Cuando el hombre rechaza sus propias emociones y pensamientos estos no desaparecen sino que son reprimidos en el inconsciente. Pero está energía dinámica no puede continuar aprisionada por mucho tiempo, una de las maneras por medio de las cuales se libera es por medio de la proyección, es decir, proyectando hacía afuera lo que hay dentro.
En los antiguos dioses y demonios de la mitología vemos
proyecciones del inconsciente colectivo que encarnaban tanto el lado “bueno”
como oscuro de la mente. Por ejemplo, para los griegos, los dioses del Olimpo
representaban aquello de sí mismos de lo que eran conscientes; mientras que los
dioses subterráneos como Hades o Neptuno eran un símbolo de su sombra, la parte
que no querían reconocer en ellos.
Lo interesante es que para los griegos, egipcios o hindúes,
sus dioses eran reales, incluso muchas personas narraron haberlos avistado o
haber recibido favores de ellos. El inconsciente colectivo posee una fuerza
notable, capaz de hacer que “veamos” nuestras propias proyecciones de forma
casi física.
En la mitología antigua se usa mucho el símbolo universal de
lo esférico que en diferentes culturas es representado como un círculo, esfera
o mándala. Esto representa la totalidad psíquica, el todo, la completitud, es
decir, la totalidad de la conciencia y el inconsciente juntos. Es la unión de
los opuestos aparentemente irreconciliables.
La psiquis, es decir pensamientos y emociones, es un aparato
que no está completo. La psiquis se ha ido fragmentando a medida que negamos,
reprimimos o rechazamos partes de nosotros mismos. De ahí que la humanidad se
siente vacía y desolada, como si le faltara algo. Por lo tanto en la simbología
Universal el círculo o la esfera siempre ha llamado la atención del hombre
porque representa su propia psique en estado ideal, es decir, completa. De ahí
que para Jung fue evidente ver en los Ovnis símbolos arquetípicos del alma, ya
que son redondos o esféricos representando la necesidad inconsciente de
completitud.
Según Jung: “el inconsciente tiene propiedades sobre las
cuales la conciencia no tiene dominio”. La aparición de OVNIS en todas partes
del mundo hace que este sea un fenómeno masivo que puede estar conectado con el
miedo colectivo a la muerte o a la destrucción, que según los seguidores del
fenómeno OVNI, podría devenir por medio de una invasión extraterrestre. La
humanidad siempre ha permanecido presa del miedo a la destrucción por parte de
agentes externos a la Tierra como son los dioses de la antigüedad, el
Apocalipsis bíblico y más recientemente, la supuesta injerencia de fuerzas
provenientes de otros mundos.
El fenómeno OVNI se ha ido transformando de acuerdo a los
avances científicos. Al principio se creía que los extraterrestres provenían
del lado oculto de la luna, que se suponía habitada. Cuando la NASA llegó a la
luna demostrando que estaba deshabitada, los fanáticos de los OVNIS enseñaban
que estos provenían del planeta Marte. Después de que las sondas enviadas al
planeta rojo mostraran la ausencia de una civilización avanzada allí, los seguidores
de los OVNIS afirmaron que estos provienen de galaxias o estrellas muy lejanas,
con lo cual queda imposible contradecir sus afirmaciones.
El objetivo de este artículo no es en ningún momento afirmar
o negar la existencia de los OVNIS sino mostrar su posible simbolismo desde el punto
de vista del inconsciente colectivo de la humanidad. En la antigüedad, los
conflictos internos de la psique eran proyectados por el inconsciente en la
forma de dioses buenos y malos, ángeles y demonios, duendes y hadas. Poco a
poco la ciencia ha ido destronando todas estas figuras mitológicas al demostrar
que los poderes que se les había asignado pertenecen a fuerzas naturales del
Universo.[1]
Pero lo inconsciente busca la manera de expresarse, adaptándose a los tiempos y
a la cultura del momento. Dado que estamos en una cultura tecnológica, los
OVNIS aparecen como los nuevos dioses y ángeles, está vez influidos por la
tecnología y la ciencia ficción de Hollywood.
Sean los OVNIS objetos reales o no, es innegable que fascinan
a millones de personas. Tal vez porque sus “naves” que, vistas desde abajo,
parecen círculos perfectos nos recuerdan con anhelo el momento que nuestras
almas recuperen su completitud. Pero esto puede empezar a suceder ahora mismo,
si somos valientes y arriesgados y nos atrevemos a empezar a aceptar las partes
de nosotros que hemos rechazado o reprimido. Aceptarlas no significa permitir
que nos dominen, sino hacernos conscientes de ellas para hacer uso de todo el
potencial y energía que está allí reprimido. De esta manera alcanzaremos
nuestra completitud y seremos en la Tierra, la esfera perfecta que hemos
buscado en el cielo.
Bibliografía:
Carl Jung. Arquetipos e inconsciente colectivo. Editorial Paidós.
Carl Jung. El hombre y sus símbolos. Editorial Paidós.
Carl Jung. Sobre cosas que se ven en el cielo. Editorial Nilo-Mex.
[1]
Aunque algunos movimientos de la nueva era han revivido un neo-paganismo en el
cual han reactivado el culto a los antiguos dioses de las religiones
primitivas.
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