Hay dos maneras de recorrer el camino de la vida; yendo río
abajo o yendo río arriba. La vida es como un río que fluye de manera natural
hacía abajo hasta llegar al océano, sin embargo hay personas que deciden
contrariar la vida y nadar río arriba. Estas personas se llaman a sí mismos
“guerreros espirituales” porque todo su sendero se reduce a una lucha: luchan
contra los deseos, contra sus impulsos sexuales, contra los apegos materiales,
etc., etc.
Casi todas las enseñanzas religiosas que hay en el mundo pertenecen
al sendero del río arriba. Pero luchando contra los deseos no se puede
trascenderlos, así que en últimas, este es el sendero de la represión. La
represión es un mecanismo de defensa del ego que hace que “enterremos” nuestros
deseos en el inconsciente por medio de la voluntad. Los que practican esto
creen haber derrotado a sus deseos, pero sólo los han guardado provisionalmente
en el sótano de la mente llamado inconsciente. Estos deseos tarde o temprano
aparecen de nuevo con más fuerza o se disfrazan para poder seguir actuando en
la vida de las personas.
El sendero del río abajo es diferente. Aquí no hay
represión, el individuo se deja llevar por sus deseos e impulsos y fluye con
ellos. Para que esto sea efectivo hay que hacerlo con Consciencia. Si nos
entregamos a nuestros deseos sumidos en la inconsciencia no obtendremos nada.
Cuando hay Consciencia plena en lo que hacemos ocurre una transformación
radical de adentro hacia afuera. Hacerlo Conscientemente es observar todo el proceso,
observar los pensamientos, emociones y actos que se desencadenan cuando estamos
satisfaciendo una necesidad. Cuando somos Observadores los comportamientos
automáticos y robóticos pierden fuerza, pero esto requiere energía. Puede que
nos perdamos en el proceso y olvidemos que somos el observador. No importa, lo intentaremos
una y otra vez hasta lograrlo.
Esto es particularmente difícil –más no imposible- en lo que
concierne a las adicciones. Las adicciones sólo nos atrapan porque son procesos
inconscientes. Si lo hiciéramos conscientemente y sin ningún asomo de culpa o
vergüenza, la adicción perdería su poder. Pero el mundo nos ha programado para
vivir en función de la culpa y la vergüenza –de esa manera nos controlan los
sacerdotes y los gobiernos. Sólo cuando trascendemos la culpa y la vergüenza
podemos observar nuestros pensamientos y actos con total imparcialidad y
entonces, podremos trascender los comportamientos adictivos y robóticos que nos
atan al sufrimiento.
En la mitología griega se habla de Apolo y Dionisio. Apolo
es el dios del ritual, el orden y la lucidez. Dionisio en cambio,
nos lleva a fluir con el río siguiendo el curso de los impulsos y deseos. Si
seguimos el sendero dionisiaco con Consciencia, podremos llegar a ver,
comprender y soltar la raíz de nuestros apegos y adicciones de forma natural (cuando
hablo de adicciones también me refiero a la adicción al sexo, al poder, al
trabajo, a ser aceptado, etc.). Mientras sigamos el sendero de Apolo llegaremos a ser expertos en reprimir los impulsos, aprenderemos a hacer
represas para frenar la corriente del río, pero eso no funciona para siempre.
Cuando seguimos el sendero dionisiaco, las adicciones pierden fuerza y
desaparecen por sí solas de forma natural.
Recuerda un sendero dionisiaco sin Consciencia es totalmente
inútil. Sólo te absorberás más en el sufrimiento. Para mantener la Consciencia
es necesario practicar y practicar. Un buen ejercicio que puede ayudarte es la
Respiración Consciente -darte cuenta del aire que entra y del aire que sale- sólo
dedicando varios minutos al día en esta práctica podrás desarrollar cada día la
capacidad de observar sin identificarte con lo observado. Entonces podrás ir
río abajo de manera Consciente, fluirás como el agua siguiendo su cauce, así
que un día dejarás de ser río y te fundirás con el Océano, con la totalidad de
la vida.
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