martes, 11 de junio de 2013

Matar al Buda, matar al Dharma - Parte II


El Budismo Zen se diferencia completamente de las otras corrientes principales: el Mahayana y el Theravada. Estas últimas se basan en el proceso y en el ritual para alcanzar la meta de convertirse en Buda, ya sea en esta vida o en la siguiente. Por su parte el Zen, que fue llevado a China por el monje Bodhidharma, enseña que somos el Buda aquí y ahora y que lo único que se opone a su manifestación es nuestra identificación con la mente. 

Si creemos que hay una distancia –aunque sea pequeña- entre el Buda y yo, entonces, ¿quién es yo? Cualquier cosa que no sea eterna no es real, y si el “yo” está separado de lo Eterno, entonces es una ilusión que surge de nuestra identificación con el pensamiento. En una parte del siguiente artículo Pedro San José dice lo siguiente:

Ante este estado de cosas os grito de nuevo que cojáis el cuchillo y matéis a ese Buda que se os ha colado, a ese Cristo que os domina por dentro, a ese nuevo ídolo envuelto en las telas del misterio, hasta que no os quede nada, y cuando digo nada es nada a lo que agarraros.

El punto que quiero resaltar es que mientras veamos al Ser como algo externo a nosotros o como un ser interno, pero que es diferente de nosotros, es porque estamos identificados con la mente. Si digo “Mi Cristo y yo”, allí hay dualidad, hay ilusión. Si el Cristo es real, entonces el “yo” que se ve por fuera es irreal. Pero aún, el Cristo que es percibido por ese “yo” que se cree separado, es una percepción errónea, porque lo ve según los condicionamientos  religiosos y culturales del “yo”. La mente no puede conocer al Ser, sólo tiene una serie de ideas de lo que es. Sólo puedes conocer al Ser cuando te das cuenta de que eres Él.

Así que cuando percibes al Cristo o Buda como algo externo a ti hay una doble ilusión: el “yo” que percibe es el ego, y el Cristo que se percibe es un pensamiento, una idea basada en lo que has leído o en lo que otros te han dicho. Por eso, no te inclines ante el Buda, conviértete en Buda, es la premisa. Sólo cuando vayas más allá de la dualidad de los opuestos, de la creencia en que estás separado de Dios, entonces percibirás la realidad. No se trata de decir desde la mente: “Yo soy Dios”, sino de soltar la mente y el ego, y entonces percibir lo que realmente eres.

Cristo o Buda es lo que eres, es tu verdadera esencia. Para entrar en ella empieza a observar tus pensamientos y tus emociones como un observador externo. Pronto veras que ese observador no es afectado por nada de lo que ve y se mantienen en una paz más allá de toda dualidad. Pues bien, ese observador es Buda, o Cristo o como lo quieras llamar; ese observador es el Ser Puro, Perfecto y Eterno que tú eres. Sigamos adelante con la segunda parte del texto:

"Tú eres el Buda"

El Maestro subió al púlpito. Un monje preguntó: “¿Cuál es el significado básico del budismo?” El Maestro levanto el espantamoscas. El monje gritó. El Maestro le golpeó - p.49

Un golpe y un grito. El silencio se ha expresado mejor que los mil discursos. ¡Tac! ¡Haj! Lo demás sobra. El significado básico, la realidad apareciéndose y escondiéndose tras
robar la última palabra. ¿Quién es el ladrón? Decidme, ¿Quién es? ¿O robaron los dos?

“Existe una pandilla de calvos ciegos que, tras atiborrarse de arroz, se sientan al estilo de meditación Ch´an, intentando detener el flujo de pensamientos,... exigiendo silencio” -p.78

Por favor, caminantes, renunciad al camino trillado, a instalaros en la convicción de que poseéis una verdad y que pertenecéis a los elegidos. Es mucho mejor esta oscuridad donde os habéis perdido que los horizontes artificiales que os inventáis en vuestra fantasía. Esa horda de gente de bien, que ya ha vivido todas las experiencias, que se mueven ufanos y ufanas como si fueran los anfitriones de la casa común, que se atreven a dictar órdenes y a instruir a los sabios, mientras satisfechos se dirigen a sí mismos palabras de alabanza, aun cuando pongan poses humildes y caras de acontecimiento, son la mierda que corroe la casa, son el veneno tentador para quedarnos aquí e inventarnos una nueva idea, una nueva verdad en la que refugiarnos. Es la muralla que intenta cerrar el campo, pues es fácil y agradable sentirse acogido en una nueva iglesia, en un nuevo grupo de pertenencia e identidad.

