¿Qué clase de Dios ególatra crees que soy? Me aburre que me alaben, me harta que me agradezcan. ¿Te sientes agradecido? Demuéstralo cuidando de ti, de tu salud, de tus relaciones, del mundo. ¿Te sientes mirado, sobrecogido?… ¡Expresa tu alegría! Esa es la forma de alabarme.

Deja de complicarte las cosas y de repetir como perico lo que te han enseñado acerca de mí. Lo único seguro es que estás aquí, que estás vivo, que este mundo está lleno de maravillas.

¿Para qué necesitas más milagros? ¿Para qué tantas explicaciones? No me busques afuera, no me encontrarás. Búscame dentro… ahí estoy, latiendo en ti”




miércoles, 1 de abril de 2015

La trampa de la falsa aceptación

Desde que empecé a practicar la Consciencia, la aceptación total de las emociones, he notado que a veces el ego dirige la práctica para liberarse del dolor. El ego, la personalidad humana que es una proyección de la mente, no quiere sentir dolor emocional ni físico. Por eso siempre está buscando una distracción, un analgésico que le permita escapar de la ansiedad, de la depresión o de la ira. Él no quiere sentir nada de esto porque es desagradable. Pero mientras más se resiste a estas emociones, en vez de desaparecer, se enquistan cada vez más en la psique. Así que la solución no es evitarlas, sino entrar en ellas plenamente, tomar Consciencia plena de la emoción.

Pero aquí radica una gran trampa del ego, una que ha atrapado a muchos buscadores espirituales que han seguido la práctica de la Consciencia. La trampa es la siguiente: Tomar Consciencia de una emoción desagradable buscando que esta desaparezca. Uno de los elementos de la Consciencia es la aceptación. Pero si hacemos esto con el objetivo de que la tristeza o el duelo desaparezcan, entonces no hay aceptación, únicamente hay un rechazo disfrazado.

Así que lo que en verdad hay que hacer es aceptar plenamente la emoción, entrar en ella, sentirla, vivirla, experimentarla –no importa si esto resulta desagradable. Conviértete en un científico emocional: en vez de evadir la emoción entra en ella como haría un científico que entra a un tornado para verlo desde adentro. Permite que la emoción crezca mientras la observas, deja que se haga más y más intensa. Hazte uno con la emoción, sin perder nunca de vista que eres el observador. A pesar de que te haces uno con ella no dejas de ser el observador. Has esto sin ninguna expectativa, sin límite de tiempo, no busques hacer esto para que la ansiedad desaparezca, hazlo únicamente para entrar en la ansiedad Conscientemente. Entonces mira qué sucede, obsérvalo por ti mismo. No creas lo que yo digo, no conviertas esto en un dogma. Se científico y compruébalo. 

Y si la ansiedad o la ira vuelven una y otra vez es porque no has hecho bien el ejercicio, la aceptación nunca ha sido plena, únicamente ha habido una aceptación parcial. Si descubres que esto es así, entonces separa un tiempo especial donde estés sola o solo y permite que esa emoción florezca en ti. Si te cuesta hacerlo, imagina una situación en la cual ese miedo o tristeza aparecerían. Cuando empiece a aparecer la sensación, déjala que crezca, que se expanda, que florezca. Y hazte uno con ella, acéptala, vívela, obsérvala. Permítete quedarte con esa emoción. Cuando dejes de rechazarla, cuando cese el conflicto entre lo que sientes y lo que piensas que deberías sentir… entonces algo sucederá… un milagro se gestará en tu interior. Compruébalo tú mismo, no creas lo que otro te dice sin haber hecho tú mismo el experimento.