Hay cuatro maneras por medio de las cuales una persona puede
cambiar, tres de ellas son violentas y una no. Las formas violentas incluyen la
represión, la conformidad social y la imitación. La forma no violenta es la
Consciencia. Estudiemos cada una de ellas.
La represión, como su nombre lo indica, consiste en reprimir
los impulsos negándolos o reemplazándolos por ideales más altos. Digo que aquí
hay violencia porque al reprimir estamos rechazando lo que es en función de “lo
que debe ser”. Es un rechazo al presente, un escapismo. La gran mayoría de las
personas religiosas usan la represión como método. Esto sucede cuando te
sometes al cumplimiento de una serie de normas y tratas de cumplirlas siendo esforzado
y disciplinado. Ante la sociedad esto es digno de alabanzas, pero en el fondo,
es un autoengaño muy grande porque todo lo que reprimes no desaparece, se
sumerge en las aguas del inconsciente.
La otra forma es la conformidad social. La mayoría de las
personas necesitan pertenecer a un grupo, y esto no sería un problema sino
fuera porque esa necesidad se origina en un vacío psicológico. La conformidad
social hace que cambies con la idea, muchas veces inconsciente, de ser aceptado
por el grupo. Así que si entras a formar parte de un grupo de yoga donde todos
son vegetarianos, y quieres ser aceptado por ellos, terminas haciéndote
vegetariano también. Por lo tanto este cambio no viene de adentro, es
superficial, tiene una función adaptativa para el ego.
La tercera es la imitación. En nuestra sociedad se alienta a
las personas a imitar a los grandes líderes religiosos como Jesús, incluso hay
un libro llamado “La imitación de Cristo”. Por otro lado, el sacerdote católico
Anthony de Mello decía que no imitáramos a nadie, ni siquiera a Jesús, porque
Jesús se convirtió en el Cristo siendo él mismo. Por lo tanto, si queremos ser
el Cristo (estar Despiertos) debemos ser nosotros mismos, ser auténticos,
originales y esto sólo lo logramos cuando actuamos desde el Ser, el cual es el
único autentico, ya que no está controlado por las convenciones sociales y toda
esa basura que vemos hoy en día.
Por último, hablemos de la Consciencia, la cual se refiere a
la capacidad de observar nuestros pensamientos, emociones y actuaciones de
manera imparcial. Probablemente es la más compleja de las cuatro porque
requiere estar alertas, pero es la única que brinda la libertad total. Carl Jung
decía: “Lo que miras desaparece, lo que resistes persiste”, la Consciencia
consiste en mirar al ego y sus juegos. Pero este es un mirar diferente, es un
mirar que no busca cambiar, juzgar o controlar nada. Sin embargo, cuando
hacemos esto empezamos a ver la vida desde una perspectiva más amplia,
empezamos a ver cuán tontos son los juegos del ego… y empezamos a cambiar de
forma natural. Puede que a veces sea un cambio lento, pero es seguro, es auténtico,
aquí no hay violencia. Algunas personas, sin ningún conocimiento espiritual al
respecto, hacen esto de manera natural cuando se dan cuenta súbitamente de que
un hábito o manera de comportarse es absurdo y nos les ofrece ningún beneficio.
Para practicar la Consciencia no hay que pertenecer a
ninguna iglesia o religión, sin embargo es algo muy espiritual. Incluso la práctica
de la Consciencia ha logrado entrar a la ciencia y hoy en día existen dos
psicoterapias (la Gestalt y el Mindfulness) que trabajan desde la Consciencia,
el arte de observar sin juzgar. Es así como algo muy espiritual, que de hecho
fue enseñado por el Buda Gautama, puede someterse al rigor del método
científico sin miedo a ser destruido. Pienso que una verdadera espiritualidad
no puede pelear con la ciencia. De hecho, es la espiritualidad ficticia y vacía
la que teme a la ciencia, porque sabe que sus mentiras pueden quedar al
descubierto fácilmente.
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