El ser humano no quiere sentir el dolor que él mismo ha creado
y que se manifiesta en su cuerpo. Para no sentir el dolor la persona debe
anestesiarse con el fin de no sentir su cuerpo. Pero esto tiene en alto precio,
porque al estar anestesiados no sólo dejamos de sentir dolor sino que también
perdemos la capacidad de sentir placer.
Es así como las personas no disfrutan plenamente de una
buena comida o de unas vacaciones. La persona no puede disfrutar plenamente de
esto porque la mente está constantemente viajando al pasado o al futuro con tal
de escapar del momento presente para no sentir el cuerpo. ¿Cuántas veces hemos
comido algo delicioso, con la mente enfocada en cualquier cosa, excepto la
comida que estamos ingiriendo?
No sólo debemos estar conscientes del dolor sino que también
debemos estar presentes en el placer y sentir con plena consciencia aquello de
lo que estamos disfrutando (un viaje, una fruta, el sexo o la compañía de un
ser querido). Cuando aprendemos a estar presentes en los momentos placenteros y
agradables también podremos hacerlo ante el dolor. Pero el humano común no
siente completamente ni el placer ni el dolor. Todo lo siente a medias, está
anestesiado, se ha insensibilizado ante la vida, ya ni siquiera se estremece al
ver caer la hoja de un árbol o al observar el vuelo de un ave. En verdad, es
muy triste vivir así.
¡Vive conscientemente! Experimenta de manera plena el placer
y el dolor. Entra en ellos. No quieras tomar ciertas partes de la vida mientras
rechazas otras. Toma el paquete de la vida completo. Entonces dejarás de estar
fragmentado y serás íntegro, completo. Y el dolor dejará de afectarte y entonces,
ya no serás más esclavo del placer.
No hay comentarios:
Publicar un comentario