Uno de los principales rasgos de la salud mental
es la capacidad del individuo para estar consciente de su Aquí y Ahora. Y es
que el ser humano sufre constantemente debido a que emplea su mente para pensar
en problemas que ya pasaron o en conflictos que todavía no han ocurrido. Al
respecto el filósofo estoico Epícteto decía:
“El hombre no está preocupado tanto por problemas
reales como por sus ansiedades imaginadas sobre los problemas reales”
Algunos insisten en recordar las heridas del
pasado, los traumas, revivir rencores o idealizar “tiempos mejores”. Otros
descuidan su vida presente por imaginar las cosas terribles que pueden llegar a
ocurrir mañana o dentro de un año, o imaginando lo felices que llegarán a ser
cuando por fin logren esa meta, ese objetivo que tanto anhelan.
No es que el pasado y el futuro carezcan de valor.
Tenerlos en cuenta nos permite aprender de las experiencias y proyectarnos
hacia el cumplimiento de nuestras metas. Sin embargo, cuando el pasado o el
futuro se convierten en algo obsesivo, hacen que nos desconectemos del presente
y seamos incapaces de vivir una vida plena y consciente.
Lo único que tenemos es este preciso momento que
estamos viviendo. Lo que ocurrió hace cinco minutos es un simple recuerdo en
nuestra mente. Lo que ocurrirá mañana es tan solo una posibilidad. Lo que
existe de manera objetiva es este lugar donde estamos y esta fracción del
tiempo que está transcurriendo, tan pequeña y a la vez tan real.
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