Los
seres humanos tendemos a aceptar algunos aspectos de nuestra vida y a rechazar
otros. Por ejemplo, aceptamos fácilmente la bonanza financiera o la fama, pero
rechazamos la enfermedad o la depresión. En la medida en que pasamos por la vida
aceptando algunas cosas y dejando de lado otras no somos completos,
sencillamente estamos fragmentados y no reconocemos a la vida como un todo
holístico integral.
La
aceptación de la realidad presente es fundamental para ser íntegros. Esto
incluye estar dispuestos a ver y reconocer lo que está pasando dentro de
nosotros (pensamientos, emociones) y fuera de nosotros (lluvia, calor) y estar
en paz con ello.
¿Significa
eso que debo convertirme en una persona conformista? Claro que no. Creo que lo
verdaderamente mágico de esto es que en la medida en que somos capaces de ver
lo que ocurre en nuestro interior (pensamientos destructivos, emociones
desplacientes) eso se transforma. En el acto de ver hay un poder transmutador
increíble. Creo que por ello Carl Jung decía: “Lo que miras desaparece, lo que
resistes persiste”. Por otro lado, cuando observamos de forma ecuánime lo que
está sucediendo “afuera” podemos actuar con mayor claridad para hacer algo al
respecto, o quedarnos quietos si es el caso. Pero aquí la acción o la quietud
no estarán manchadas por el ego.
Desafortunadamente
las personas religiosas o espirituales viven en conflicto con la vida. Sus
mentes piensan en función del bien y el mal. Este pensamiento en blanco y negro
hace que rechacen una parte importante de su experiencia por considerarla como
parte del “pecado”. Pero cuando rechazamos un pensamiento o una emoción estos
no desaparecen, solamente se sumergen en el inconsciente esperando el momento
oportuno para emerger de nuevo. Solamente cuando observamos los contenidos de
la mente como un Testigo imparcial, sin intentar cambiarlos o modificarlos,
entonces podemos liberarnos de la programación mental al mismo tiempo que la
transformamos. En el ver sin juzgar existe quizá, uno de los más grandes poderes
transformadores que la humanidad jamás ha conocido.
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