lunes, 12 de diciembre de 2022

De la evolución de las especies a la evolución de la Consciencia

 Por Walter J Velásquez

Charles Darwin (12 febrero 1809 a 19 abril 1882) fue el naturalista inglés que se atrevió a cuestionar a la elite intelectual y religiosa de su tiempo para lanzar una teoría atrevida: la evolución de las especies. Desde el principio las grandes corrientes religiosas han generado mucha oposición a Darwin y a sus ideas. Pero, ¿Las ideas de Darwin realmente van en contra de la espiritualidad? Exploremos un poco más este asunto.

Antes de avanzar en este tema es importante aclarar algunas tergiversaciones acerca de Darwin. En primer lugar él nunca dijo que los humanos descendiéramos del mono. Lo que en realidad dijo fue que los humanos y nuestros primos los monos, chimpancés, gorilas y orangutanes, tenemos un ancestro común. En segundo lugar, Darwin no propuso que los más fuertes eran los que sobrevivían. Esta frase equivocada ha sido utilizada para justificar el capitalismo salvaje o las guerras. Lo que realmente dijo Darwin fue: “No es la más fuerte de las especies la que sobrevive, tampoco es la más inteligente la que sobrevive. Es aquella que se adapta mejor al cambio”. También cabe aclarar que Darwin nunca se declaró ateo. Él se refirió a sí mismo como agnóstico.

 

Un golpe directo al ego humano

La teoría de Darwin golpeó el ego de los líderes religiosos de la época a quienes les gustaba pensar que el ser humano es el centro del Universo. Esto nos hace sentir importantes, muy por encima de las demás especies a las que consideramos como “inferiores”. En cambio Darwin expresó lo siguiente:

“A los animales, a quienes hemos hecho nuestros esclavos, no nos gusta considerarlos nuestros iguales.”

Ya es hora de evolucionar para dejar atrás el antropocentrismo, donde el hombre es la medida de todas las cosas. Una especie que se cree superior se siente en liberad de acabar con las demás y destruir los recursos naturales de un planeta como si fueran de su propiedad. Es hora de tener una mirada que nos permita entender que los humanos somos una parte del engranaje de la existencia y que podemos prosperar en la Tierra conviviendo de una manera armónica con las demás especies existentes.

 

Una teoría muy espiritual

Debido a su gran capacidad de observación –tan escasa en nuestros tiempos- Charles Darwin pudo deducir que la vida se encuentra en una evolución constante. Esta es una conclusión muy espiritual porque quiere decir que la vida se abre paso lentamente para avanzar desde un organismo básico como la ameba hacia organismos más complejos como las ballenas o los árboles. Detrás de la teoría de la evolución se esconde la promesa de que el Universo tiene un propósito para la vida. Ese propósito es evolucionar hacia una mayor complejidad que en el futuro implicará una mayor sabiduría y entendimiento.

Si el propósito de la existencia es la evolución, el final del proceso evolutivo es la iluminación, el despertar espiritual en el cual todos los seres se darán cuenta de que no están separados del resto de las criaturas. Es ahí cuando tomaremos Consciencia de que todos somos Uno con el Todo. En ese momento sólo podremos sentir deseos de amar y servir a todos los seres.

Muchos creen que la evolución siempre se desarrolla de manera lenta y gradual. Pero no es así, en ocasiones se producen mutaciones en el ADN que permiten dar “saltos evolutivos”. En la historia de la humanidad ha habido seres como Buda o Jesús que han experimentado “saltos evolutivos de la Consciencia” y han abierto la puerta para que muchos otros después de ellos puedan hacer lo mismo.

 

Lo que Darwin nos enseñó

Así que la Teoría de la Evolución de Darwin no niega en ningún momento la existencia de un Dios. De hecho, es justamente la existencia de una Inteligencia Suprema anterior al Bing Bang la que puede haber hecho posible la expansión del Universo y el florecimiento de la vida.

Pero lo que la Teoría de la Evolución sí cuestiona es la supuesta existencia de un Dios separado del Universo, el cual además es antropomorfo (con cara y cuerpo humanos). Dejando a un lado la palabra “Dios” -que se presta para malos entendidos- podemos hablar de una Consciencia Cósmica de la cual surgieron todas las leyes físicas que hacen posible la existencia del Universo tal como lo conocemos.

La Teoría de la Evolución cuestiona la mitología bíblica con raíces machistas que afirma que la mujer (Eva), nació de la costilla del hombre (Adán), lo cual implica que la mujer debe estar subordinada al hombre. De hecho siempre que se habla de “Dios” se refiere a él como si fuese masculino. Pero la Consciencia Cósmica está mucho más allá de lo masculino y lo femenino, de lo personal y lo impersonal, de la forma y de la no-forma. La Consciencia no puede ser encasillada en ninguna categoría creada por la mente porque la mente no es capaz de comprenderla.

Así que en este día podemos mirar a Darwin con otros ojos. En vez de un verlo como un ateo que quería destruir la religión, podemos verlo como un visionario que nos enseñó que Todo está evolucionando hacia algo mejor, es decir, que la Vida tiene un propósito. Y también nos bajó de la nube de arrogancia que hizo que nos creyéramos la “especie superior”, para entender que somos una parte de la ecuación de la existencia y que la única forma de salvar el Planeta es evolucionar en Consciencia. Sólo así podremos entender que nuestra comodidad no se puede dar a expensas de destruir los recursos naturales sin pensar en el bienestar de todas las demás formas de vida. 

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