Por
Walter J Velásquez
La
corriente del pensamiento positivo enseña a luchar contra los pensamientos
denominados “negativos”, convirtiendo la mente en un gran campo de batalla.
Cuando una persona trata de pensar únicamente en positivo, hace que los
pensamientos y emociones “negativas” se repriman al inconsciente.
Los
pensamientos son el resultado de la comunicación entre las neuronas llevada a
cabo mediante señales eléctricas. Por otro lado, las emociones son estados de
los sentimientos (como miedo, ira, excitación, amor u odio) que llegan
acompañados de cambios corporales que afectan el tono muscular, la respiración,
las secreciones hormonales, la presión sanguínea, etc. Es decir, que para que
una emoción se manifieste en el cuerpo, este debe producir ciertas señales eléctricas
y químicas. En conclusión, los pensamientos y las emociones son energía.
Según
las leyes de la termodinámica, “la energía no puede ser creada o destruida” Dicha ley también dice que “la energía puede
cambiar de forma, y puede fluir de un lugar a otro”. Así que cuando se rechaza
a los pensamientos y emociones negativos, estos fluyen al inconsciente donde
continúan alimentándose de toda nuestra negación. Pero esta ley dice también
que “la energía puede cambiar de forma”, es decir, que pensamientos y emociones
“negativos” pueden ser transformados. La manera de hacerlo es por medio de la Consciencia
plena, es decir, observar pensamientos y sentir emociones sin juzgarlos, aceptándolos
plenamente.
Seng
Tsan, quien según la tradición Zen, llegó a China en torno a la primera mitad
del siglo VI al lado de Bodhidharma, enseñó que diferenciar los pensamientos
como “buenos” y “malos”, estando a favor de unos y en contra de otros, en realidad
genera mucha infelicidad. En una parte de su Poema de la Confianza en la Mente Pura dice lo siguiente:
El Gran Camino no es difícil para aquellos que no tienen
preferencias. (…) Si quieres ver la verdad, no mantengas ninguna opinión a
favor o en contra. La lucha entre lo que a uno le gusta y lo que le disgusta es
la enfermedad de la mente.
La
lucha “a favor y en contra” a la que se refiere Seng Tsan puede ser descrita
usando la siguiente parábola: Imagina que hay una persona parada de pie en la
playa, observando las olas que llegan a sus pies. Esta persona, en su mente,
decide que ciertas olas son “buenas”, mientras que otras son “malas”. Entonces
empieza a luchar para quedarse con las olas buenas y rechazar a las olas malas.
Pero las olas buenas, que el hombre quiere conservar, así como llegan
desaparecen dejando gran tristeza en él. Por otro lado las olas malas, siguen
llegando una y otra vez a pesar de todos los esfuerzos que este hombre hace
para rechazarlas. Puedes imaginar que este hombre debe ser sumamente
desdichado. Todo se solucionaría si dejara de catalogar las olas como buenas o
malas y las aceptara a todas por igual.
Esta
parábola, que leí en un libro de Yubal Noah Harari, muestra de una
manera gráfica el gran problema del pensamiento positivo. Las personas viven
luchando diariamente por conservar los pensamientos positivos y rechazar los
negativos. Lo que enseñó Gautama Buda hace miles de años es que evitemos
catalogar los pensamientos y los observemos a todos de forma ecuánime, o como
diría Seng Tsan, “sin mantener ninguna opinión a favor o en contra”.
Cuando
logramos lo anterior, ocurren dos cosas: en primer lugar pasamos de estar
identificados con la mente y su bullicio, a entrar en la dimensión del
observador, es decir la Consciencia. En segundo lugar, sin quererlo ni
buscarlo, la mente empieza a ser más calmada y tranquila, el bullicio baja su
volumen. ¿Por qué sucede esto? Porque la lucha engendra lucha, la guerra
engendra más guerra, pelear contra los pensamientos hace que estos quieran
pelear contra nosotros. En cambio, la Consciencia transforma cualquier
turbulencia en la más profunda paz.
Ver:La Consciencia, la dualidad optimismo/pesimismo y las claves para tener éxito
Quecmaravilla comprender que la observación conc6de los pensamientos sin juzgarlos es ma mejor manera de calmar y tranquilizar la mente. Convertirnos en observadores de nuestros pensamientos.
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