Si tan sólo dedicáramos unos minutos de nuestro día a
sentarnos y sentir nuestro cuerpo, empezaríamos a recobrar la consciencia del
mismo. Los seres humanos no quieren sentir su cuerpo porque es en él donde se
siente la ansiedad, la tristeza y todas aquellas emociones que le resultan intolerables.
Entonces se desconectan del cuerpo y se van a vivir a sus cabezas donde huyen
de lo que sienten a través del pensamiento.
Los seres humanos se anestesian para evitar sentir el dolor
emocional y para ello usan la televisión, la religión, los rituales, las
drogas, el cigarrillo o el alcohol. Pero
al tratar de negar el dolor este no desaparece sino que se sumerge en el inconsciente
donde se hace más fuerte.
Pero en vez de huir del dolor deberíamos enfrentarlo, lo
cual no significa entrar en conflicto con él, sino permitirnos sentirlo, vivirlo,
experimentarlo, entrar en él conscientemente. De esta manera llegamos al núcleo
del dolor y este pierde su razón de ser porque queda al descubierto la mentira
por medio de la cual fue creado.
Entonces, te invito a tomes unos pocos minutos del día y te
hagas consciente del cuerpo. En silencio, siente la respiración, siente la
presión que ejercen los glúteos sobre la silla en la cual estás sentado, siente
tu cuerpo y averigua en qué partes hay tensión y qué partes están relajadas.
Luego, en el transcurso del día trata de darte cuenta cuando estás furioso o cuando
estás deprimido, ubica esa emoción en tu cuerpo y entra conscientemente en
ella. Entonces dejarás de ser un títere de tus emociones y podrás elegir cómo
reaccionar. De este modo empezarás a habitar de nuevo tu cuerpo y a vivir en
él plenamente.
No hay comentarios:
Publicar un comentario