Esa horda de calvos instalados os hablarán de buscar en un lugar recóndito el misterio de la vida. Quizás os repitan formulas esotéricas, o rituales de iniciación que ellos controlan. Os hablarán de un mundo nuevo misterioso en el interior, y os instruirán a que en medio de vuestro silencio busquéis un nuevo ídolo, que ahora llaman Buda interior, o Maitreya revivido, o Cristo cósmico, o Maestro interior. Con estas palabras construís de nuevo el poder superior abandonado, os acomodáis e instaláis en ese nuevo culto, lleno de ritos modernos, de cantos escondidos, o de musitaciones en el silencio. Estáis creando un nuevo culto, volviéndoos de nuevo ovejas que siguen multitudes. Ya no necesitáis mirar a quién sois, pues habéis encontrado un álien que vive dentro de vosotros y que de nuevo os dictará el camino si sois dóciles y le dais culto.

Ante este estado de cosas os grito de nuevo que cojáis el cuchillo y matéis a ese Buda que se os ha colado, a ese Cristo que os domina por dentro, a ese nuevo ídolo envuelto en las telas del misterio, hasta que no os quede nada, y cuando digo nada es nada a lo que agarraros.

Entonces por fin quizás podáis mirar de frente a quien realmente tenéis con vosotros y descubrir que vosotros mismos sois la meta que buscabais. Así seréis un verdadero buen amigo de la vida:

“...El verdadero buen amigo es el que se atreve a hablar mal del Buda y de los patriarcas y busca a la persona autentica... si todo el mundo te aprueba, vayas donde vayas, ¿de qué sirves?” -p.79

Cuando esto hagáis vuestro comportamiento sonará a blasfemia y herejía para aquellos que desde sus poltronas dictan el bien y el mal, lo verdadero y lo falso, y para aquellos que les siguen, que no se atreven a levantar la vista. Y entonces os rechazarán, dirán que quién os creéis vosotros para poner en duda las palabras de los sabios. Dirán que como os atrevéis contra el libro que Dios ha dictado. Os llenarán de insultos y os alejarán de la corriente común, os llamarán gente de vida licenciosa, drogadictos y pecadores. Y entonces quizás vosotros mismos dudaréis, pero atended a vuestro corazón en esa hora de prueba, y seguid en medio de esa oscuridad.

Habréis de elegir entre volver atrás a la sombra de los templos enriquecidos o seguir caminando sobre vuestros propios pasos. De ello dependerá vuestra liberación. Pues si os alaban los que se llenan la boca de arroz, debéis tentaros la ropa y volver a mirar, mirar continuamente.

“...Entre los estudiantes de la Vía que acuden de todas partes no ha habido nunca ninguno que no aparezca frente a mi dependiendo de algo, por lo que empiezo golpeándoles ahí. Si vienen levantando la mano, les golpeo en la mano, si vienen murmurando algo, les golpeo en la boca. Si vienen moviendo los ojos, les golpeo en los ojos. Todavía no he encontrado a ninguno que venga solo y libre. Todos están atrapados en las inútiles estratagemas de los antiguos -p.88

Y en este camino de morir y nacer, morir y nacer de nuevo, habréis de ser sinceros con vosotros, y mirar de frente los restos de cadenas que cuelgan de vosotros. Por ello debo golpearos, golpearos para que os despertéis.

A ti te golpeo en la mano, pues andas siempre levantándola para decir que allí estás. Quieres demostrar que eres alguien. No soportas pasar desapercibido y crees tener respuestas para todo. Estás apegado a tu pequeño dogma, a tu brillante intelecto, desde el que crees dominar el mundo. Crees que todo ha de pasar por ese filtro. Por ello te golpeo allí.

A ti te golpeo en la boca, ya que continuamente colocas palabras a todo lo que ves. Parece que las palabras y lo que contienen son más importantes que lo que ves, oyes, palpas o gustas. Eres de los que das más importancia al dedo que señala a la luna que a la luna misma. Hablas y hablas sin cesar y ante cualquier situación sueltas la verborrea que se te ocurre. Vives en el mundo de las interpretaciones, te alimentas de poner nombre a las cosas, de identificarlas e identificarte. A ver si con este golpe consigo que te quedes mudo.

A ti te golpeo en los ojos, pues vives de la apariencia. Eres frívolo y mides las cosas por al cascara. Depende del traje que me ponga me enjuicias. Vas continuamente mirando los roles, los juegos de teatro, y te dejas seducir por las joyas y los brillantes. Eres hijo de la envidia pues todo lo que ves se te antoja. Ojalá te deje ciego de un golpe, de forma que por fin te veas obligado a mirar hacia dentro a oscuras.


Venir solo y libre es venir sin dependencias, venir desnudo y sin caracteres que mostrar, venir sin apegos y libre de equipaje. Así es como os volveréis, si soportáis los golpes y no corréis a esconderos de nuevo en vuestro pequeño agujero, molestos porque os pegan y os quitan vuestro juguete. Desnudos y abiertos al viento y a la lluvia. Entonces veréis que todo tiempo es un tiempo bueno, pobres de pertenencias y de identidades, locos por el ser que habéis recuperado, llenos de vida y de frescura. Os veréis completos como siempre habéis sido, pues lo único que he hecho con mis golpes es quitaros lo que os sobra y que escondía quien realmente sois y habéis sido siempre.

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