La
mayoría de los psicólogos buscan que el ser humano tenga “un ajuste adecuado al
mundo y a los demás, con el máximo de efectividad y satisfacción para el
individuo y para la sociedad”. Por otro lado, J. Krishnamurti decía que no es
saludable estar adaptado a una sociedad profundamente enferma. Si nos adaptamos
al mundo enfermo es porque también estamos enfermos. Pero la locura colectiva
no se percibe cuando todos los individuos la comparten. En nuestro mundo es
“normal” rechazar a otros por su religión u orientación sexual o convertirnos
en consumistas compulsivos siempre dispuestos a obtener aquellos objetos que
supuestamente nos dan la felicidad.
Si
eso es ser normal, yo no quiero ser normal. El mundo es como un río y todos los
individuos son como criaturas de ese río que luchan contra él y nadan
contra la corriente. Ellos quieren alcanzar honores, gloria y poder y para ello
se enfrentan al río de la vida. Pero yo sólo quiero dejarme llevar por las
aguas del río, flotando suavemente y dejar que la corriente me lleve por
lugares que desconozco aprendiendo nuevas cosas cada día.
Nadar
contra la corriente es lo “normal”. Fluir con el río es sinónimo de locura. El
hombre trata con todas su fuerzas de conquistar la naturaleza, las personas
religiosas oran para hacer que llueva o deje de llover. Pero yo disfruto de la
lluvia cuando llueve y bendigo el sol cuando brilla sobre mi cabeza.
En
el Valle del Cauca, lugar donde vivo, hace un tiempo hubo inundaciones que
destruyeron cultivos y viviendas. Los gobernantes de la región trajeron a un japonés
experto en inundaciones para que les dijera cómo controlar las aguas del río
Cauca. El japonés, al estilo Zen, dijo que el río solamente estaba recuperando
lo que el hombre le había quitado, él buscaba las antigua ciénagas que habían
sido secadas para sembrar. También dijo que había que sembrar lejos del río y construir
casas flotantes para sobrevivir a las inundaciones.
Menuda
lección la de este hombre. Él nos enseña que no debemos enfrentarnos a la vida
–nadar contra la corriente- sino aprender a fluir con la vida. Para lograr esto
debemos empezar por aceptar lo que la vida nos trae. Cuando esta nos trae cosas
que la mente califica como “malas” o “negativas”, debemos recordar que detrás
de esas situaciones siempre hay una bendición escondida. Probablemente no
descubramos la bendición inmediatamente, incluso podría pasar mucho tiempo,
pero aunque en el momento no entendamos lo que está sucediendo, podemos
entregarnos a la vida aceptándola como es y no renegando jamás de lo que esta
nos trae.
Cuando
rechazamos la experiencia que la vida nos trae entramos en guerra con ella.
Estar en conflicto con la vida sólo nos lleva a vivir amargados y llenos de
ira. Cuando aceptamos plenamente lo que la vida nos trae, entonces somos uno
con ella, de esta manera la vida estará de parte nuestra y las cosas fluirán
naturalmente.
Cuando
estamos en paz con la vida, entonces la creatividad fluye espontáneamente de
nuestro Ser y las soluciones a los conflictos llegan naturalmente. Esa es la
magia de Ser. Una magia tan poco comprendida, incluso por los buscadores
espirituales que creen que tienen que cambiar la vida para ser felices. Pero si
no somos felices aquí y ahora a pesar de las circunstancias, entonces nada será
nunca suficiente. La única felicidad verdadera es aquí donde estás y es ahora,
porque aunque el mundo parezca hostil, dentro de ti está la fuente inagotable
de la paz, el amor y la felicidad verdadera. Sólo basta con una respiraciónpara encontrarla.
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