No adores a los maestros del
pasado, encuentra
lo que ello encontraron
Proverbio Zen
Mientras dependamos de
maestros externos estaremos negando la realidad de nuestro Ser. Pero hay algo
mucho más profundo en esto: solamente existe el Ser Uno. Por lo tanto, todos
los maestros externos son expresiones de esa Consciencia, todos son olas del
mismo Océano que YO SOY.
El Ser que habita en los maestros no es superior al nuestro.
Una parte de Dios no puede ser superior a otra porque eso significaría que Dios
está fragmentado y en competencia contra sí mismo. Lo que sucede es que el que
es maestro ya se descubrió a sí mismo como Dios, mientras el estudiante sigue
pensando que es un individuo en busca de un Dios externo.
Si el Ser del maestro es tu propio Ser, entonces la función
del maestro externo es la de guiarte a reconocerte a ti mismo como Dios. Pero
la gente no ha comprendido esto y creen que el maestro tiene la función de
salvarnos y además, solucionar todos nuestros problemas. Es por eso que en la
nueva era muestran a los maestros como los tapagoteras por excelencia. ¡Un
maestro para cada problema! Aunque esa definición resulta muy cómoda y
conveniente, es infantil e inmadura. La gente que piensa así pone a los
maestros en altares y los adora, como si con eso pudiéramos despertar a nuestra
realidad Divina. En vez de eso, generamos idolatría al ver a Dios en otro y desconocerlo
en nosotros mismos, alejándonos así de nuestra realidad.
La solución a todos nuestros problemas no debe buscarse en
el maestro externo. La solución a todos los problemas está en la única
realidad, el Ser Divino. Los “problemas” –si queremos usar esa palabra- fueron
creados por nuestra mente y ella no tiene la solución. Así que al trascender el
nivel de la mente estos se esfuman, probablemente sigan allí, pero ya no pueden
tocarnos porque ya no somos la mente.
Todos los maestros y maestras que han pisado la Tierra son
una expresión bella de nuestro Ser. Cada uno de ellos es una parte nuestra que
despertó. No hay muchos Seres, sólo existe el Uno indiviso. Reconocer a los
maestros externos, aprender de ellos y escucharlos es parte fundamental de
nuestro despertar. Pero el paso definitivo está en reconocer lo que somos en
Dios, comprender nuestra Realidad. Cuando esto sucede, no nos alejamos de, ni
rechazamos a los maestros externos, al contrario, ahora podemos amarlos con un
amor puro que no está controlado por la idolatría o el sentido de inferioridad
ante ellos. Ahora sabemos que somos Uno y nada más.
¿Necesita un maestro ser adorado? Ellos carecen de ego, por
lo tanto prescinden de todo ese protocolo religioso innecesario. Si queremos
agradar al maestro debemos comprender y asimilar su mensaje descubriendo lo que
ellos descubrieron: nuestra verdadera Identidad.
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