“Maya”
es una palabra muy usada por los autores del Vedanta, sin embargo, en Occidente
su significado ha sido distorsionado y e interpretado de una forma superficial como simple "ilusión". Estudiemos el significado de Maya en las
palabras de la Maestra Pravrajika Vrajaprana, miembro de la Vedanta
Society, quienes son los directos preservadores del Vedanta de Sri Ramakrishna. Pravrajika Vrajaprana es escritora de Vedanta. Su obra más conocida es: “Vedanta: una sencilla introducción” (1999); además, ella es co-autora, junto con Swami
Tyagananda de “Interpretando a Ramakrishna” (2010).
“El
Vedanta entiende que nuestra verdadera naturaleza es divina: pura, perfecta y
eternamente libre. No necesitamos transformarnos en Brahman, porque ya lo
somos. Nuestro verdadero Ser, el Atman, es uno con Brahman. Pero, si nuestra
naturaleza es divina, ¿por qué no somos conscientes de ella? La respuesta a
esta pregunta se encuentra en el concepto de maya (maia)
o ignorancia. Maya es el velo que cubre nuestra verdadera naturaleza y la
verdadera naturaleza del mundo que nos rodea. Maya es inescrutable: no se sabe
por qué existe ni cuándo empezó. Lo que sí sabemos es que, como cualquier
forma de ignorancia, deja de existir cuando surge el conocimiento: el
conocimiento de nuestra naturaleza divina.
Brahman
es la verdad de nuestra existencia: vivimos, nos movemos y moramos en Brahman.
Los Upanishads, textos sagrados de la filosofía del Vedanta, declaran: “En
verdad, todo esto es Brahman”. El mundo cambiante que percibimos a nuestro
alrededor puede compararse con una secuencia de fotogramas que se proyecta en
una pantalla, sin la inalterable pantalla de fondo, no hay película. De la
misma manera, el inmutable Brahman, cimiento de la existencia, es la pantalla
sobre la que se proyecta la realidad de este mundo cambiante.
Sin
embargo, nuestro acceso a la realidad pura se ve condicionado -como el reflejo
en un espejo distorsionado por el tiempo, el espacio y la causalidad (la ley de
causa y efecto). Nuestra visión de la realidad se ve más distorsionada aún
debido a las identificaciones erróneas. Nos identificamos más con el cuerpo, la
mente y el ego, que con el Atman, nuestro divino Ser inherente. Esta percepción
errónea da origen a más ignorancia y dolor, produciendo así una secuencia
interminable: al identificarnos con el cuerpo y la mente, surge el temor a la
enfermedad, a la vejez y a la muerte; al identificarnos con el ego, sufrimos
ira, odio y un sin fin de sentimientos dolorosos. Y sin embargo, nada de esto
afecta al Atman, nuestra verdadera naturaleza.
Maya
se puede comparar con las nubes que ocultan al sol. El sol está en el cielo,
pero la presencia de una densa capa de nubes nos impide verlo. Cuando las nubes
se dispersan, nos damos cuenta de que el sol siempre estuvo ahí. Nuestras
nubes –maya en la forma
de egoísmo, odio, avaricia, lujuria, ira o ambición– se dispersan cuando
meditamos en nuestro verdadero ser, cuando nos entregamos a actos generosos y
constantemente nos movemos y pensamos de modo que nuestra verdadera naturaleza
se ponga de manifiesto, esto es, por medio de la autenticidad, la pureza, el
contentamiento, la humildad, el auto-control y la paciencia. Esta purificación
de la mente disipa las nubes de maya, permitiendo que nuestra divinidad brille
en todo su esplendor.
Shankara,
el gran sabio y filósofo indio del siglo siete, usaba el ejemplo de la soga y
la serpiente para ilustrar el concepto de maya: un hombre caminaba por un
sendero oscuro y solitario cuando vio una serpiente. Su corazón comenzó a latir
intensamente y su pulso se aceleró. Pero, al acercarse un poco, pudo ver que su
“serpiente” no era más que un trozo de soga enroscada. Una vez que la ilusión
se desvaneció, la serpiente desapareció para siempre. Del mismo modo, al
avanzar por el oscuro camino de la ignorancia, nos consideramos criaturas
mortales, rodeadas de un universo de nombres y formas, condicionados por el
tiempo, el espacio y la causalidad; nos identificamos con nuestras limitaciones,
esclavitud y sufrimiento. Pero, si observamos atentamente, veremos que tanto la
criatura mortal como el universo entero resultan ser Brahman. Una vez que la
ilusión se desvanece, nuestra mortalidad y el universo desaparecen para siempre
y vemos a Brahman en todas partes y como parte de todo.”
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