El verdadero
origen de los “espíritus malignos”
«Había una madre que no conseguía que su hijo pequeño regresara a
casa de jugar antes de anochecer. Para asustarlo, le dijo que había unos
espíritus que salían al camino tan pronto se ponía el sol. Desde aquel momento,
el niño ya no volvió a retrasarse. Pero cuando creció tenía tanto miedo a la
oscuridad y a los espíritus que no había manera de que saliera de noche.
Entonces su madre le dio una medalla y le convenció de que mientras la llevara
consigo los espíritus no se atreverían a atacarle. El muchacho salió a la
oscuridad bien asido a su medalla. Su madre había conseguido que, además del
miedo que tenía a la oscuridad y a los espíritus, se le uniese el miedo a
perder la medalla». La buena religión te enseña a liberarte de los fantasmas, y
la mala a fiarte de las medallas. No metamos a Dios en los fantasmas.[1]
Quiero comentar esta corta enseñanza de Tony[2]
Antes de entrar en el camino del despertar
espiritual, pertenecí –incluso llegue a ser uno de los líderes- de una secta
religiosa [3]donde el miedo era un factor fundamental para controlar a los miembros.
Allí nos enseñaron que el mundo estaba plagado de demonios, espíritus malignos
y ángeles caídos que siempre estaban buscando atacarnos y destruirnos.
Como en la historia de Tony, esos fantasmas no
existían, quiero explicarte cuál es el origen psíquico de estos fenómenos: cuando
una persona reprime el miedo, la ira o cualquier otra emoción toxica, está se
alojan en el inconsciente por algún tiempo. Durante ciertas situaciones, estas
energías reprimidas emergen y toman el control de la persona. Muchas personas
relacionan está energía súbita que emerge del inconsciente con la injerencia de
espíritus inmundos, cuando en realidad se trata de una proyección de su propia
ira o miedo reprimido.
En psicología existe una terapia llamada
“Psicodrama de Moreno”, este consiste en recrear simbólicamente situaciones
conflictivas que el individuo no ha procesado adecuadamente (duelos, traumas, etc.)
para poder efectuar un “cierre” adecuado. El fenómeno del exorcismo es un
psicodrama religioso en el cual el “poseso” y el “exorcista” adoptan inconscientemente
los papeles del bien y del mal para poder darle cierre a un conflicto psíquico
del sujeto. Si el “exorcista” tiene una personalidad fuerte y proyecta
autoridad, el “poseso” permitirá que sus energías conflictivas sean conjuradas
por él durante el drama psíquico llamado exorcismo.
Las personas que no han logrado resolver sus
conflictos inconscientes, ven al mundo como son ellos: lleno de demonios y
fantasmas. Este es el caso de la secta religiosa de mi historia, ellos
funcionan igual a la madre del cuento: primero inventan unos fantasmas que no
existen como tal y luego nos dan la cura, que consiste en un sinnúmero de
oraciones, rituales y mantras que hay que repetir diariamente para que la
persona pueda sentirse “protegida”. Se trata de un juego cruel en el cual hacen
que las personas pierdan su libertad y se conviertan en dependientes de la
religión y sus ritos.
Cuando pertenecía a la secta religiosa, a veces
escuchaba ruidos, en sueños aparecían demonios y en algunas ocasiones era
acosado por fantasmas. Una vez renuncié al miedo, nada de esto volvió a
molestarme, todos los fantasmas desaparecieron y ahora mis sueños son placidos
y llenos de paz. Ese es el resultado de la libertad. No temas, libérate del
miedo, no dejes que ningún temor controle tu vida y menos aún tu relación con
Dios.
“El perfecto amor echa fuera el temor; porque el
temor lleva en sí castigo. De donde el que teme, no ha sido perfeccionado en el
amor.” (1 Jn. 4:18) Dios es dicha, es verdad y es consciencia, cualquier cosa
diferente a esto que te sea inculcada por la religión, es una estrategia para
controlarte, programarte, manipularte y hacerte infeliz. Al respecto, el viejo
Tony dice lo siguiente:
Con la religión nos han metido muchos miedos que están ahí y que
hay que solucionar. «No tengáis miedo», dice Jesús en el Evangelio. Todo el
Evangelio está lleno de estas advertencias: «No temáis..., no os
preocupéis..., no os aflijáis...». Pero nosotros hemos hecho una religión llena
de tabúes y temores, llena de ideas falsas y de falsos ídolos.[4]
Libérate, no temas, reconoce que eres uno en
Dios y que ese Dios es un océano de dicha infinita. Si tú religión o creencia
no te ofrece la dicha Divina y la paz, es mejor que te preocupes, es muy
posible que te estén engañando.
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