Cuando decimos “tengo que hacer esto” o “debo hacer aquello”, estamos actuando desde “los deberías” programados por la sociedad. Para saber si lo que vamos a hacer está alineado con nuestro propósito podemos cambiar el “tengo que…” o el “debo…” por el “quiero…”. Cuando dices “quiero”, en lugar de “debo” o “tengo que”, pueden suceder dos cosas: la primera es que ya no veas ese imperativo como una carga o algo ajeno a tu ser. “Quiero estudiar” es mucho más empoderador y energizante que “tengo que estudiar” ya que el “quiero” te conecta con tu fuente de motivación interna y aumenta tu nivel de compromiso. La segunda cosa que puede suceder es que al decir “quiero” te des cuenta de que este suena falso y descubres que estás haciendo algo que no está alineado con tu propósito vital. Por ejemplo, si dices “quiero ser bailarín”, puede que surja la duda –“¿Realmente quiero? ¡No! No quiero”.
Práctica. El día de hoy estaré alerta para darme cuenta del momento en que diga “tengo que…” o “debo…” y lo cambiaré por “quiero”. Así sabré si eso procede de mí Ser o es una programación social.
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