Los siguientes extractos resumen muy bien los principios que rigen el
Despertar de la Consciencia según el budismo. Estos pilares de la Consciencia
Plena fueron recogidos por Lynne Mc Taggart en su libro, “El Experimento de la
Intención” donde los presenta como una antesala para generar cambios por medio
del poder de la mente.
En este blog, estos principios se presentan como un fin en sí mismos, en
vez de ser el preámbulo para otra cosa. Agradecemos a Lynne Mc Taggart por esta
valiosa recopilación.
Para energizarse es necesario desarrollar la capacidad de prestar
atención con máxima intensidad en cada momento. Una de las mejores maneras de desarrollar
esta capacidad consiste en practicar el antiguo arte de la conciencia plena,
propugnado ya desde el año 500 antes de Cristo por Shakyamuni Buda, fundador
del Budismo. Es una disciplina en la que mantienes una clara conciencia de lo
que está sucediendo en cada momento, tanto externa como internamente, en lugar
de colorear tu interpretación con tus emociones o dejarte llevar por los
pensamientos.
La conciencia plena es más que una simple concentración, y requiere que
vigiles aquello en lo que te estás concentrando y mantengas esta concentración
en el presente. Con la práctica, serás capaz de silenciar el parloteo constante
de tu mente y concentrarte en tu experiencia sensorial, por muy banal que sea,
comer algo, abrazar a tu hijo, sentir dolor, etc. Es como ser un padre benévolo
con tu mente, eligiendo aquello en lo que ha de concentrarse y luego trayéndola
de vuelta cuando pierde el rumbo.
Con el tiempo, la meditación de la conciencia plena agudizará tu
percepción visual y evitará que te insensibilices ante las experiencias de la
vida cotidiana. Una de las dificultades de incorporar la conciencia plena a las
actividades del día a día es que ésta generalmente se enseña en retiros
espirituales, donde los participantes se pueden dar el lujo de meditar durante
muchas horas al día y practicar la conciencia plena realizando actividades como
a «cámara lenta». Sin embargo, hay maneras de adaptar muchas prácticas
tradicionales para que las puedas usar en tu meditación.
COMO ENERGIZARSE
Para «energizarte» y lograr un estado de máxima intensidad, primero
debes ralentizar tus ondas cerebrales hasta un estado «alfa» de meditación poco
profunda o de ensoñación —cuando el cerebro emite frecuencias (medidas por un
EEG) de 8-13 hercios (ciclos por segundo).
Siéntate y adopta una posición cómoda. A muchos les gusta sentarse
erguidos en una silla de respaldo duro, con las manos sobre las rodillas.
También puedes hacerlo en el suelo con las piernas cruzadas. Comienza
respirando lenta y rítmicamente, inspirando por la nariz y espirando por la
boca, de modo que ambos ciclos tengan la misma duración. Relaja la barriga y
luego contráela lentamente como si quisieras que tocara la espalda. Esto hará
que respires con el diafragma.
Repite esto cada quince segundos, pero asegúrate de no estar esforzándote
demasiado. Sigue durante tres minutos y mantente concentrado en el ejercicio.
Aumenta la duración hasta cinco o diez minutos. Comienza a centrar tu atención
únicamente en la respiración. Practica esto de manera repetida, ya que
constituirá la base de tu práctica meditativa.
Para acceder a un estado alfa, el factor más importante, como sabe
cualquier budista, es el de acallar la mente, aunque a menudo resulta
prácticamente imposible no pensar en nada.
Después de que hayas accedido a este estado por medio de la concentración
en la respiración o en algún otro objeto, la mayoría de las escuelas de
meditación recomienda utilizar algún tipo de «ancla» que te permita acallar el
parloteo de la mente y estar más abierto a la información intuitiva. Las
anclas más habituales consisten en concentrarse en:
— El cuerpo y sus funciones, o la respiración.
— Tus pensamientos, pero como si fuesen nubes flotando por el cielo, de
modo que no sean «tú».
— Un mantra, (…) generalmente una palabra, como om («El Campo» en el
Budismo), ah (la verdad universal) o hum (la manifestación física de la verdad;
el universo mismo).
— Números; contar en silencio sea hacia atrás o hacia delante.
— Música -generalmente algo repetitivo, como Bach o un cántico.
— Un único tono, como el producido por el didgeridoo de los aborígenes australianos.
— Un tambor o una matraca, cuyos sonidos repetitivos han sido
usados por muchas culturas tradicionales para apaciguar la mente.
Practica hasta que puedas concentrarte cómodamente en tu «ancla» durante
veinte minutos o más.
Una vez hayas accedido al estado «alfa», observa con precisión todo
aquello que se manifieste en tu mente y en tu cuerpo. Presta atención a lo que
es, en lugar de, a lo que te dicen tus emociones, lo que te gustaría que
sucediera o únicamente aquello que es más agradable. No reprimas o deseches los
pensamientos negativos si son auténticos.
Una buena forma de anclar tu mente en el presente consiste en «volver a
tu cuerpo», y sentir tu postura corporal.
Es vital que sepas distinguir la conciencia plena de la simple concentración.
