martes, 28 de mayo de 2013

Entonces, el hombre creó al diablo...

Vivimos en un mundo hipócrita donde la sociedad y la religión nos enseñan a reprimir nuestras emociones. Desde niños, por ejemplo, nos enseñan que el sexo es algo sucio y es justamente esta actitud negativa frente al sexo la que genera las perversiones así como las disfunciones sexuales. Si nos enseñaran a verlo como algo natural, la gente no tendría necesidad de recurrir a la pornografía y otros medios para experimentar su sexualidad. Todo lo que es oscuro y misterioso produce curiosidad y deseo de tenerlo, lo mismo sucede con el sexo; es justamente el misterio creado por la religión lo que lo hace tan atractivo y a la vez genera tanta culpa en la mente humana.

Adán y Eva estaban desnudos en el paraíso, y eso no representaba ningún problema para ellos. Pero cuando entró en ellos la consciencia de pecado, que les fue enseñada por la serpiente (la mente) entonces sintieron vergüenza por estar desnudos y fueron a cubrirse con pieles. Las indígenas de Sudamérica llevaban el pecho desnudo, pero cuando llegaron los misioneros se escandalizaron por ello y les enseñaron a cubrirse. Para ellas era natural estar desnudas, pero los misioneros les enseñaron a sentir vergüenza y así crearon en ellas y en los hombres, un sentido antinatural de pecado frente al sexo.

La represión ha engendrado una sociedad neurótica donde cada uno lleva su máscara con tal de esconder aquello que no quieren ver. Pero como la energía no se destruye, sino que únicamente se trasforma, todas esas emociones reprimidas van a parar a ese lugar misterioso llamado el inconsciente.

En el inconsciente está todo aquello que rechazamos, todo lo que no queremos ver porque la religión nos dijo que era pecado. Entonces el hombre creó al diablo como un símbolo que representa su lado oscuro, sus instintos más bajos. El macho cabrío (símbolo del diablo) se caracteriza por su gran apetito sexual, es decir, encarna los deseos que el hombre no quiere o no puede permitirse a sí mismo. Siempre es más cómodo ver a un diablo externo que encarna todo aquello que es repulsivo para la mente religiosa. Culpar al diablo es fácil porque eso nos quita de encima la necesidad de buscar dentro de nosotros el origen de la maldad humana.

El Ser que somos es Puro y perfecto, pero al identificarnos con la mente y negar aquello que somos, creamos un mundo ilusorio lleno de sufrimiento y miseria. Los predicadores viven del diablo, por medio del miedo que proyectan sobre sus seguidores los pueden controlar. Algunos dicen que la mayor victoria del diablo es hacer que no creamos en él, pero yo digo que la gran victoria de los líderes sectarios y los predicadores está en hacer que creamos en el diablo. Esto les da poder sobre la gente y además les genera grandes dividendos económicos.

Carl Jung hablaba de la “Sombra”, ese lado oscuro inconsciente que simplemente no queremos ver y afrontar. Pero, hasta que no asumamos la sombra y estemos dispuestos a mirarla de frente no podremos liberarnos de ella. La autoobservación es la ciencia de observar sin juzgar todos los pensamientos y emociones que emergen de la mente. Cuando hacemos esto podemos ver claramente las motivaciones inconscientes, la programación, la mentira que lleva al hombre y a la mujer a sufrir innecesariamente. Jung decía: “Lo que miras desaparece, lo que resistes persiste”, esto significa que solamente al observar de forma ecuánime a nuestra sombra, sin rechazarla pero al mismo tiempo sin identificarnos con ella, podremos consumirla. Porque cuando lo inconsciente se hace consciente a través de la autoobservación, ya no puede controlarnos, entonces pierde todo su poder y energía.

Esto no es solamente una teoría, esto es algo científico que puedes experimentar. Al hacerlo verás cómo los viejos hábitos que te jalonan hacía el sufrimiento desaparecen y como la depresión y el miedo pierden poder sobre ti. Observa tu miedo, toma consciencia de él, siente en qué parte de tu cuerpo se localiza y profundiza en él hasta llegar a la raíz misma del miedo y entonces, ver cómo desaparece.

Este ejercicio puede ser muy molesto para la mayoría, porque implica encarar a la sombra, todo aquello que hemos rechazado desde niños. Es más agradable creer que el diablo está afuera y tratar de espantarlo por medio de algún ritual u oración. Pero eso no funciona. Conozco a una persona que sentía que cada noche llegaba un demonio a su cama y la violaba. Esta persona vivía atormentada por esto y hacía toda clase de rituales para espantar su demonio. Pero quizás, su demonio es la representación de sus propios deseos reprimidos, aquellos que nunca había querido encarar, porque la religión le había dicho que eran sucios y pecaminosos. Observar el deseo no significa entregarse a él, porque cuando observas de manera adecuada, entras en una nueva dimensión de la Conciencia donde eres el observador imparcial y por medio de esa observación consumes todo aquello que te atormenta.

El diablo es el mejor amigo de los predicadores y líderes sectarios. Pero no es el diablo –como ellos dicen- lo que tiene al mundo de cabeza. Es justamente la incapacidad de los hombres para reconocer su sombra lo que le da poder a esta y hace que los controle llevándolos a cometer los más terribles crímenes. La Consciencia, la autoobservación nos libera de la sombra.

El ego, si lo quieres llamar así, pierde su poder cuando es expuesto, y es expuesto cuando empiezas a observarlo sin juzgar como bueno o malo lo que emerge a la consciencia. Porque al juzgar un pensamiento o emoción como “malo”, inmediatamente este se reprime al inconsciente y entonces pierdes la oportunidad de verlo plenamente. Y cuando está en el inconsciente, te puede controlar sin que siquiera te des cuenta.

¿Prefieres seguir prisionero de tus emociones inconscientes? Entonces culpa al diablo y has tus oraciones para exorcizarlo. ¿Quieres ser libre? Entonces conviértete en la Consciencia que observa, que investiga, que sin miedo va a la causa misma de toda la miseria humana por medio del proceso valiente de observar sin calificar, de ver lo que es y al mismo tiempo saber que no eres eso. Esta es la verdadera libertad. Lo demás, son “pañitos de agua tibia” que te harán sentir bien por un tiempo, pero nunca te permitirán ser libre de la ilusión de la sombra. Lo único real es el Ser, todo lo que hay en el inconsciente es una ilusión que sólo puede ser consumida cuando tomas Consciencia plena de ella. 

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