viernes, 25 de julio de 2014

Observar sin juzgar

Nuestro principal objetivo es vivir en el presente, sin embargo, al estar envueltos en la dualidad en ocasiones nos embarga el abatimiento o el miedo. Muchas veces, la primera respuesta instintiva es huir de esos sentimientos para experimentar la paz y la dicha. Pero en la huida está la trampa que nos atrapa aún más en esas emociones.

Rechazar una emoción toxica significa entrar en conflicto con el ahora, con lo que estamos sintiendo en el presente. Por otro lado, identificarnos con dicha emoción y hundirnos en ella hace que quedemos atrapados también en la trampa de la dualidad. El camino medio, el cual no tiene nada que ver con el rechazo ni con la identificación, consiste en observar la emoción de forma imparcial. Es decir, hacernos conscientes del lugar del cuerpo donde la emoción se aloja y dedicar el presente a observar y a sentir ese punto particular. La clave es que observemos sin emitir juicios de valor ni poner etiquetas a lo que sentimos. Simplemente sabemos que es algo que está allí y lo observamos de forma ecuánime, como un observador externo.

Algo importante es que no podemos observar la emoción con el objetivo de que esta desaparezca, ya que allí habría una proyección al futuro. Se trata de observarla sin expectativas, con calma, sin esperar nada a cambio. De esa aceptación pura e inocente surge una transformación que viene desde adentro, y entonces el espacio que antes ocupaba dicha emoción es ocupado Ahora por el observador, es decir, la Consciencia pura.

En ocasiones, al hacer esto, la energía emocional se mueve, se traslada a otra parte del cuerpo. Esto es muy positivo ya que significa que la energía estancada se está movilizando dentro de nuestro espacio. Lo que haremos allí es seguir el movimiento y observar cómo va desapareciendo. Si logramos estar en paz con nuestras emociones toxicas estas se transformarán, en cambio, mientras continuemos luchando contra ellas estas seguirán ejerciendo su poder ilusorio.

Observar sin juzgar, sin esperar nada a cambio, aceptando plenamente lo que llega en el presente… ahí radica la clave de la transformación total.

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