viernes, 15 de marzo de 2013

El arte de la comunicación



La palabra “Comunicación” viene del latín y tiene raíz en palabras comunes como “Comunión” o “Comunidad”. Esta palabra indica la idea de compartir algo con otro ser humano. Hace falta mucha dedicación para poder desarrollar una comunicación adecuada. El peor obstáculo para aprender es creer que, por el hecho de haber conversado durante toda la vida, ya se domina el arte de la comunicación.

Experiencias pasadas
La mente es un banco de memoria que almacena una gran cantidad de información del pasado. Para interpretar lo nuevo, la mente acude a ese banco y relaciona la experiencia presente con lo que tiene guardado. Cuando vemos a un amigo que no veíamos hace años, no nos relacionamos con ese amigo que está en el presente, sino con la imagen mental que guardamos de él. De esta manera, convertimos la conversación en una repetición incesante de lo viejo.

Para comunicarnos eficientemente, es importante despojarnos de cualquier imagen mental de las personas, ya que de no hacerlo, nos estaremos comunicando -no con la persona- sino con la vieja imagen que guardamos. Cuando nos quedamos con la imagen mental de alguien, dejamos de fluir en el presente y nos resistimos a la posibilidad de que el otro pueda cambiar y transformarse. Por ello es vital ver al otro como es en el presente, libre de imágenes obsoletas.

Algunas personas se enamoran de alguien a quien dejan de ver durante varios años. Al reencontrarse con esa persona, siguen enamoradas de la imagen mental que guardaron años atrás. Pero la persona ha cambiado durante ese tiempo, sin embargo, al aferrase a su vieja imagen mental tratan de negar ese cambio y al final pueden llegar a sufrir una fuerte decepción que se pudo haber evitado si hubieran abandonado la imagen vieja y hubieran estado dispuestos a ver al ser amado como es ahora, en el presente.

Las etiquetas
Las imágenes mentales se caracterizan porque viene bajo la forma de etiquetas. Las dos principales etiquetas que usamos para calificar a las personas con las que nos relacionamos son las de  “bueno” y “malo”. Cuando crees que alguien es bueno, te abres a lo que dice y sin advertirlo, puedes ser engañado fácilmente o puedes omitir de esa persona actitudes o comportamientos que puedan afectarte a ti o a otros. Si la etiqueta que tienes es la de “malo”, entonces solamente vas a ver lo negativo en el otro, y de esta manera, no te permitirás apreciar la belleza y pureza que pueda haber en su interior.

Los conceptos de “bueno” y “malo” provienen de la dualidad. Recuerda que Adán y Eva fueron “expulsados” del Paraíso después de probar el fruto del árbol del “bien” y del “mal”. Es decir, Adán y Eva cayeron de su estado de gracia cuando empezaron a calificar las cosas como “buenas” y “malas”. Las personas con las que nos comunicamos no son ni buenas ni malas, ellas simplemente son lo que son. Al verlos de esta forma abierta y libre de etiquetas, podemos llegar a ver claramente todas las facetas de su comportamiento en forma clara y limpia, en vez de ver sólo una cara de la moneda.

Para ilustrar este punto, usemos como ejemplo al papa saliente de la iglesia Católica: Benedicto XVI. Muchas personas tenían para él una etiqueta de “malo”, al verlo así, estas personas se perdieron de ver la belleza que pudo haber habido en muchas de sus actuaciones. Otras muchas personas decidieron verlo con la etiqueta de “bueno”, y de esta manera fueron incapaces de reconocer los errores que cometió en su papado. Las etiquetas nos privan de toda objetividad y evitan que veamos al mundo por lo que es.

Ahora piensa en cuántas etiquetas de “bueno” o “malo” le has puesto a las personas o situaciones que hay a tú alrededor: familiares, amigos, vecinos, tu líder religioso, etc. Todas ellas son obstáculos para ver la vida por lo que es.

Los prejuicios
Los prejuicios son muy dañinos a la hora de comunicarnos con otras personas. Imagina que tienes un prejuicio muy fuerte hacía las personas que llevan el cabello de una determinada manera, por ejemplo el estilo Punk. El prejuicio hace que, sin conocer a la persona que tienes al frente, empieces a emitir juicios negativos sobre esta, basado en los recuerdos que tienes almacenados en tu memoria. Estos juicios negativos evitan que puedas comunicarte con esta persona y conocerla realmente porque te estás enfrentando, no al individuo que tienes al frente, si no a tu propia memoria.

Los prejuicios son muy poderosos cuando no eres consciente de ellos. Si tú tienes un prejuicio muy fuerte hacia otra persona, este hará que todo lo que el otro diga o haga, confirme lo que tu prejuicio te dicta.

Estado de ánimo
Otro factor importante es el estado de ánimo actual en el que se da la comunicación. Si el receptor o le emisor están pasando por una determina situación emocional muy marcada, pueden emitir o percibir, una idea distorsionada acerca de su interlocutor. Es importante por ello tener en cuenta el estado animo propio o de la persona que tenemos al frente, ya que este puede afectar seriamente la interpretación que hacemos de la comunicación.

Si por ejemplo, estamos muy disgustados con nuestra pareja y bajo ese estado emocional conversamos con otro, es posible que esa rabia haga que veamos reflejado en nuestro interlocutor lo que no nos gusta de nuestra pareja y con ello la comunicación queda totalmente distorsionada. Por otro lado, cuando sintamos una actitud muy marcada en la persona con la que conversamos, vale la pene preguntarnos si no estará pasando por una situación que haya afectado su estado de ánimo, y por tanto la comunicación.

Conclusión
Una comunicación efectiva es muy importante para tener una interacción real con otras personas. Además de liberarnos del pasado, las etiquetas y los prejuicios a la hora de comunicarnos, es importante que practiquemos la autoobservación durante este proceso. Cuando hablemos con otro observemos nuestras reacciones emocionales ante sus palabras o gestos, observemos cómo nuestra mente escucha al otro con base a los prejuicios o etiquetas que ha almacenado. Observémonos a nosotros mismos y de esta manera, podremos ser conscientes de los obstáculos en nuestra comunicación. Así dichos obstáculos perderán espacio en nuestro mundo y el Observador -que es el Ser Puro- llenará ese espacio con su Presencia.

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