domingo, 21 de abril de 2013

Enciende tu fuego


“Hubo un hombre que inventó el arte de producir fuego. Tomó sus herramientas y fue a una tribu que residía en un lugar del norte en que hacía mucho frío, un frío cortante. Les enseño a los de la tribu a producir fuego. Ellos se interesaron muchísimo. Les enseño que el fuego era útil para varias cosas: para cocinar, para calentarse, etc. Ellos estaban muy agradecidos con él por haberles enseñado el arte de producir fuego. Pero antes de que pudieran expresar su gratitud, el hombre desapareció. A él no le interesaba el reconocimiento o la gratitud de la tribu; le interesaba el bienestar de ésta. Fue a otra tribu, en la cual también se dedicó a enseñarles el valor de su invento. Allí también la gente estaba interesada, un poquito demasiado interesada para la paz mental de sus sacerdotes, quienes empezaron a notar que este hombre congregaba multitudes mientras ellos perdían popularidad. De manera que decidieron eliminarlo. Lo envenenaron, lo crucificaron, díganlo como quieran. Pero temían que ahora la gente se volviera contra ellos, de manera que fueron prudentes, incluso astutos, ¿Saben que hicieron? Mandaron hacer un retrato del hombre y lo pusieron sobre el altar principal del templo. Enfrente del retrato pusieron los instrumentos del fuego, lo cual hicieron debidamente durante siglos. Siguieron la veneración y la adoración, pero no había fuego.”

Anthony de Mello


Esta historia nos recuerda lo que ha sucedido con todos los maestros que han venido a despertarnos a lo largo de la historia. Buda no necesitó budistas sino budas, Cristo no necesitaba cristianos sino cristos. Pero la religión organizada nos enseña a adorar a estos maestros en vez de enseñarnos a hacer lo que ellos hicieron. En la nueva era vemos también el culto a los maestros donde se les adora, se les invoca e incluso se les tiene en preciosos altares. Muchos líderes de la nueva era –al igual que los sacerdotes de la historia- quieren que adores el retrato del maestro y te vuelvas dependiente de él invocándolo para cada problema; pero lo que ellos no quieren es que enciendas el fuego que los maestros encendieron. 

Un proverbio zen dice: “No sigas a los hombres sabios del pasado, busca lo que ellos buscaron”. Al hacer esto estarás siendo fiel a los maestros porque ellos vinieron al mundo a liberarnos, no a volvernos dependientes de ellos mismos.

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