viernes, 19 de junio de 2020

La dualidad optimismo/pesimismo y las claves para tener éxito

Por nadie



Ver: Pensamiento positivo y Consciencia


Consciencia y Abundancia


 

Optimismo vs. Optimismo

En la corriente del pensamiento positivo se habla mucho acerca del optimismo. Se supone que todos deberíamos ser optimistas siempre para que nos vaya bien. Pero el optimismo desproporcionado, así como la vitamina C consumida en forma excesiva, también puede ser muy dañino.

 

Muchas personas demasiado optimistas caen fácilmente en lo que se conoce en psicología como el "Efecto Dunning-Kruger". Este es un sesgo cognitivo que hace que una persona con habilidades muy escasas en un determinado campo, se crea superior y más inteligente que personas que están más preparadas. Quienes padecen el "Efecto Dunning-Kruger" sobrevaloran sus propias capacidades y no reconocen sus limitaciones.


Cuando una persona con exceso de confianza, y un déficit de habilidades toma decisiones importantes, pueden ocurrir grandes desastres. El exceso de confianza podría ser uno de los factores que hace que en Colombia, de los nuevos emprendimientos tan solo el 29.7% sobreviven, mientras el 70% fracasan en los primeros cinco años de existencia. 


¿Qué tiene que ver el exceso de confianza con el éxito o fracaso de un emprendimiento? Imagina a una persona muy optimista que quiere crear un restaurante exitoso en su ciudad. Esta persona cree en sí misma y además practica todos los principios de la Ley de Atracción enumerados en el libro El Secreto. Sin embargo nunca ha tenido experiencia en restaurantes. Es más, no sabe cocinar. Eso no es problema porque para eso contratará a alguien. Pero tampoco sabe cómo liderar personal, desconoce las reglas del marketing e ignora todo sobre contabilidad. Sumado a esto, no tiene en cuenta el punto de la ciudad donde pone su negocio ni la época del año en que decide abrirlo. Tampoco hace un costeo para calcular el precio que debe poner a sus productos. Todos estos factores juntos, casi con seguridad conducirán al fracaso, sin importar cuan optimista sea la persona. Es más, debido a su exceso de optimismo no sabrá cuándo parar y seguirá endeudándose para sacar su emprendimiento adelante hasta colapsar.


Si una persona con una dosis moderada de pesimismo hubiera decidido crear el mismo negocio, es probable que al desconfiar de sus propias capacidades, se hubiera asesorado mejor antes de dar cada paso para sacar adelante su negocio. Claro que una persona demasiado insegura y pesimista casi nunca se arriesga a invertir en un negocio.


Probablemente estés pensando que yo estoy afirmando que el optimismo no sirve para nada. Pero ese no es el mensaje que quiero dar. Es cierto que una persona optimista transmite su energía a sus posibles inversores, a sus clientes y a sus empleados. Una persona optimista genera confianza y es como un imán que jalona a otros a sumarse a su iniciativa. De manera proporcional, una persona demasiado pesimista aleja inversores, clientes,  e incluso empleados. Nadie quiere montarse en el carro perdedor.


Entonces la clave estaría en encontrar el justo medio enseñado por Aristóteles, muy parecido al Camino medio del budismo. Lo que busca este principio es encontrar el punto de equilibrio entre dos extremos. En un extremo está el exceso de optimismo que puede conducir a la temeridad. Por otro lado el exceso de pesimismo puede llevar a la inacción. El punto de equilibrio es la valentía, que se define como la determinación para enfrentarse a situaciones desafiantes, después de haber calculado los riesgos. Para esto es fundamental conocer de antemano el peor escenario posible, y al mismo tiempo llevar a cabo acciones para reducir la incertidumbre hasta un nivel aceptable. 

 

Las claves del éxito

Entendiendo el éxito como la obtención del resultado satisfactorio de una empresa o proyecto, es importante saber que las personas exitosas se caracterizan por haber desarrollado en cierta medida unos factores determinados. Volvamos al ejemplo del hombre que quiere crear su propio restaurante. Además del optimismo que este hombre transmite, necesita dedicarse a desarrollar los siguientes elementos:

Conocimiento: Estudiar acerca del tema o negocio que se quiere desarrollar. Conocer a fondo todas las implicaciones del mismo.


