sábado, 5 de octubre de 2013

Solamente hay un Maestro

No adores a los maestros del pasado, encuentra lo que ello encontraron
Proverbio Zen


Mientras dependamos de maestros externos estaremos negando la realidad de nuestro Ser. Pero hay algo mucho más profundo en esto: solamente existe el Ser Uno. Por lo tanto, todos los maestros externos son expresiones de esa Consciencia, todos son olas del mismo Océano que YO SOY.

El Ser que habita en los maestros no es superior al nuestro. Una parte de Dios no puede ser superior a otra porque eso significaría que Dios está fragmentado y en competencia contra sí mismo. Lo que sucede es que el que es maestro ya se descubrió a sí mismo como Dios, mientras el estudiante sigue pensando que es un individuo en busca de un Dios externo.

Si el Ser del maestro es tu propio Ser, entonces la función del maestro externo es la de guiarte a reconocerte a ti mismo como Dios. Pero la gente no ha comprendido esto y creen que el maestro tiene la función de salvarnos y además, solucionar todos nuestros problemas. Es por eso que en la nueva era muestran a los maestros como los tapagoteras por excelencia. ¡Un maestro para cada problema! Aunque esa definición resulta muy cómoda y conveniente, es infantil e inmadura. La gente que piensa así pone a los maestros en altares y los adora, como si con eso pudiéramos despertar a nuestra realidad Divina. En vez de eso, generamos idolatría al ver a Dios en otro y desconocerlo en nosotros mismos, alejándonos así de nuestra realidad.

La solución a todos nuestros problemas no debe buscarse en el maestro externo. La solución a todos los problemas está en la única realidad, el Ser Divino. Los “problemas” –si queremos usar esa palabra- fueron creados por nuestra mente y ella no tiene la solución. Así que al trascender el nivel de la mente estos se esfuman, probablemente sigan allí, pero ya no pueden tocarnos porque ya no somos la mente.

Todos los maestros y maestras que han pisado la Tierra son una expresión bella de nuestro Ser. Cada uno de ellos es una parte nuestra que despertó. No hay muchos Seres, sólo existe el Uno indiviso. Reconocer a los maestros externos, aprender de ellos y escucharlos es parte fundamental de nuestro despertar. Pero el paso definitivo está en reconocer lo que somos en Dios, comprender nuestra Realidad. Cuando esto sucede, no nos alejamos de, ni rechazamos a los maestros externos, al contrario, ahora podemos amarlos con un amor puro que no está controlado por la idolatría o el sentido de inferioridad ante ellos. Ahora sabemos que somos Uno y nada más.

¿Necesita un maestro ser adorado? Ellos carecen de ego, por lo tanto prescinden de todo ese protocolo religioso innecesario. Si queremos agradar al maestro debemos comprender y asimilar su mensaje descubriendo lo que ellos descubrieron: nuestra verdadera Identidad.

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