Hay personas que durante años han seguido el “Boom del
pensamiento positivo”. Algunas de ellas han llevado esto al extremo hasta el
punto de creer que solamente “deben” tener pensamientos y emociones “positivas”.
Por lo tanto, se han convertido en expertos en negar y reprimir aquellas
emociones que les resultan desplacientes como la tristeza, el dolor psicológico
o el odio. Para poder esconder todas estas emociones, han creado una “coraza”
muy fuerte, es decir, una máscara de persona “positiva”, que lo único que hace
es esconder el funeral que llevan dentro. Lo contradictorio de querer vivir la
vida en “positivo”, es que estas personas también se enferman tanto física como
psicológicamente, lo cual quiere decir que esa actitud no es funcional.
Con esto no estoy invitando a las personas a tener
pensamientos “negativos” ni a sumergirse en las emociones de abatimiento y
tristeza. La invitación es, en primer lugar, a dejar de etiquetar nuestras
emociones en términos de “positivo” y “negativo”, las emociones son emociones,
nada más. Lo segundo es aprender a hacernos conscientes de nuestros estados
emocionales, es decir, observar nuestros estados de ánimo y permitir que fluyan
hacía la superficie. Cuando hacemos esto con Consciencia, las emociones dejarán
de controlar nuestras vidas y serán similares a nubes que aparecen y se
desvanecen rápidamente sin afectar nuestras vidas de forma significativa.
En vez que querer vivir de forma “positiva” o “negativa”, es
mejor abrazar todas las emociones que emergen a la Consciencia y observarlas de
forma ecuánime, es decir, sin etiquetarlas de ninguna forma. Cuando nos
convertimos en el Observador, empezamos a vivir la vida de una forma más
impersonal y ya no nos tomamos demasiado en serio las situaciones críticas de
la vida o las opiniones de los demás acerca de nuestra persona.
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