Hui-neng
es una de las grandes luminarias de la historia. Siendo un humilde campesino
logro el satori (la iluminación), convirtiéndose luego en uno de los padres del
Budismo Zen. Según Alan Watts:
“Hui-neng afirmaba que un hombre con la conciencia vacía no
se diferencia de ''un leño o una piedra". Subrayaba que la idea de
purificar la mente era confusa y desacertada porque "nuestra naturaleza es
algo fundamentalmente claro y puro". En otras palabras, no hay semejanza
entre la conciencia o mente y el espejo que puede limpiarse. La verdadera mente
es "no-mente" (wu-hsin) lo cual quiere decir que no debe ser
considerada como un objeto de pensamiento o acción, como si fuera una cosa que
puede agarrarse y controlarse. El intento de actuar sobre la propia mente es un
círculo vicioso. Tratar de purificarla es contaminarse con la pureza.
Evidentemente esto es la filosofía taoísta de la naturalidad, según la cual una
persona no es genuinamente libre, desapegada, o pura, cuando su estado de ánimo
resulta de una disciplina artificial. Es sólo un imitador de la pureza que
finge tener clara conciencia. De aquí el desagradable fariseísmo de quienes son
deliberada y metódicamente religiosos.”
He
aquí la historia de Hui-neng, narrada por Alan Watts:
“Se dice que Hui-neng tuvo su primer despertar cuando, casi
niño, oyó casualmente que alguien leía el Vajracchedika. De inmediato
salió en busca del monasterio de Hung-jan en Wang-mei para que se le confirmara
lo que había entendido y se le diera mayor instrucción. Más adelante nos será
útil recordar que su primer satori le ocurrió espontáneamente, sin el
concurso de un maestro. Su biografía lo representa como un campesino iletrado
proveniente de las vecindades de Cantón. Parece que Hung-jan reconoció de
inmediato la profundidad de su intuición, pero temiendo que sus orígenes
humildes no le permitieran ingresar a una comunidad de monjes eruditos, el
Patriarca lo puso a trabajar en la cocina.
Algún tiempo después el Patriarca anunció que estaba
buscando un sucesor a quien pudiera transmitir su cargo junto con su manto y
con la escudilla de mendigo (que se decía proveniente del Buddha), que eran sus
insignias. Este honor iba a ser conferido a la persona que presentara el mejor
poema donde se debía expresar cómo entendía el Budismo. El principal monje de
la comunidad era un cierto Shenhsiu, y todos los demás naturalmente supusieron
que el cargo pasaría a sus manos, y por tanto no intentaron competir.
Shen-hsiu, sin embargo, dudaba de su propia interpretación y
decidió presentar el poema anónimamente, y declararse autor sólo si el
Patriarca lo aprobaba. Durante la noche, por tanto, colocó en el corredor,
cerca de las habitaciones del Patriarca, las siguientes líneas:
El
cuerpo es el árbol Bodhi;
la
mente, como un brillante espejo de pie.
Cuida
de limpiarlo siempre,
sin
dejar que junte polvo.
A la mañana siguiente el Patriarca leyó el poema y ordenó
que se quemara incienso ante él, y dijo que todo el que lo pusiera en práctica
podría realizar su propia naturaleza. Pero cuando Shen-hsiu lo fue a ver
privadamente y le dijo que él era el autor, el Patriarca declaró que su
interpretación distaba mucho de ser perfecta. Al día siguiente apareció otro
poema al lado del primero:
Jamás
hubo un árbol Bodhi,
ni
brillante espejo de pie.
En
realidad nada existe,
¿dónde,
pues, se va a juntar el polvo?
El Patriarca sabía que sólo Hui-neng podía haber escrito
esto, pero a fin de evitar celos borró el poema con su zapato y llamó a
Hui-neng a su cuarto en privado, de noche. Una vez allí le confirió el
patriarcado, el manto, y la escudilla, y le pidió que huyera a las montañas
hasta que los otros monjes hubieran apaciguado sus sentimientos heridos y
llegara el momento oportuno para comenzar su enseñanza pública.”
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