jueves, 8 de abril de 2021

La sombra de Krishnamurti

Por Walter J Velásquez         

Nota: Para mayor comprensión se recomienda leer: Qué hacer cuando tu maestro te decepciona.

La Sociedad Teosófica y el inicio de la Nueva Era

En 1875, cuando se fundó la Sociedad Teosófica, se daría inicio oficial al movimiento que se conocería después como la Nueva Era. La Sociedad Teosófica introdujo el concepto de los Mahatmas, que más tarde se conocerían como los maestros ascendidos. Helena Blavatsky, su fundadora, afirmaba estar en contacto telepático con una serie de maestros conocidos como  El Morya, Saint Germain y Koot Hoomi. Maestros que supuestamente, desde la clandestinidad, hacían esfuerzos para traer una era de paz e iluminación a la Tierra.

La Sociedad Teosófica atrajo a personas sumamente intelectuales y adineradas de su época. Tenían ritos e iniciaciones copiados de la masonería. Ellos fueron los pioneros en hablar en Occidente de conceptos como los chakras, el aura, el cuerpo astral, las canalizaciones, los maestros de luz, etc. Todo ese material serviría para alimentar el movimiento Nueva Era.

Antes de la Nueva Era las personas religiosas se veían a sí mismos como simples pecadores, separados de Dios. Pero este movimiento introdujo la idea de que dentro de cada uno habitaba una chispa divina, y que todos teníamos el potencial de unirnos con Dios. Este fue un notable avance con respecto a la antigua tradición cristiana. La Nueva Era sería el puente que permitiría abrir la puerta a las enseñanzas de la no dualidad. Paradójicamente, el primer maestro de la no dualidad conocido en occidente sería un miembro prominente de la Sociedad Teosófica, el cual se rebelaría en contra de su propia organización.

Después de la muerte de Blavatsky, Annie Besant seria nombrada presidenta de la Sociedad Teosófica. Ella contaba con la asesoría de Charles Leadbeater. Anteriormente este teósofo había sido expulsado de la organización acusado de perversiones sexuales con adolescentes. Pero Annie Besant creía en él firmemente y luchó para que fuera restituido a la organización.

 

La segunda venida de Cristo

Leadbeater decía ser clarividente y afirmaba que la segunda venida del Cristo estaba cerca. Era enfatico en advertir que Maitreya, el señor del mundo, regresaría para adoctrinar a la humanidad a través de un vehículo humano. Después de haber descartado varios candidatos, Leadbeater decidió que un joven hindú llamado Krishnamurti era el elegido. Así que junto con la señora Besant lo presentaron a la Sociedad Teosófica como el nuevo Mesías.

Krishnamurti pasó de ser un niño pobre y lleno de piojos, a viajar en primera clase rumbo a Londres para ser educado en las maneras inglesas. Habiendo vivido su infancia en la pobreza, ahora Krishnamurti recibía los cuidados y atenciones dignos de un rey. Todo ello en preparación para la fecha donde estaba indicado que empezaría su misión publica como vehículo de Maitreya. Esto hizo que miles de personas muy ricas fueran atraídas hacia la Teosofía como moscas hacia la miel. Se creó un círculo espiritual de individuos supuestamente avanzados que tenían el privilegio de estar cerca de Krishnamurti.

Durante el proceso de preparación para convertirse en Instructor Mundial, Krishnamurti tuvo una serie de experiencias que le permitieron ver la vida de otra manera. Poco a poco se fue alejando de los conceptos propios de la Teosofía para desarrollar un nuevo tipo de enseñanza que rompería con todo el mito que habían creado a su alrededor.

Al fin la fecha llegó. El 2 de agosto de 1929, en Ommen, se anunciaría la llegada del Instructor Mundial a través de Krishnamurti. Para esa fecha estaban reunidos los miembros más ricos y prominentes de la Orden de la Estrella (una rama de la Teosofía creada para preparar el advenimiento del mesías). Frente a la multitud, Krishnamurti leyó sin titubear el discurso que había preparado:

“Esta mañana vamos a hablar de la disolución de la Orden de la Estrella. (…) Sostengo que la Verdad es una tierra sin caminos, y no es posible acercarse a ella por ningún sendero, por ninguna religión, por ninguna secta. Ese es mi punto de vista y me adhiero a él absoluta e incondicionalmente. La verdad, al ser ilimitada, incondicionada, inabordable por ningún camino, no puede organizarse; ni puede formarse organización alguna para conducir o forzar a la gente a seguir un sendero particular.

(…) Yo no quiero pertenecer a ninguna organización de tipo espiritual; por favor, comprendan esto. (…) De nuevo sostengo que ninguna organización puede conducir al hombre a la espiritualidad.

