A veces sentimos el impulso de dar consejos, incluso cuando nadie nos los ha pedido. Aunque un consejo surge de la intención sincera de ayudar al otro, cuando aconsejamos lo hacemos desde lo que nosotros creemos que es lo mejor para esa persona. Pero, en el fondo de su Ser, cada individuo sabe qué es lo que le conviene realmente. Sócrates estaba convencido de eso, así que no le daba consejos a nadie. En lugar de ello hacía preguntas para que la otra persona obtuviera la respuesta por sí misma. Por ejemplo, si alguien se queja contigo de su trabajo, en lugar de aconsejarle que renuncie; pregúntale si lo que le molesta tiene solución, qué alternativas tiene, qué quiere para su vida, etc. Si haces las preguntas correctas llevaras siempre a la persona a la respuesta correcta.
Práctica: El día de hoy, en lugar de dar consejos, haré las preguntas correctas para que cada persona descubra por sí misma las respuestas.
Meditación en las notas mentales:
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