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En el libro Siddhartha de Herman Hesse, el protagonista de
la historia pasó muchos años buscando diferentes métodos y gurús que le
permitieran encontrar la verdad. Ninguno logró darle lo que él buscaba. Un día,
cansado de buscar, llegó a la primera gran conclusión de su vida: “No hay nada
que aprender”. Esta es una gran revelación, el aprendizaje de conceptos
intelectuales acerca de Dios puede ayudarte a ser un buen teólogo, pero te
alejará de encontrar a Dios ya que Él está más allá de cualquier concepto y
descripción. El camino real hacía la realización consiste en desaprender,
vaciar tu mente de tanta información intelectual que te ha llevado a muchos
lugares, excepto a alcanzar tu despertar espiritual.
Quizá el momento más impactante del libro es cuando Siddhartha
encuentra por fin a un maestro verdadero: Gautama Buda. Pero a pesar de saber que
las palabras de Buda son verdad, Siddhartha decide abandonarlo, no porque no
crea en Buda, sino porque no quiere convertirse en el seguidor de una doctrina,
él quiere encontrarlo que Buda encontró. En el momento de alejarse de Buda, Siddhartha
pronuncia estas palabras llenas de valentía:
-No me guardes rencor, majestuoso
-exclamó el joven-. No te he hablado así para buscar un desacuerdo o la
desavenencia con palabras. Desde luego, tienes razón, y poco importan las opiniones.
Pero déjame decir una cosa más: ni un momento he dudado de ti. Ni un momento he
dudado de que tú fueras el buda, de que hubieras llegado a la meta, al máximo,
hacia el que tantos brahmanes e hijos de brahmanes se hallan en camino. Has
encontrado la redención de la muerte. La has hallado con tu misma búsqueda, con
tu propio camino, a través de pensamientos, ensimismaciones, ciencia,
reflexión, inspiración. ¡Pero no la has encontrado a través de una doctrina! Yo pienso, majestuoso, ¡que nadie encuentra
la redención a través de la doctrina! ¡A nadie, venerable, le podrás
comunicar con palabras y a través de la doctrina lo que te ha sucedido a ti en el
momento de tu inspiración! Mucho es lo que contiene la doctrina del inspirado
buda, a muchos les enseña a vivir honradamente, a evitar lo malo. Pero esta
doctrina tan clara y tan venerable no contiene un elemento: el secreto de lo
que el majestuoso mismo ha vivido, él solo, entre centenares de miles de
personas. Esto es lo que he pensado y comprendido cuando escuchaba tu doctrina.
Y por ello, continúo mi peregrinación. No para buscar otra doctrina mejor, pues
sé que no la hay, sino para dejar todas las doctrinas y a todos los profesores,
y para llegar solo a mi meta, o morirme. Sin embargo, a menudo me acordaré de
este día, majestuoso, y de esta hora en que mis ojos vieron a un santo.
Después de abandonar a Buda para seguir su propio Ser, Siddhartha
se embarca en una búsqueda que duraría años, hasta llegar a encontrar la
iluminación de la forma más sencilla. Esa es la esencia de “Siddhartha”, el
libro de Herman Hesse, quien muy probablemente fue un iluminado. Libros como
estos nos ayudan a ver y cuestionar la vida a cada instante. ¿Estamos siguiendo
una doctrina o seguimos la verdad dentro de nosotros? Esa es quizá, la pregunta
fundamental que debemos hacernos. En mi caso, he leído a Eckhart Tolle, a
Anthony de Mello, Ramana Maharshi y muchos otros, y aunque todos han sido
inspiradores para mí, ninguno pudo darme la verdad. Ellos marcan el camino y
somos nosotros lo que decidimos recorrerlo o no. Pero muchos no quieren hacerlo
y prefieren convertirse en adoradores de un maestro o en miembros de alguna
secta. Para la persona que está atrapada en su ego es mejor poner flores a la
fotografía de su maestro y hacer sus rituales que descubrir que el mismo –su propio
Ser- es el maestro. Pero esa es la esencia misma de lo que los maestros han
enseñado: “Lo que yo he hecho los podréis hacer vosotros también y mayores
cosas aun”, dijo Jesús. La pregunta que debemos hacernos es: ¿Estamos listos
para ser el Cristo, el iluminado, o preferimos continuar siendo un seguidor?
Al principio, necesitamos por cierto tiempo estudiar las
enseñanzas de alguien que es una maestra o un maestro despierto. Pero, cuando
llegue el momento, el pájaro debe volar del nido. Entonces seguiremos únicamente
a nuestro Ser, sin embargo, podremos seguir retroalimentándonos de los maestro
iluminados, pero entonces ya no seremos un seguidor, sino alguien que sabe que es
igual a ellos.
Pero el momento de la iluminación no es un evento lejano en
el tiempo. En palabras de Eckhart Tolle:
Su mente le dice que usted no
puede llegar allá (al Despertar) desde aquí. Tiene que suceder algo o usted
tiene que volverse esto o aquello antes de poder ser libre y realizado. Le dice
de hecho que usted necesita tiempo, que usted necesita encontrar, ordenar,
hacer, lograr, adquirir, llegar a ser o comprender algo antes de ser libre o
completo. Usted ve el tiempo como el medio de salvación, mientras que en verdad
este es el mayor obstáculo para la salvación. Usted piensa que no puede llegar
a ella desde donde está y siendo quien es usted en este momento, porque todavía
no está completo o no es suficientemente bueno, pero la verdad es que aquí y
ahora es el único punto desde donde usted puede llegar a ella. Usted
"llega" allá dándose cuenta de que está ya allá. Usted encuentra a
Dios en el momento en que se da cuenta de que no necesita buscarlo. Así que no
hay un camino único de salvación: puede utilizarse cualquier condición, no se
necesita una condición particular. Sin embargo sólo hay un punto de acceso: el
Ahora. No puede haber salvación fuera de este momento. ¿Está solo y sin pareja?
Entre al Ahora desde ahí. ¿Está involucrado en una relación? Entre al Ahora
desde ahí.[1]
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