Vivimos en un mundo hipócrita donde la sociedad y la
religión nos enseñan a reprimir nuestras emociones. Desde niños, por ejemplo,
nos enseñan que el sexo es algo sucio y es justamente esta actitud negativa
frente al sexo la que genera las perversiones así como las disfunciones
sexuales. Si nos enseñaran a verlo como algo natural, la gente no tendría necesidad
de recurrir a la pornografía y otros medios para experimentar su sexualidad. Todo
lo que es oscuro y misterioso produce curiosidad y deseo de tenerlo, lo mismo
sucede con el sexo; es justamente el misterio creado por la religión lo que lo hace
tan atractivo y a la vez genera tanta culpa en la mente humana.
Adán y Eva estaban desnudos en el paraíso, y eso no
representaba ningún problema para ellos. Pero cuando entró en ellos la
consciencia de pecado, que les fue enseñada por la serpiente (la mente)
entonces sintieron vergüenza por estar desnudos y fueron a cubrirse con pieles. Las
indígenas de Sudamérica llevaban el pecho desnudo, pero cuando llegaron los
misioneros se escandalizaron por ello y les enseñaron a cubrirse. Para ellas
era natural estar desnudas, pero los misioneros les enseñaron a sentir vergüenza
y así crearon en ellas y en los hombres, un sentido antinatural de pecado
frente al sexo.
La represión ha engendrado una sociedad neurótica donde cada
uno lleva su máscara con tal de esconder aquello que no quieren ver. Pero como
la energía no se destruye, sino que únicamente se trasforma, todas esas
emociones reprimidas van a parar a ese lugar misterioso llamado el
inconsciente.
En el inconsciente está todo aquello que rechazamos, todo lo
que no queremos ver porque la religión nos dijo que era pecado. Entonces el
hombre creó al diablo como un símbolo que representa su lado oscuro, sus instintos
más bajos. El macho cabrío (símbolo del diablo) se caracteriza por su gran
apetito sexual, es decir, encarna los deseos que el hombre no quiere o no puede
permitirse a sí mismo. Siempre es más cómodo ver a un diablo externo que
encarna todo aquello que es repulsivo para la mente religiosa. Culpar al diablo
es fácil porque eso nos quita de encima la necesidad de buscar dentro de
nosotros el origen de la maldad humana.
El Ser que somos es Puro y perfecto, pero al identificarnos
con la mente y negar aquello que somos, creamos un mundo ilusorio lleno de
sufrimiento y miseria. Los predicadores viven del diablo, por medio del miedo
que proyectan sobre sus seguidores los pueden controlar. Algunos dicen que la
mayor victoria del diablo es hacer que no creamos en él, pero yo digo que la
gran victoria de los líderes sectarios y los predicadores está en hacer que
creamos en el diablo. Esto les da poder sobre la gente y además les genera
grandes dividendos económicos.
Carl Jung hablaba de la “Sombra”, ese lado oscuro
inconsciente que simplemente no queremos ver y afrontar. Pero, hasta que no
asumamos la sombra y estemos dispuestos a mirarla de frente no podremos liberarnos
de ella. La autoobservación es la ciencia de observar sin juzgar todos los
pensamientos y emociones que emergen de la mente. Cuando hacemos esto podemos
ver claramente las motivaciones inconscientes, la programación, la mentira que
lleva al hombre y a la mujer a sufrir innecesariamente. Jung decía: “Lo que
miras desaparece, lo que resistes persiste”, esto significa que solamente al observar
de forma ecuánime a nuestra sombra, sin rechazarla pero al mismo tiempo sin
identificarnos con ella, podremos consumirla. Porque cuando lo inconsciente se
hace consciente a través de la autoobservación, ya no puede controlarnos,
entonces pierde todo su poder y energía.
Esto no es solamente una teoría, esto es algo científico que
puedes experimentar. Al hacerlo verás cómo los viejos hábitos que te jalonan
hacía el sufrimiento desaparecen y como la depresión y el miedo pierden poder
sobre ti. Observa tu miedo, toma consciencia de él, siente en qué parte de tu
cuerpo se localiza y profundiza en él hasta llegar a la raíz misma del miedo y
entonces, ver cómo desaparece.
Este ejercicio puede ser muy molesto para la mayoría, porque
implica encarar a la sombra, todo aquello que hemos rechazado desde niños. Es
más agradable creer que el diablo está afuera y tratar de espantarlo por medio
de algún ritual u oración. Pero eso no funciona. Conozco a una persona que
sentía que cada noche llegaba un demonio a su cama y la violaba. Esta persona
vivía atormentada por esto y hacía toda clase de rituales para espantar su
demonio. Pero quizás, su demonio es la representación de sus propios deseos
reprimidos, aquellos que nunca había querido encarar, porque la religión le
había dicho que eran sucios y pecaminosos. Observar el deseo no significa
entregarse a él, porque cuando observas de manera adecuada, entras en una nueva
dimensión de la Conciencia donde eres el observador imparcial y por medio de
esa observación consumes todo aquello que te atormenta.
El diablo es el mejor amigo de los predicadores y líderes
sectarios. Pero no es el diablo –como ellos dicen- lo que tiene al mundo de
cabeza. Es justamente la incapacidad de los hombres para reconocer su sombra lo
que le da poder a esta y hace que los controle llevándolos a cometer los más
terribles crímenes. La Consciencia, la autoobservación nos libera de la sombra.
El ego, si lo quieres llamar así, pierde su poder cuando es
expuesto, y es expuesto cuando empiezas a observarlo sin juzgar como bueno o
malo lo que emerge a la consciencia. Porque al juzgar un pensamiento o emoción
como “malo”, inmediatamente este se reprime al inconsciente y entonces pierdes
la oportunidad de verlo plenamente. Y cuando está en el inconsciente, te puede
controlar sin que siquiera te des cuenta.
¿Prefieres seguir prisionero de tus emociones inconscientes?
Entonces culpa al diablo y has tus oraciones para exorcizarlo. ¿Quieres ser
libre? Entonces conviértete en la Consciencia que observa, que investiga, que
sin miedo va a la causa misma de toda la miseria humana por medio del proceso
valiente de observar sin calificar, de ver lo que es y al mismo tiempo saber
que no eres eso. Esta es la verdadera libertad. Lo demás, son “pañitos de agua
tibia” que te harán sentir bien por un tiempo, pero nunca te permitirán ser
libre de la ilusión de la sombra. Lo único real es el Ser, todo lo que hay en
el inconsciente es una ilusión que sólo puede ser consumida cuando tomas Consciencia
plena de ella.
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