martes, 16 de diciembre de 2014

Las polaridades

En la cultura Occidental buscamos lo “bueno” mientras tratamos de alejarnos de lo “malo”. Pero lo uno no puede existir sin lo otro. Ambos son conceptos dualísticos que necesitan de su opuesto para existir. Si te pones de parte del “bien”, estás afirmando veladamente la existencia del “mal”; si decides ser “malo”, indirectamente le das poder a lo “bueno”. La palabra paz sólo cobra sentido al existir la palabra guerra, es decir que, sin la guerra la palabra paz es completamente  innecesaria. Sea que te pongas de parte de la paz o de la guerra, estarás afirmando su contrario, así es la dualidad.

¿Cómo funciona esto? La mente se divide en dos niveles: conciente e inconsciente. Jung decía que cuando uno conscientemente se identifica con una polaridad ignorando o rechazando la otra, el lado rechazado se auto-afirma en el inconsciente. Por ejemplo, si decides ser casto y puro, en el inconsciente acumularás deseos y fantasías sexuales muy fuertes. Si decides ser bondadoso, en el inconsciente afirmarás la dureza de corazón. Si decides ser santo, en el inconsciente afirmarás tu propio diablo interior (la sombra).

Esto contradice la mentalidad Occidental que motiva a las personas a buscar el bien y abandonar el mal. A pesar de esta creencia, vemos que la violencia y las violaciones sexuales son más fuertes donde esta mentalidad prevalece. Una cultura reprimida genera inconscientemente una contra-cultura desenfrenada. Sucedió en Estados Unidos con el Rock y en América latina con el Reggaetón, la juventud utilizó estos ritmos musicales como una rebelión inconsciente contra la represión sexual promulgada por los religiosos y puritanos.

Lo que afirmo es que si te pones de parte de lo “bueno” das poder a lo que llamas “malo”. Pero esto no quiere decir que apoyes lo “malo”, ya que sólo generarás nueva fricción entre los pares de opuestos. Lo que propongo es que te eleves por encima de lo “bueno” y lo “malo”, que trasciendas el nivel de la dualidad. Esto puede ser logrado cuando observas a tu mente, cuando eres consciente de los pensamientos y los miras sin juzgarlos como “buenos” o “malos”. Al desaparecer las etiquetas mentales de “bueno” y “malo” empiezas a actuar desde un nivel más profundo, el nivel de la Consciencia, allí no hay polaridades, no hay dualidad. Hacer esto es regresar a la inocencia de tu Ser, vivir la vida sin afectaciones o luchas internas.

Pero esto incluye un cambio de léxico. Palabras como “bueno” o “malo”, “agradable” o “desagradable”, “bonito” o “feo” deben ir desapareciendo poco a poco a medida que te das cuenta que solamente afirman la dualidad y alimentan el conflicto interior en lo conciente y lo inconsciente. Entonces las cosas son como son y no necesitas encasillarlas o etiquetarlas en términos de dualidad. Una flor es una flor, no es fea ni bonita. Una situación es una situación, no es agradable o desagradable. Un pensamiento es un pensamiento, no es bueno ni malo. Cuando haces esto penetras más profundamente en la vida y la experimentas de forma directa, sin ser afectado por las programaciones y etiquetas que el mundo te ha impuesto.



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