lunes, 12 de diciembre de 2022

La Contemplación

 

Por Walter J Velásquez

La contemplación es el estado que se produce en el ser humano cuando la mente entra en silencio. Muchas personas creen el mito de que el silencio mental implica tener la “mente en blanco”. Eso no es cierto, la mente no se puede poner en blanco. El silencio mental se genera cuando se enfoca la atención en un determinado objeto, percibiéndolo en el Aquí y Ahora, sin la interferencia de los pensamientos.

Por ejemplo, cuando las personas ven una rosa no la perciben en el Ahora, sino que la miran a través del significado que la sociedad les ha dado a las rosas y del recuerdo previo del encuentro con otras rosas. Es decir que nunca vemos esa rosa que es única e irrepetible, sino que al mirarla estamos proyectando la información que hemos almacenado en la cabeza acerca de las rosas.

La clave para practicar la contemplación está en percibir un objeto, cualquiera que sea, sin dejar que la mente le ponga nombre. El nombre es una palabra, y las palabras están dentro del campo de la mente. Practicar la Contemplación implica pasar de la mente a la Consciencia. En el campo de la Consciencia no hay conceptos, categorías ni palabras que puedan afectar la percepción presente.

¡Hora de practicar! La siguiente es una explicación clara de la manera de practicar la contemplación en el diario vivir. El texto ha sido extraído del libro: Ser Consciente de lo inconsciente:

Para poder ver las cosas directamente, libre de todo condicionamiento, práctica esto: cada vez que escuches un sonido, sientas el viento sobre tu piel, observes el rostro de una persona, una flor o un arroyo; escúchalo, siéntelo, míralo como si lo hicieras por primera vez. No permitas que tu mente recurra a los viejos recuerdos para interpretar lo que estas percibiendo. Experiméntalo por ti mismo, sin el lente de tus recuerdos, paradigmas, etiquetas, etc. Experiméntalo plenamente como si se tratase de algo absolutamente nuevo. No importa si es el mismo viejo árbol que ves todos los días cuando sales de tu casa, obsérvalo con los ojos de un niño que ve un árbol por primera vez, con asombro, curiosidad, expectación y alegría.

 

Cuando observes, escuches, huelas, degustes o toques algo; no permitas que tu mente le coloque un nombre a tu experiencia. Cuando le pones nombres a tu experiencia como “caballo”, “canto de un canario”, “olor de la rosa”, “dulce”, “áspero”, inmediatamente tu cerebro acude a su banco de memoria donde relaciona lo que percibe con una de las miles de categorías mentales que tiene almacenada. Entonces, cuando tu mente dice “caballo” ante la experiencia, ya no ves al animal por lo que es en el ahora, sino que lo ves a través del lente de tus recuerdos, de tus imágenes mentales de lo que es un caballo, de lo que aprendiste desde niño. Los nombres están bien para el naturalista, pero son un obstáculo para aquel que quiere ver la realidad tal como es. (Ser Consciente de lo inconsciente, p. 30)

 

 

 

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