Habilidades estratégicas. Se refiere a la capacidad de poner en marcha el conocimiento adquirido. Las habilidades estratégicas se adquieren por medio de la práctica.


Estrategia de negocios. La estrategia implica el producto que se quiere vender, así como la forma de fabricarlo, venderlo, distribuirlo, publicitarlo, etc.


Liderazgo. Incluye habilidades como la proactividad, efectividad, eficiencia, trabajo en equipo, influencia, etc. (Véase Los 7 hábitos de la gente altamente efectiva y la Inteligencia Emocional).


Conocimientos de finanzas. Implica entender cómo funciona el dinero y cómo administrarlo e invertirlo.


Compromiso y constancia. Seguir adelante a pesar de los escollos y dificultades que se puedan presentar en el camino.


Intuición. Se refiere a la habilidad para conocer, comprender o percibir algo de manera clara e inmediata, sin la intervención de la razón. Es indispensable para tomar decisiones rápidas o en tiempos de crisis, cuando no se cuenta con todos los elementos necesarios para tomar una decisión racional.

 

Según diversos estudios realizados, todas las personas que han tenido éxito en un determinado campo poseen en mayor o menor medida estos factores. Difícilmente existirá una persona que tenga maestría en los siete, pero al menos habrá desarrollado algunos de ellos. Hay personas que nacen en culturas o familias donde muchos de estos factores son aprendidos desde niños de manera natural. En otras culturas donde estos factores son escasos, una persona puede desarrollarlos si dedica el suficiente tiempo y esfuerzo a aprenderlos.

 

Sincronicidad

Cuando una persona posee estos factores desarrollados hasta cierto punto, y le suma una buena dosis de optimismo, tiene mayores posibilidades de triunfar. Claro que falta un factor del que casi nadie habla y es la “suerte”. Muchos grandes empresarios, científicos y deportistas saben que su éxito no hubiera despegado si no hubieran estado en el lugar correcto en el momento correcto. En realidad, la suerte es una palabra insustancial que podríamos cambiar por sincronicidad. 

La sincronicidad puede definirse aquí como la capacidad de atraer, en el momento preciso, a las personas y cosas necesarias para cumplir un objetivo. Por ejemplo, estábamos buscando un local para nuestro negocio y justamente cuando pensábamos en eso escuchamos a alguien en el supermercado hablando de que quería dar en alquiler su tienda. Cuando hablamos con esa persona nos damos cuenta de que el local que tiene es justamente lo que necesitábamos.

 

Consciencia

La sincronicidad se activa cuando estamos en sintonía con la Consciencia Cósmica. Recuerda que ella es el Vacío cuántico de todas las posibilidades. Por lo tanto no se trata de un vacío estéril, sino de un vacío fértil que puede manifestar aquello que queremos. Cuando actuamos desde esa Consciencia Cósmica parece que todo se conecta de manera asombrosa para que nuestros deseos se materialicen. Se forman verdaderas cadenas de sucesos que conducen de manera natural, y sin mucho esfuerzo, a cumplir esos deseos.

 

Por otro lado, hay personas que quieren manifestar cosas en sus vidas, pero lo hacen desde su ego. Estos deseos egoístas son muy difíciles de materializar ya que, al no estar conectados con la Consciencia, no fluye el factor sincronicidad. A veces parece que el Universo, ante tanta insistencia, deja que se manifieste eso que el ego ansia, para al final darnos cuenta de que eso que queríamos en realidad sería una gran fuente de sufrimiento.


Conclusión

En conclusión, para manifestar lo que queremos en este mundo, es necesario encontrar el punto de equilibrio entre pesimismo y optimismo. Además es necesario desarrollar ciertas habilidades relacionadas con el liderazgo, los negocios y el manejo del dinero. Pero todo esto funciona mejor al estar conectados con la Consciencia, la cual precipita la sincronicidad que hace que se activen cadenas de sucesos que conducen a la manifestación de que aquello que queremos.


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