La diferencia más importante es una falta de juicio o de punto de referencia
acerca de la experiencia. Prestas atención a cada momento presente sin
colorearlo con tus preferencias o aversiones, y sin siquiera identificar la
experiencia como algo que te está sucediendo a ti. En resumen, no hay ni
«mejor» ni «peor».
— Toma conciencia de todos los olores, colores, texturas y sensaciones
que estés experimentando. ¿A qué huele la habitación? ¿Qué sabor tienes en la
boca? ¿Qué sensaciones te produce tu asiento?
— Presta atención a lo que esté sucediendo tanto interna como
externamente. Cada vez que adviertas que estás juzgando lo que ves, dite a ti
mismo «estoy pensando», y vuelve a la posición de observador.
— Cultiva el arte de escuchar simplemente todos los sonidos de tu
habitación: el ruido de una tubería, el sonido de una bocina, el ladrido de un
perro, un avión… Acéptalos todos—el ruido, el caos o el silencio— sin emitir
ningún juicio.
— Percibe otras sensaciones: el «color» del día, la luz en la habitación,
cualquier movimiento que se produzca frente a ti, la sensación del silencio…
— No intentes lograr nada. Elimina tus expectativas y tu lucha por
alcanzar ciertos resultados.
— Acepta sin juzgar todo lo que suceda. Esto implica dejar de lado todas
las opiniones e interpretaciones sobre lo que está ocurriendo. Detecta cada
vez que te aferres a ciertas opiniones, ideas o pensamientos, y rechaces otros.
Acepta tus propios pensamientos y experiencias, incluso los desagradables.
— Intenta no apresurarte nunca. Si tienes que hacerlo, que sea con plena
conciencia. Siente conscientemente esa prisa.
DESARROLLAR LA CONCIENCIA PLENA EN TU
VIDA COTIDIANA
La evidencia sugiere que si desarrollas la conciencia plena en tu vida
cotidiana estarás moldeando tu cerebro para que sea más eficaz en el uso de la
intención. El psicólogo Charles Tart, uno de los mayores expertos del mundo en
los estados alterados de conciencia, tiene varias sugerencias al respecto:
— Haz pausas periódicas a lo largo del día para que dispongas de un
tiempo en el que puedas tomar conciencia de lo que está sucediendo tanto
interna como externamente.
— Cada vez que sientas que estás perdiendo la concentración en tus
actividades del día a día, presta atención a tu respiración; te ayudará a
centrarte.
— Presta atención a las actividades más banales, como lavarte los
dientes o comer algo.
— Comienza con un pequeño ejercicio, como por ejemplo dar una caminata,
en el que te mantengas totalmente concentrado en aquello que estás haciendo.
— Usa etiquetas mentales para las actividades que estés realizando. Por
ejemplo, «estoy poniéndome el abrigo», «estoy abriendo la puerta», «estoy
atándome los zapatos»…
— Usa la conciencia plena en cada situación de la vida diaria. Cuando
estés preparando la comida o incluso lavándote los dientes, presta atención a
todos los olores, texturas, colores y sensaciones que experimentes.
— Aprende a mirar realmente a tus seres queridos y a tus hijos, a tus
mascotas, amigos y colegas de trabajo. Obsérvalos detalladamente durante cada
actividad —cada aspecto de su ser, pero sin juzgarlos.
— Durante alguna actividad, como el desayuno, pide a tus hijos que
presten atención a cada detalle. Concéntrate en el sabor de tu comida. Observa
los colores y la textura. ¿Qué sensaciones te produce el zumo al bajar por tu
garganta? — Toma conciencia de los olores v sonidos a tu alrededor. Mientras
estás observando todo esto, ¿qué sienten las distintas partes de tu cuerpo?
— Atiende a los miles de sonidos que te rodean cada día. Cuando alguien
te esté hablando, escucha el sonido de su voz además de las palabras. No
pienses en una respuesta hasta que haya dejado de hablar.
— Practica la conciencia plena en todas tus actividades: caminando por
la calle, conduciendo al volver a casa, en el jardín…etc.
— Usa la conciencia plena cuando estés extremadamente ocupado o bajo
mucha presión. Obsérvate a ti mismo en una situación así. ¿Cómo afecta a tu
equilibrio? ¿Puedes permanecer centrado en tu cuerpo cuando estás trabajando
duro?
— Practica la conciencia plena mientras te halles en una fila. Experimenta
la sensación de estar a la espera, en lugar de centrarte en aquello que estás
esperando. Toma conciencia de tus movimientos físicos y de tus pensamientos.
— No pienses en tus problemas futuros. Ocúpate únicamente de la
situación que vives ahora.
Excelente publicacion,la pondré en practica
ResponderEliminar¿QUIERES VER A DIOS?
ResponderEliminar¡LEE ESTO!
Las tres cosas que te alejan y
Las tres que te acercan a Dios
- El exceso de alcohol te aleja de Dios
- El exceso de drogas te aleja de Dios
- El exceso de sexo sin amor también te aleja de Dios
Las tres que te acercan a Dios
- Ama a tu prójimo como a tí mismo
- Aprende a perdonar y
- A ser humilde
Eternamente
Joaquín Gorreta Martínez 62 años
No creo que esas cosas te alejan de Dios, eso es tu juicio la conciencia lo abarca todo, todas las experiencias existente.
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