(…) no quiero seguidores, y lo digo en serio. En el momento en que siguen a alguien, dejan de seguir a la Verdad.”

(Ver el discurso completo aquí)

Los asistentes quedaron con la boca abierta. Este discurso creó una fractura que haría que la Sociedad Teosófica se dividiera debilitándose notablemente. Muchos se alejaron de Krishnamurti y algunos otros decidieron seguirlo. En adelante Krishnamurti empezaría a dar charlas por el mundo con una claridad penetrante, siendo siempre consistente en su punto de vista acerca de la futilidad de las organizaciones espirituales.

A pesar de no querer formar una estructura de tipo espiritual, con el tiempo Krishnamurti se dio cuenta de la necesidad de tener una organización que permitiera el manejo de sus charlas, así como su transcripción y la publicación de los libros. En vida, J. Krishnamurti crearía La Fundación Krishnamurti de América, La Fundación Krishnamurti de India, La Fundación Krishnamurti de Latinoamérica y la Krishnamurti Foundation Trust. Estas fundaciones serían las responsables de preservar y difundir las enseñanzas, encargándose con celo de verificar y validar las traducciones de los libros y la forma de difundirlas.

 

Viviendo bajo la sombra de J. Krishnamurti

Al principio, tal vez influido por la cultura hindú en la cual creció, Krishnamurti exaltaba el celibato. Nunca se le conoció novia o esposa, llegando a dar la imagen de un hombre entregado por entero a su misión. Sin embargo, en 1991, Radha Rajagopal Sloss publicaría el libro: “Viviendo bajo la sombra de J. Krishnamurti”. Allí relata que fue testigo ocular de la relación sexual y sentimental que hubo entre Krishnamurti y su madre Radha Sloss, durante veinticinco años. Después de que acabara el romance, se iniciaron batallas legales por dinero y propiedades entre  la Fundación Krishnamurti y el esposo de su ex amante: Rajagopal. Este último se había dedicado a atender las necesidades de Krishnamurti durante más de cuarenta años, supervisando directamente la edición y publicación de su trabajo.

En una entrevista en la revista Tricycle, le preguntaron a Radha Rajagopal Sloss acerca de cuál cree que fue la razón de que Krishnamurti creara el mito del celibato. Ella responde: 

“Solo puedo especular, porque esto nunca se discutió. Puede que me equivoque, pero muchos de sus seguidores eran hombres y mujeres adineradas, pero en su mayoría mujeres, con fuertes lazos emocionales hacia él. Y podían tolerar el hecho de que él nunca devolvería su apego mientras se entendiera que no estaba devolviendo el de nadie. Sin duda, Krishnamurti fue capaz de darse cuenta de esa situación. Si lo estaba o no, no lo sé. Era ambivalente sobre muchas cosas.

Durante años había hablado de que el amor real no era posesivo ni apego a ningún individuo, que la mejor forma de ser era no necesitar a un ser humano o una familia en particular, que uno amaba en general, por así decirlo. Entonces, en algún momento, habría sido una contradicción admitir que, de hecho, había estado enamorado de una persona durante muchos años.”

La autora también revela en su libro que después de disolver la Orden de la Estrella, Krishnamurti se rodearía nuevamente una elite espiritual compuesta por personas adineradas que gustaban de estar al lado suyo. A pesar de que no se quería crear una nueva organización dogmática, es indudable que muchos de sus seguidores se volvieron dogmáticos con sus enseñanzas. Aunque renegaban de toda forma de religión, muchos se convirtieron en una especie de Krishnamurtianos: personas que no aceptaban la posibilidad de que la verdad pudiera llegar a ser expresada por alguien diferente a su maestro. Aunque Krishnamurti nunca permitió que se le llamara maestro, gurú, iluminado ni nada por el estilo; lo cierto es que mucha gente empezó a tratarlo como tal.

Acerca de este círculo de seguidores que estarían con Krishnamurti en adelante, y de los gustos de este por las ropas costosas y los automóviles de lujo, Radha Rajagopal Sloss expresó: 

“Eso es parte de la historia. Cuando Krishna estaba en su mejor momento, en mi opinión, no quería seguidores. Advirtió a la gente: “No sigan a una autoridad. No me sigan." 

(…) Bueno, eso fue cuando él era muy joven. Sabes que creció en la India, donde había sabios maravillosos que vivían vidas muy sencillas y no necesitaban ropa elegante, tarifas aéreas de primera clase, coches y todo eso. En algún momento, Krishna quiso eso. No estaba dispuesto a renunciar a eso. Por lo tanto, no podía rechazar a los seguidores. (…) Tenía que tener gente con mucho dinero para apoyarlo, sus viajes, su séquito, sus escuelas. Y esa gente necesitaba creer profundamente en su imagen.”

