Es inevitable que por cierto tiempo, los recuerdos y
emociones del pasado, continúen visitándonos en el presente. Lo importante es
que cuando esto suceda tomemos consciencia de ellos y podamos observarlos y
sentirlos claramente. Cuando hacemos esto, dichos pensamientos o emociones ya
no tienen poder sobre nosotros. La clave está en observarlos sin juzgarlos como
buenos o malos y sabiendo que no somos ese pensamiento o emoción, sino el observador
imparcial, el Ser.
¿Pero qué sucede cuando “olvidamos” que somos el observador?
Entonces esos pensamientos o emociones llegan y nos identificamos con ellos,
pensamos que somos ese pensamiento y toman –por algún tiempo- el control de
nuestras vidas. Pero incluso cuando tomamos consciencia de que esto ha
sucedido, el observador se activa y gana terreno en nuestras vidas.
No es malo que estos pensamientos lleguen, el problema es
que ocurra sin ser conscientes de ello. Traer el pasado al presente es nocivo
la mayoría de las veces, aunque a veces es absolutamente necesario para poder
explicar algo. Pero lo nocivo no es el pasado, sino el componente psicológico de
dolor o ira que puede haber en el recuerdo. Eso no quiere decir que debemos
reprimir esas emociones, de ningún modo, hay que dejarlas que salgan, pero
siendo plenamente conscientes de ellas, siendo el observador.
La lección de todo esto es que debemos permanecer siempre
alertas y vigilantes, observando cada emoción o pensamiento que entran en
nuestro mundo para saber cuál es nuestro estado de ánimo actual. Al hacer esto
no sólo somos conscientes de la emoción, y esta es consumida por el hecho de
ser observada, sino que además somos conscientes del observador, que no es un
Ser individual, sino el Ser de todo el Universo, la vida misma, la Totalidad de
la Consciencia Infinita y eterna que llamamos Dios.
Una vida sin consciencia no vale la pena ser vivida. Cuando dejamos
que nuestros pensamientos nos controlen, nos convertimos en títeres de los
condicionamientos y programaciones de los que la mente ha sido objeto desde el
nacimiento del cuerpo. Vivir conscientemente es estar despiertos para observar
cada pensamiento, para ser conscientes de nuestra programación. De esta manera,
esta ya no tendrá el control de nuestras vidas y seremos libres completamente,
libres para vivir plenamente cada instante disfrutando de los maravillosos
regalos que nos trae la vida.
Es de atender lo que es , ese estado en atender con palabras que el pensador que piensa no aleja de lo que llamamos vida, la vida es la mismidad actividad constante en esa percepción de instantes cambios, esa dichosa atención de estar latiendo en la bondad llamada a vivir su naturaleza enkarnada del amado nacido, sin buscar a un Dios que el esta sin problemas, ésas formas de palabras están moviendo las idealizaciones de los llamados tratados, que los representantes maestros y discipulado nos muestran caminos de dogmáticos,idealistas ilusorios sufrimientos.
ResponderEliminarVivir más rápidos que el, pensador que subscribe la vida en idealizaciones dolorosas...?
El bebé es muy rápido por nacer con esa naturaleza del amado, su crecimiento es dado por la sutil manifestaciones, llamado a vivir tal belleza de nacer en este paraíso,nombrado mundo terrenal.
Un instante, redactado en letras sin nada que aumentar, ni pensar, esa rapidez es percepción..