Un ejercicio
para darte cuenta de tu verdadera naturaleza
Por Walter Velásquez
Creer
Vs. Observar
Para la mente, acostumbrada a los
conceptos, es más fácil creer en lo que diga un gurú, un maestro o un profeta. Creer
es fácil, porque no requiere de mucho esfuerzo ni necesita de discernimiento.
Por otro lado, la autoobservación
requiere que nos convirtamos en investigadores de nuestro propio Universo. Pero
esto no resulta cómodo para muchos porque requiere esfuerzo y constancia. Es más
fácil repetir rituales prefabricados o entonar un mantra durante horas.
La mente no puede observarse a sí
misma. Puede que lo intente, pero la descubriéremos en su trampa porque esta
siempre juzga cada pensamiento o emoción como “bueno” o “malo”. En cambio, la
observación sin juicio procede de “algo” que está más allá de la mente. Ese “algo”
ha sido llamado de muchas maneras a lo largo de la historia: “Atman”, “Presencia”,
“Ser” y “Consciencia” son algunos de estos nombres. Lo importante es entender
que ese “algo” que observa a la mente y al ego sin juzgar, no es “alguien”, es
decir, no es el yo. Este observador carece de centro psicológico, es Consciencia
Pura.
Cuando observamos la respiración
o nos damos cuenta de que estamos caminando, es la Consciencia Pura entrando en
acción. Practiquemos esto cada vez que lo recordemos, convirtámoslo en una práctica
cotidiana, para experimentar sus efectos en nuestra manera de percibir el
mundo.
La sutil
corriente de energía
Si observamos al ego, podremos
entender que este no tiene realidad como un “yo” separado. Lo que llamamos ego
(o personalidad), es la suma de pensamientos, emociones y reacciones que
ocurren a diario en nuestro organismo mente-cuerpo. Pero todos esos pensamientos,
emociones y reacciones no surgen de un “yo” que decide conscientemente
expresarlos. No, simplemente son reflejos condicionados, respuestas automáticas
que se generan a partir de la programación que hemos recibido en nuestros genes
y en nuestras experiencias a lo largo de la vida. Si alguien le teme a los
ratones o ama las flores, cuando grita o se estremece al percibir cualquiera de
estos estímulos, no lo hace porque así lo decida; simplemente es un reflejo automático
que surge de la mente y su condicionamiento previo.
Hazlo en este momento: enfócate
en la respiración al tiempo que sientes el cuerpo desde adentro… Hazlo por un
minuto… ahora siente la sutil corriente de energía que recorre el cuerpo[1]. Si
puedes sentir esta sutil corriente de energía, enfócate en ella y déjate llevar.
Esta es una puerta de entrada a la Consciencia Pura. Hazlo mientras estas en
reposo y cuando te acuestes a dormir. Esto afectará seriamente tu sentido de
identidad porque en algún momento sabrás que eres la Consciencia y que no estás
limitado(a) únicamente a tu cuerpo.
Esa corriente de energía que se
siente al hacer este experimento es la Vida misma que anima tus células, es el
sustrato del Universo, el cual no es afectado no nada de lo que ocurre en tu
vida. En vez de identificarte con la mente que es cambiante e inestable, puedes
identificarte con esta corriente de energía en cualquier momento del día. Ella siempre
está allí, nunca cambia y no puede ser afectada por palabras o situaciones. Y como
podrás descubrir, es una sensación de dicha constante.
[1]
Si a pesar de hacer el ejercicio,
no sientes la corriente de energía, no te preocupes ni trates de forzarlo. Sigue
practicando la respiración consciente sin esperar nada y deja que esta
experiencia devenga de forma natural en el momento que debe llegar.
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