martes, 1 de octubre de 2013

Fluir con el río


La mayoría de los psicólogos buscan que el ser humano tenga “un ajuste adecuado al mundo y a los demás, con el máximo de efectividad y satisfacción para el individuo y para la sociedad”. Por otro lado, J. Krishnamurti decía que no es saludable estar adaptado a una sociedad profundamente enferma. Si nos adaptamos al mundo enfermo es porque también estamos enfermos. Pero la locura colectiva no se percibe cuando todos los individuos la comparten. En nuestro mundo es “normal” rechazar a otros por su religión u orientación sexual o convertirnos en consumistas compulsivos siempre dispuestos a obtener aquellos objetos que supuestamente nos dan la felicidad.

Si eso es ser normal, yo no quiero ser normal. El mundo es como un río y todos los individuos son como criaturas de ese río que luchan contra él y nadan contra la corriente. Ellos quieren alcanzar honores, gloria y poder y para ello se enfrentan al río de la vida. Pero yo sólo quiero dejarme llevar por las aguas del río, flotando suavemente y dejar que la corriente me lleve por lugares que desconozco aprendiendo nuevas cosas cada día.

Nadar contra la corriente es lo “normal”. Fluir con el río es sinónimo de locura. El hombre trata con todas su fuerzas de conquistar la naturaleza, las personas religiosas oran para hacer que llueva o deje de llover. Pero yo disfruto de la lluvia cuando llueve y bendigo el sol cuando brilla sobre mi cabeza.

En el Valle del Cauca, lugar donde vivo, hace un tiempo hubo inundaciones que destruyeron cultivos y viviendas. Los gobernantes de la región trajeron a un japonés experto en inundaciones para que les dijera cómo controlar las aguas del río Cauca. El japonés, al estilo Zen, dijo que el río solamente estaba recuperando lo que el hombre le había quitado, él buscaba las antigua ciénagas que habían sido secadas para sembrar. También dijo que había que sembrar lejos del río y construir casas flotantes para sobrevivir a las inundaciones.

Menuda lección la de este hombre. Él nos enseña que no debemos enfrentarnos a la vida –nadar contra la corriente- sino aprender a fluir con la vida. Para lograr esto debemos empezar por aceptar lo que la vida nos trae. Cuando esta nos trae cosas que la mente califica como “malas” o “negativas”, debemos recordar que detrás de esas situaciones siempre hay una bendición escondida. Probablemente no descubramos la bendición inmediatamente, incluso podría pasar mucho tiempo, pero aunque en el momento no entendamos lo que está sucediendo, podemos entregarnos a la vida aceptándola como es y no renegando jamás de lo que esta nos trae.

Cuando rechazamos la experiencia que la vida nos trae entramos en guerra con ella. Estar en conflicto con la vida sólo nos lleva a vivir amargados y llenos de ira. Cuando aceptamos plenamente lo que la vida nos trae, entonces somos uno con ella, de esta manera la vida estará de parte nuestra y las cosas fluirán naturalmente.


Cuando estamos en paz con la vida, entonces la creatividad fluye espontáneamente de nuestro Ser y las soluciones a los conflictos llegan naturalmente. Esa es la magia de Ser. Una magia tan poco comprendida, incluso por los buscadores espirituales que creen que tienen que cambiar la vida para ser felices. Pero si no somos felices aquí y ahora a pesar de las circunstancias, entonces nada será nunca suficiente. La única felicidad verdadera es aquí donde estás y es ahora, porque aunque el mundo parezca hostil, dentro de ti está la fuente inagotable de la paz, el amor y la felicidad verdadera. Sólo basta con una respiraciónpara encontrarla.

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