viernes, 25 de abril de 2014

Anestesiados


El ser humano no quiere sentir el dolor que él mismo ha creado y que se manifiesta en su cuerpo. Para no sentir el dolor la persona debe anestesiarse con el fin de no sentir su cuerpo. Pero esto tiene en alto precio, porque al estar anestesiados no sólo dejamos de sentir dolor sino que también perdemos la capacidad de sentir placer.

Es así como las personas no disfrutan plenamente de una buena comida o de unas vacaciones. La persona no puede disfrutar plenamente de esto porque la mente está constantemente viajando al pasado o al futuro con tal de escapar del momento presente para no sentir el cuerpo. ¿Cuántas veces hemos comido algo delicioso, con la mente enfocada en cualquier cosa, excepto la comida que estamos ingiriendo?

No sólo debemos estar conscientes del dolor sino que también debemos estar presentes en el placer y sentir con plena consciencia aquello de lo que estamos disfrutando (un viaje, una fruta, el sexo o la compañía de un ser querido). Cuando aprendemos a estar presentes en los momentos placenteros y agradables también podremos hacerlo ante el dolor. Pero el humano común no siente completamente ni el placer ni el dolor. Todo lo siente a medias, está anestesiado, se ha insensibilizado ante la vida, ya ni siquiera se estremece al ver caer la hoja de un árbol o al observar el vuelo de un ave. En verdad, es muy triste vivir así.


¡Vive conscientemente! Experimenta de manera plena el placer y el dolor. Entra en ellos. No quieras tomar ciertas partes de la vida mientras rechazas otras. Toma el paquete de la vida completo. Entonces dejarás de estar fragmentado y serás íntegro, completo. Y el dolor dejará de afectarte y entonces, ya no serás más esclavo del placer. 

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