La lucha contra nuestras propias emociones produce
fricción y malestar en nuestro interior. Dejarlas que vaguen libremente, les da
más poder. Estos son dos extremos de cómo las personas lidian con sus
pensamientos y emociones molestos.
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El Atman es el testigo de la
mente
y su funcionamiento.
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Algunas personas enseñan que no debemos reprimir
nuestras emociones inarmoniosas, que debemos dejarlas salir para liberarnos de
ellas. Ellos dirán: “Si tienes ira contra alguien, exprésala”, no importa si
dañas al otro y de paso te dañas a ti mismo. También enseñan a descargar el
enojo golpeando fuerte almohadones o rompiendo platos. En verdad, liberar la
ira –o cualquier otra emoción- de esta manera, produce una relajación temporal.
El problema es que la hacerlo le estás dando más fuerza a la entidad que causó
la ira: el ego, y al poco tiempo, tendrás más ira y más emociones
desarmonizando tu mundo.
Otra técnica, tal vez la más difundida, consiste en
cortar la emoción cuando esta se presente. Si por ejemplo alguien te dice algo
que te molestó mucho y sientes muchos deseos de explotar y entablar una
discusión, entonces te haces consciente de la emoción y la frenas. Esta técnica
produce la mayoría de las neurosis ya que lo único que hace la persona es
reprimir las emociones en el inconsciente, donde esperarán el momento oportuno
para irrumpir con más fuerza en tu mundo.
Una tercera vía consiste en observar la emoción. En
verdad, la fricción empieza cuando rechazas la emoción o pensamiento molesto
que hay en tu mundo. Por ejemplo, si tienes ira, y además tu mente juzga que
tienes ira y te sientes mal por ello, es allí donde la mente se divide. La
emoción molesta, sumada al pensamiento de que tienes una emoción molesta se
convierten en un factor desestabilizante para tu mundo. Así que el problema
radica no tanto en la emoción en sí, sino en el pensamiento acerca de ella.
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El hombre perfecto usa su mente como un espejo.
No aferra
nada, no rechaza nada. Recibe pero no conserva.
Chuang-tzu
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Al luchar contra el ego, en realidad lo haces más
fuerte porque le das más poder. Cuando no quieres algo, pero pones tu atención
en eso que no quieres, en realidad lo fortaleces. En vez de poner la atención
en lo que no quieres, es más efectivo poner la atención en lo que sí quieres,
en aquello que es real en ti: el Ser, la Consciencia o como lo quieras llamar.
Casi todas las personas sufren de ira, y muchas de
ellas no quieren esa ira porque saben que eso está afectando su salud. Pero no
saben cómo hacer que desaparezca, entonces recurren a los dos métodos básicos
que nombramos al principio: expresarla y por lo tanto fortalecer al ego que la
creó o luchar contra ella y hacerla más poderosa. ¿Por qué luchamos contra la
ira? Porque no la queremos, y no la queremos porque la rechazamos.
Ahora quiero que intentes lo siguiente: cierra tus ojos y piensa en cualquier cosa excepto en un ganso blanco. Piensa en lo que sea, pero no permitas que la imagen de un ganso blanco aparezca en tu mente… ¿qué pasó? ¿No pudiste quitarte la imagen del ganso blanco? ¿Por qué? Porque la rechazaste. Así sucede con cualquier pensamiento o emoción que rechazas, ellos se hacen más fuertes y más difíciles de remover. Así que una forma muy sencilla de quitarles poder en tu vida es aceptarlos cuando aparezcan, sentirlos, observarlos, no rechazarlos en ningún momento. ¿Y qué sucede entonces? Pruébalo por ti mismo.
Gandhi decía que no hay caminos hacía la paz, la paz es
el camino. Qué palabras más sabias. No puedes eliminar tu ego entablando una
lucha contra él. Eso es justamente lo que él desea, lo que busca: la guerra. La
guerra lo hace más y más fuerte. No rechaces nada que llegue a tu mente ni
ninguna emoción que llegue a tu cuerpo, simplemente acéptalo, siéntelo, obsérvalo
y date cuente cómo desaparece.
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Puedo mirarme a mí misma
y a mis actos, igual que un
observador externo.
---Ana Frank –The diary os
a youn girl
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Muchas personas pueden temer hacer esto porque creen
que aceptar una emoción o pensamiento es permitirle que tome el control de
nuestro mundo. Pero aquí no se trata de aceptarlo en el sentido de permitirle
actuar sino de aceptarlo en el sentido de saber que está allí y no luchar
contra ese hecho. Es simplemente decir: ahí está esa emoción, esa es la clase
de aceptación de la que hablamos. Lo más importante de todo esto es saber que
los resultados hablarán por si solos.
De lo que se trata esto es de no tratar de empujar el
río contra la corriente, sino más bien, fluir con la corriente convirtiéndote en
el observador de tu mente y de tus emociones. Cuando observas tus emociones
inarmoniosas te das cuenta de que tú no eres eso, pierdes la identificación con
el ego y te sitúas atrás como alguien que observa una película sin
identificarte con lo que sucede en ella. En ese momento le estarás dando tu
poder y energía al Observador: el Ser, y dejarás de identificarte con los
pensamientos y las emociones del ego. Esta es quizá la parte más importante del
despertar espiritual, recuérdalo porque a partir de ahora empezaremos a
trabajar sobre este tema que es vital: el hecho de que dejes de identificarte
con el ego y te conviertas en el observador.