jueves, 22 de abril de 2021

El Poder del orgasmo

Por Walter J Velásquez 

Las religiones se fundamentan en creencias, es decir que funcionan a nivel de la mente. La mayoría de ellas no quieren que llegues al orgasmo porque en ese momento se produce un instante de no-mente donde únicamente experimentas el Presente. Es por eso que han creado toda esa historia de pecado y vergüenza alrededor del sexo, enseñando que su único fin es la reproducción.

Si una mujer se siente pecadora o inadecuada no podrá soltarse lo suficiente como para alcanzar el orgasmo. La mujer necesita liberarse de las cadenas de la culpa impuestas por la religión y explorar su propio cuerpo para encontrar la forma de alcanzar la plenitud sexual. Las religiones quieren relegar a las mujeres a un segundo plano para impedir que ejerzan su liderazgo en el mundo. La revolución de la mujer debe empezar por reclamar su derecho a sentir placer durante la relación.

Si el hombre se siente pecador o culpable durante la relación sexual, sólo experimentará un poco de placer al momento de la eyaculación, pero no podrá sentir orgasmos. En cambio, cuando el sexo se realiza de manera consciente el hombre puede experimentar orgasmos antes de la eyaculación, e incluso sin necesidad de llegar a ella.

Las religiones y los gobiernos quieren controlar a las personas. Uno de los métodos más eficaces para controlar a la gente es interviniendo en su sexualidad. Es por eso que han creado el celibato, la monogamia y los matrimonios arreglados. Todo esto asegura el control sobre las mentes de los individuos. Así mismo los regímenes ateos como lo son China o Rusia ejercen un gran control sobre la sexualidad de sus ciudadanos, porque saben que así pueden controlar su comportamiento.

La sexualidad es una energía que actúa como una olla exprés: cuando se reprime, tarde o temprano termina estallando. Esa explosión de energía sexual reprimida es lo que vemos actualmente en la forma de violaciones y abuso de niños, pornografía y música con letras sexuadas. Si desde niños las personas vieran la sexualidad como algo natural, no existiría nada de eso. Es al enseñar que el sexo es “pecado” que esa energía se reprime para luego emerger de forma distorsionada.

La hipersexualidad o adicción al sexo se da cuando la persona no vive plenamente su vida sexual. En su inconsciente el individuo ha guardado la información de que el sexo es pecado, pero se rebela contra su propia moral desarrollando una conducta inmoral. Este conflicto interior entre lo moral y lo inmoral hace que la persona busque el sexo, pero no lo disfrute de manera plena. Al no disfrutarlo totalmente, desarrolla un comportamiento compulsivo donde cada vez necesita más y más. Por compulsivo me refiero a una conducta persistente que afecta de manera dañina la salud, el trabajo y las relaciones.

Cuando el individuo se libera de toda idea de “pecado” y entiende que el sexo es un impulso natural, se puede soltar durante la relación. Soltarse implica tomar consciencia de las sensaciones que experimenta en su cuerpo y sentir profundamente cada caricia, cada beso, sentir el roce de la piel del otro. El sexo no es un buen momento para pensar, sino para sentir y dejarse llevar por las sensaciones. Esto permite experimentar un disfrute más pleno. Esa sensación de plenitud es semejante a la de saciedad. Cuando la persona se siente saciada no necesita caer en la repetición compulsiva. Para lograr esto hay que elevarse por encima de los opuestos de la moralidad y la inmoralidad, llegando a un estado amoral. El amoral es aquel que trasciende los conceptos dualísticos del “bien” y el “mal” relativos. Es allí cuando se puede vivir una sexualidad saludable.

La sexualidad saludable es aquella que está libre de culpa, de miedo y del impulso compulsivo. Una sexualidad saludable puede incluir muchas y variadas formas de practicarla. La clave es que lo que se haga cuente con el consentimiento de las partes involucradas. Cabe advertir que en el caso de niños o personas con discapacidad mental, aunque haya un aparente consentimiento, este no debe ser tenido en cuenta debido a que su edad mental no les permite tomar decisiones informadas. La sexualidad saludable no incluye la realización de actividades que pongan en riesgo la salud y la integridad personal de los involucrados. Esto implica los cuidados que hay que tener frente a las enfermedades de transmisión sexual.

Una sexualidad saludable es una sexualidad Consciente. En ese punto el coito deja de ser un mero acto mecánico realizado para obtener una gratificación temporal, y se convierte en una puerta para entrar en el Aquí y el Ahora. En el momento del orgasmo no existe pasado ni futuro, únicamente presente. El orgasmo es una fuerza poderosa que sacude el cuerpo liberándolo de las garras del tiempo y de los límites del “yo”. Es ahí cuando se puede experimentar la Consciencia Cósmica.

 

 

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