Por Stanley Sobottka
Emeritus Professor of Physics
University of Virginia
En las pp. 477-478 de I Am That
(1984), Nisargadatta dice,
"El maestro verdadero no aprisionará a su discípulo en
un reglamento de ideas, sentimientos y acciones prescritas; por el contrario,
le mostrará pacientemente la necesidad de estar libre de todas las ideas y
patrones de comportamiento, de ser vigilante y serio y de ir con la vida
dondequiera que le lleve, no para gozar o sufrir, sino para comprender y
aprender. Bajo el maestro adecuado el discípulo aprende a aprender, no a
recordar y a obedecer. Satsang, la compañía del noble, no moldea, libera. Guárdese de todo lo que le hace
dependiente. La mayor parte de los supuestos “abandonos al Gurú” acaban en
chasco, si no en tragedia. Afortunadamente, un buscador serio se
desenganchará a tiempo, tanto más sabio por la experiencia.”
Debemos
tener en cuenta que nuestra verdadera naturaleza se caracteriza por la ausencia
del sentido de autoría personal de las acciones. Esto no se puede realizar si
nos involucramos en prácticas que requieren que hagamos algo sin buscar al
hacedor que lo está haciendo. Por lo tanto, cualquier otro “hacer” o “no hacer”
o “se debería” o “no se debería hacer”, que nos proporcione un maestro
espiritual debe ser un aviso de que ese maestro particular puede no ser un
Auto-realizado, y no puede ayudarnos a terminar con nuestro sufrimiento. Hay
muchos más maestros en esta categoría que quienes han realizado genuinamente su
verdadera naturaleza, y que nunca tratan de imponer un régimen que aumente
nuestro sentido de esclavitud. El mundo del materialismo espiritual es un gran
mercado de embaucadores, magos, payasos, showmans, comediantes, buhoneros, y buscadores
de dinero fácil, la mayoría de ellos viven engañados pensando que son libres, y
se disfrazan con sus propias versiones fantasiosas de indumentaria y personajes
divinos.
Especialmente
destructivos entre los auto-engañados maestros espirituales son aquellos que enseñan
que sólo ellos y su poder personal puede traer la libertad, o que ellos son los
más apropiados para la tarea. Lo que consiguen no es sino aumentar nuestra
sensación de esclavitud. Ningún genuino maestro sugerirá que necesitamos algo o
a alguien, puesto que ya somos libres y completos. La función de un maestro es
la de transmitir esto al estudiante, y ayudarle a ver eso. Un maestro es en el
mejor de los casos un recurso inestimable para el estudiante, y en el peor, un
"falso profeta", el engañado que pretende enseñar a los engañados, el
ciego, que trata de conducir a los ciegos.
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