 

Si esto fuera cierto…

Las enseñanzas de Krishnamurti han resonado en mi corazón durante años como una puerta que conduce a la verdad. Sus palabras no son la verdad –ninguna palabra lo es- pero sí son indicadores que pueden permitir al estudiante sincero encontrar la verdad por sí mismo.

Partiendo de esto puedo decir que admiro a Krishnamurti por haber renunciado a todas las riquezas y el poder que le habría significado ser nombrado como el supuesto vehículo del instructor del mundo. También creo que esta fue una jugada que le salió muy mal a Leadbeater y a la señora Besant. Lo paradójico es que finalmente Krishnamurti se terminó convirtiendo en un verdadero instructor mundial. Pero no en el sentido que los teósofos querían. Krishnamurti fue un instructor incomodo que les dijo en la cara todo lo que ellos no querían escuchar.

Es posible que debido a la experiencia con la Sociedad Teosófica Krishnamurti se hubiera adaptado a ciertas comodidades a las que no quería renunciar. El hecho de que esto fuera cierto ¿Descalifica a Krishnamurti y a sus enseñanzas? Honestamente creo que no. El dinero, y las comodidades que se derivan de él no son por sí mismos perjudiciales. El problema es cuando el dinero se obtiene, o se utiliza dañando a otros. El dinero y las comodidades le fueron ofrecidas a Krishnamurti de manera libre y voluntaria. Él siempre fue sincero con sus estudiantes y nunca aceptó el papel de maestro o gurú. Aun así ellos quisieron apoyarlo y él aceptó su apoyo.  No creo que esto haya comprometido nunca el contenido de sus enseñanzas.

En cuanto al celibato, pienso que es realmente absurdo querer ir en contra de nuestros instintos naturales. El celibato ha sido un medio utilizado por las religiones y los gobiernos para controlar a las personas. Cuando alguien controla tu sexualidad te controla por completo. Así que el hecho de que Krishnamurti haya tenido una vida sexual no le quita en nada el valor de su mensaje. Allí lo realmente oscuro es que todo esto haya sucedido a la sombra de sus estudiantes.

Al principio de su enseñanza Krishnamurti exaltó el celibato pero con los años cambió de opinión. Si la relación sexual y sentimental de Krishnamurti fuera cierta, la vería inicialmente como la expresión natural de sus necesidades humanas. Sin embargo al haberla ocultado se refleja un alto grado de hipocresía. Puede ser que él había creado una imagen que no quería romper.

Una de las peores cosas que podemos hacer es crear una imagen de nosotros mismos. Cualquier tipo de imagen que proyectemos al mundo –ya sea de santos o demonios- se convierte en una máscara que obstruye la expresión de nuestro Ser. Lo ideal es fluir naturalmente de momento a momento sin respuestas o libretos preconcebidos.

Por otro lado, el hecho de no reconocer la posibilidad de que las enseñanzas de algún otro maestro, diferente a él, pudieran conducir a las personas a encontrar la verdad me parece egocéntrico. Personalmente siento que la Consciencia Cósmica se puede expresar en cualquier momento a través de cualquier persona, sin ninguna condición previa.

Finalmente quiero decir que el hecho de que tenga un par de observaciones a cerca de la vida de Krishnamurti no deslegitima, para mí, su legado. Creo que todos los seres que despiertan a la Consciencia Cósmica son, han sido, y seguirán siendo humanos. Y como humanos es posible caer en la inconsciencia en algún momento. Todos, sin excepción, tenemos un punto ciego que no somos capaces de ver. Así como los médicos también se enferman, los maestros espirituales tienen también momentos de inconsciencia.

Para mí, un mensaje es válido si me permite crecer, despertar y me ayuda a expandir la Consciencia. Si el mensajero se equivoca, no importa. Comprendo que la Consciencia Cósmica es pura y perfecta, pero los vehículos a través de los cuales se expresa están sujetos al error, a la enfermedad y a la muerte.

Estoy realmente agradecido por haber conocido las enseñanzas de Jiddu Krishnamurti. Estas marcaron un punto de quiebre en mi vida. Llegaron en un momento muy difícil, justo para ayudarme a liberarme del yugo del dogma y la creencia. Las enseñanzas de Krishnamurti me permitieron encontrar un gran sentido de libertad al ver la vida sin estar necesariamente atado a las ideas preconcebidas que nublan la visión y no dejan ver con claridad.

Ver: Osho: del caos a la Consciencia

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