El Ser que somos no nace ni muere. Entonces ¿por qué
tememos a la muerte? El miedo a la muerte proviene del ego, ya que esta
significa desprenderse de todo aquello que le representa satisfacción y apego. Si
de sólo pensar en la muerte te estremeces, es un síntoma de que tu ego todavía
está muy vivo. Él tiene toda clase de excusas para no morir: los hijos, la
familia, los planes, etc. Pero antes de que existieras como una personalidad
individual, el Universo ya existía, y seguirá existiendo a pesar de lo que tu
ego haga o deje de hacer. Estar listo para morir es entregar el ego, por ello
Jesús lo venció en la cruz cuando entregó su vida.
Jesús fue humillado y vituperado por el mismo pueblo al cual
ayudó, sin embargo, él no reaccionó a los improperios. Estando en ya en la cruz
exclamó: “Padre, ¿por qué me has abandonado?”, dando a entender con esto que
todavía había una parte suya que se sentía separada de Dios. Cuando finalmente
dijo: “Padre, en tus manos encomiendo mi espíritu”, entregó lo que quedaba de
ego y aceptó su Ser en Dios.
Todos debemos pasar por esta muerte –la muerte del ego—para poder
Ser plenamente lo que somos. Por ello, cuando hablen mal de ti, cuando inventen
calumnias, en vez de salir a defender a tu ego, calla y permite que este muera.
Cada chisme al que dejas de reaccionar, es una muerte para el ego. Aprovecha esa
oportunidad. Esa es la clave máxima que Jesús conocía, por ello nos enseñó tan
sabiamente a poner la otra mejilla en vez de entablar una discusión para
defender la imagen de nosotros mismos que hemos creado.
El Ser que somos no puede dañar ni ser dañado. Por ello las críticas
no lo tocan, es el ego quien se hiere cuando dicen cosas que no le gustan sobre
sí. Jesús también sabía esto y por ello dijo “Padre, perdónalos porque no saben
lo que hacen”. Los humanos sólo actúan basados en su programación y en sus múltiples
heridas psicológicas. Por ello podemos tener compasión, que es la compresión
profunda de las programaciones que motivan a la gente, en vez de perder el
tiempo odiando y guardando rencor.
La muerte es la entrega final, por ello debemos darle la
bienvenida en paz, sin miedo. El Universo se encargará de nuestros seres
querido cuando no estemos, y toda experiencia que ellos vivan –amarga o
dolorosa- será necesaria para su despertar.
Una clave que enseñan los budistas zen para dar muerte al
ego es hacer una meditación en la cual imaginemos el momento de nuestra muerte;
la gente llorando, nuestros seres queridos haciendo vida sin nosotros, y
observar la vida seguir su curso, ya que no éramos el centro del Universo. Luego
podemos imaginar cómo nuestro cuerpo se descompone hasta quedar huesos y polvo.
Cuando no quede nada de nuestro cuerpo, entonces quedará lo que realmente
somos. Este ejercicio puede ser muy terrorífico para el ego, pero es sumamente
efectivo para empequeñecerlo.
Pregúntate si estás listo para morir ahora mismo. Si no te
sientes listo, enfócate en qué es aquello a lo que tu ego teme, qué es lo que
no quiere soltar, por altruista que ese apego pueda parecer. La muerte no
existe, sólo el ego muere. Cuando nos creemos demasiado importantes, pensamos que
el mundo dejará de girar si no seguimos con vida. Yo antes me creía muy
importante, ahora estoy listo para morir ya que el Ser que soy ha existido y
seguirá existiendo con o sin esta manifestación individual llamada Walter
Velásquez, la cual no tiene absolutamente ninguna importancia para la vida.
Un maestro zen de China caminaba siempre con una calavera en
su mano, muchos no entendieron el significado, pero él estaba celebrando la
muerte como el principio del pleno despertar. En la India, la diosa Kali está
adornada por un collar de calaveras, representando la muerte de las múltiples
máscaras del ego humano. En muchas culturas la muerte se celebra como el
principio de un nuevo nacimiento a la luz de la Consciencia. Sin embargo,
muchos mueren tan identificados con el ego, que necesitan un nuevo cuerpo para
lograr su despertar. Entonces es el ego quien reencarna, el Ser no nace ni
muere, simplemente es.
Enfoca tu atención en la muerte y define lo que sientes. Si hay
miedo o dolor, enfócate en ese sentimiento. Localiza la emoción en tu cuerpo,
enfoca tu atención en esa parte de tu cuerpo donde sientes el miedo o el dolor.
Quédate allí, sintiendo y observando en silencio, sin juzgar ni etiquetar esa
emoción y observa como poco a poco desaparece. Has esto una y otra vez hasta
que el miedo a la muerte haya desaparecido por completo, eso significará que tu
ego ya no podrá controlar tu vida.
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