La transferencia, otro de los mecanismos que mantienen viva
la ilusión del ego, consiste básicamente en un error de percepción. En lugar de
percibir un objeto tal como es, el individuo transfiere lo que recuerda de una
percepción anterior sobre su experiencia actual. Un ejemplo de esto es la rosa.
Desde niño has visto muchas rosas y has aprendido un cierto número de cosas
sobre esta flor. Esto ha hecho que crees una imagen mental de la rosa la cual
has almacenado en tu cerebro. De este modo, cuando observas una rosa en el aquí
y ahora, no entras en contacto con esa flor única y exclusiva que se encuentra
ante tu vista, sino que transfieres o superpones a esta, la imagen mental
previamente almacenada. Con esto hace que te pierdas de ver la vida tal como es
y lo único que observas es una proyección de tus propios recuerdos e imágenes
mentales que has creado del mundo.
De este modo, la transferencia consiste en proyectar algo
del pasado en el presente. Por ejemplo, si en el pasado tuviste una experiencia
dolorosa con una mujer y ahora crees que todas las mujeres son iguales a esa,
estás atrapado en la transferencia. Si de niño fuiste asaltado por una persona
de una raza determinada y ahora miras con desconfianza a todos los miembros de
esa raza, estás atrapado en el mecanismo de transferencia. También sucede
cuando buscas una esposa o un esposo que se parezca a tu madre o padre,
respectivamente. En este caso tan común, buscas transferir los elementos
maternos o paternos en la pareja, lo cual da lugar a relaciones muy
conflictivas ya que en lugar de aceptar a tu pareja tal como es, buscas
afanosamente que se parezca al ideal que has creado en tu cabeza.
También ocurre que transferimos a Dios el carácter humano de
un padre castigador y vengativo convirtiendo a Dios en un concepto mental
carente de verdad. Otra forma de transferencia ocurre cuando, de manera
inconsciente, somos atraídos por un líder político o religioso ya que
transferimos en él o ella la imagen de un padre o una madre ideal. Esto puede
llevarnos a caer en una relación dependiente con nuestro gurú o maestro lo cual
termina aboliendo nuestra capacidad para Ser el Ser.
La raíz de muchos conflictos con nuestros jefes, profesores
u otras figuras de autoridad es que transferimos en ellos elementos amados u
odiados de nuestros propios padres. En el psicoanálisis, se habla de transferencia
cuando el paciente proyecta a su padre o madre en el terapeuta, llegando a
odiarlo o a enamorarse de este, de acuerdo al tipo de relación que haya tenido
con sus progenitores.
Para liberarnos de la transferencia es necesario empezar a
ver la realidad en el Aquí y Ahora tal como es, y libre de los recuerdos del
pasado. Para profundizar más en este tema te invitamos a leer un artículo anterior donde hemos hablado al respecto.
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