miércoles, 6 de marzo de 2013

Cambiar el mundo


“Maestro, ¿Cuándo habrá paz en Colombia?” –preguntó la estudiante.                                                    --“Cuando estés en paz contigo misma, con tus padres, tus hermanos y las personas que te rodean”, respondió el maestro con una mirada enérgica.

¿No es acaso una forma de hipocresía orar por la paz del mundo, cuando no hemos podido estar en paz con nosotros mismos? Muchas religiones y sectas hacen oraciones y llamados para que las personas o grupos que promueven la guerra en el planeta sean neutralizados. Esta puede ser una estrategia del ego para desviar la atención de lo que realmente importa: el interior de cada uno, y hacer que las personas enfoquen sus energías para tratar de cambiar el mundo externo, cual puritano que, viviendo poseído por la lujuria, hace una campaña para promover el celibato entre los adolescentes.

La raíz misma del conflicto de la humanidad está en la mente. La mente del hombre está dividida entre lo que piensa y lo que “debería pensar”, entre lo que siente y lo que “debería sentir”, entre lo que hace y lo que “debería hacer”. Este conflicto interno consume gran energía y es la causa misma de las neurosis, la ansiedad y la agresividad. Sólo cuando la persona acaba con este conflicto interno puede haber paz. Esto sucede cuando el individuo aprende a observar y escuchar sus pensamientos sin juzgarlos, a tomar consciencia de sus emociones sin calificarlas como “buenas” o “malas”. En ese momento la persona toma consciencia de sí mismos como el Observador des-identificándose de  la mente y el ego. Ese observador –que es la Consciencia misma- consume por su propia observación los pensamientos y emociones que son diferentes a la armonía de la vida.

Tú eres el mundo. Toda la humanidad, todas las estrellas y todos los Seres están en ti. En la medida en que acabas con el conflicto interno y te liberas de toda agresividad y miedo, todos los seres se benefician. Por ello Ramana Maharshi decía que el mejor servicio que se puede prestar a la humanidad es despertar.
Para poder ser un observador de la mente y las emociones se requieren mucha energía, pero si disipas esa energía tratando de neutralizar a aquellos que hacen la guerra, no solo malgastas esa valiosa  energía, sino que pierdes el foco de lo que es realmente importante.

Eso no quiere decir que no actúes ante la injustica, cuando tengas la oportunidad de actuar hazlo, pero asegúrate que sea una acción que no esté contaminada por los prejuicios del ego y las expectativas de la mente. Una acción pura solamente surge del Ser de cada uno y nunca es motivada por el miedo o el enojo.
Aunque muchos se apoyan en la idea de la ira de Dios para tratar de cambiar a otros por la fuerza, es importante recordar que Dios no tiene ira. Si eso fuera cierto, querría decir que Dios posee un ego al igual que tú, porque la ira sólo surge de aquel que tiene miedo, odio o venganza. El Dios iracundo que aparece en varias partes del antiguo testamento es un Dios creado a imagen y semejanza de los hombres. Si el hombre tiene ira, entonces Dios debe tener ira, si el hombre es vengativo, entonces Dios debe ser vengativo, etc. Ese falso dios es como los dioses de la antigua Grecia que contenían todos los vicios y perversiones humanas.
Jesús vino a exponer las mentiras del falso dios creado por los hombres. Por ello nos habló tan claro para mostrarnos cómo actúa alguien que está centrado en su Ser:

Oísteis que fue dicho: Ojo por ojo, y diente por diente. Pero yo os digo: No resistáis al que es malo; antes, a cualquiera que te hiera en la mejilla derecha, vuélvele también la otra; y al que quiera ponerte a pleito y quitarte la túnica, déjale también la capa; y a cualquiera que te obligue a llevar carga por una milla, ve con él dos. Al que te pida, dale; y al que quiera tomar de ti prestado, no se lo rehúses. Oísteis que fue dicho: Amarás a tu prójimo, y aborrecerás a tu enemigo. Pero yo os digo: Amad a vuestros enemigos, bendecid a los que os maldicen, haced bien a los que os aborrecen, y orad por los que os ultrajan y os persiguen; para que seáis hijos de vuestro Padre que está en los cielos, que hace salir su sol sobre malos y buenos, y que hace llover sobre justos e injustos. Porque si amáis a los que os aman, ¿qué recompensa tendréis? ¿No hacen también lo mismo los publicanos? Y si saludáis a vuestros hermanos solamente, ¿qué hacéis de más? ¿No hacen también así los gentiles? Sed, pues, vosotros perfectos, como vuestro Padre que está en los cielos es perfecto. (Mateo 5)

Para cambiar el mundo, debemos primero cambiarnos a nosotros mismos. Si vamos a enfrentarnos a la batalla contra la injusticia, debemos tener el corazón en paz. De lo contrario, cualquier acción que llevemos a cabo estará contaminada por nuestro ego, por nuestro odio inconsciente.

¿Te alegraste por la muerte de Hugo Chávez? Si es así es porque tienes tu corazón tan sucio como el de él, es porque albergas odio y rencor en tu interior. La muerte de Hugo Chávez no fue producto de la “venganza de Dios” como muchos creen, el cáncer que lo consumió fue la cristalización de su propio odio y rencor profundos. Dios no necesita castigarnos, nosotros mismos lo hacemos con nuestros pensamientos y acciones.  El Dios castigador fue una creación de los judíos antiguos para poder justificar sus propios crímenes en contra de otros pueblos. Ellos pasaron a mujeres y niños por espada en nombre de Dios. ¿Se parece ese al Dios que predicó Jesús? Si eres objetivo te darás cuenta de que la diferencia es enorme.


Cada pueblo tiene los gobernantes que se merecen. Las personas atraen presidentes que vibren con su estado de consciencia, y que les den las lecciones que necesitan –algunas muy duras- para madurar y crecer. Si los venezolanos tuvieran a un iluminado como presidente lo derrocarían, porque iría en contra de su estado de consciencia.

Si no eres venezolano, ¿por qué te preocupa tanto el presidente que pueda tener ese país? Ni si quiera has podido solucionar los problemas de tu nación, ni de tu ciudad, ni de tu barrio, ni de tu familia, ni de tu vida… y pretendes solucionar los problemas de otros países!!!

No escribo estas palabras para decirte como es Dios. A Él no se le puede describir, pero si quise hablarte de lo que no es Dios, esa imagen mental imperfecta creada por el hombre. Libérate de todos los conceptos mentales de la divinidad, y cuando llegues al vacío de conceptos, conocerás la verdad.

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