martes, 12 de febrero de 2013

Aunque la mona se vista de seda...




Según el Bhagavad Gita, una de las obras cumbre de la literatura hindú:

El Espíritu es indestructible e imperecedero; todo lo penetra. Nadie puede destruir ese Ser Inmutable.
El Espíritu nunca nace y nunca muere: es eterno. Nunca ha nacido, está más allá del tiempo; del que ha pasado y el que ha de venir. No muere cuando el cuerpo muere.
Ningún arma puede herir al Espíritu, ni el fuego puede quemarlo, ni el agua puede mojarlo, ni el viento puede arrastrarlo.
Más allá del poder del fuego, de la espada, del agua y del viento, el Espíritu es eterno, inmutable, omnipresente, inamovible, y siempre uno.
El Espíritu está más allá del cambio y del pensamiento; los ojos mortales no pueden verlo. Reconoce que el Espíritu es lo único que permanece y cesa de sollozar.
(Bhagavad Gita capítulo 2).

Krishna habla aquí acerca de tu naturaleza Divina, tu Ser real o tu verdadera identidad. Sabiendo que lo que eres no puede ser dañado o afectado por nada en este mundo, entonces ¿por qué el ser humano sufre?

El sufrimiento empezó en el momento en que la humanidad dejó de identificarse con su Ser y empezó a desarrollar un sentido de identidad basado en la mente. Es en esa mente que es mortal y limitada que existe la ilusión del dolor y la tragedia.

La mente es memoria, es el almacén donde se guardan los recuerdos, las experiencias y los condicionamientos que recibe del medio que la rodea. A medida que la memoria va almacenando información, se va construyendo una identidad humana con una historia personal basada en esa memoria. Esa identidad es el ego.

Como el ego es la memoria del pasado, entonces es afectado por su pasado: abusos, abandono, y todo un sinfín de experiencias con alto contenido emocional que quedan grabadas en la memoria. A esto es a lo que se ha denominado heridas psicológicas. Pero tú no eres el ego. Recuerda que eres el Ser eterno que no puede ser afectado por nada ni por nadie.

La gran mayoría de terapias psicológicas modernas y terapias alternativas de la Nueva Era trabajan al nivel del ego. Es por ello que esas terapias se interesan tanto en tu pasado, en aquello que sólo existe como un recuerdo en la memoria.

El ego es de por sí disfuncional, pero cuando esa disfuncionalidad se va la extremo, le es imposible adaptarse al mundo y tener una vida normal de hogar, familia, trabajo, etc. Así que el psicoanálisis, las regresiones a vidas pasadas, la recuperación de los fragmentos del alma y muchas otras terapias que se conocen hoy en día ayudan al ego a ser más funcional en el mundo, a adaptarse a la vida en sociedad. Pero… “aunque la mona se vista de seda, mona queda”.

El despertar espiritual es la clave para la sanación de los desórdenes psicológicos. Cuando despiertas pierdes toda identificación con el ego y la mente, que es donde residen estos desordenes, y regresas a tu identidad verdadera: el Ser que nunca ha sido afectado por las experiencias de la mente.

Por medio de la autoobservación, de la cual hemos hablado en este blog, se consumen los registros de memoria del ego y de la mente, tanto a nivel consciente con inconsciente. Cuando observas la mente y las emociones sin juzgar ni calificar lo que sale a flote, entonces estas pueden emerger sin restricciones para poder ser consumidas por la luz de la Consciencia.

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