jueves, 20 de septiembre de 2012

Se como las flores…


En la vida no importa lo que hacemos sino desde donde lo hacemos. Podemos hacer obras de caridad, dar de comer al hambriento, vestir al desnudo; pero si hacemos estas obras desde el ego, no tendrán ningún impacto en nuestra vida espiritual. Pero, cuando llevamos a cabo las acciones más elementales -cocinar, saludar a un amigo, caminar- con plena consciencia, tienen un impacto muy profundo en nuestras vidas y en las vidas de muchas más personas.

Si haces cosas buscando agradar a los demás, las haces desde el ego.
Si haces cosas buscando reconocimiento, fama o aplausos, las haces desde el ego.
Si haces cosas buscando ser recordado por ello y que tú nombre quede en alto, lo haces desde el ego.

Cuando actúas desde el Ser llevas a cabo tus acciones sin esperar nada a cambio, sin atarte al resultado, sin esperar recibir reconocimiento o gratitud por ello.

Cuando actúas desde el Ser llevas a cabo tus acciones por el mero disfrute de hacerlas, encuentras tu premio en disfrutar el proceso mismo envés de en una meta.

Hay un hermoso poema Zen que expresa muy bien este concepto. Quise adaptarlo para que tuviera el impacto esperado sobre la consciencia de los lectores. Helo aquí:

"Se libre como las nubes y los arroyos montañeses, que vagan sin rumbo, se como las flores en desfiladeros impenetrables, hermosas sin nadie que las vea, y como la marea del océano que siempre baña la arena sin objeto".

Las flores son apreciadas por su belleza, por ello las siembran en jardines y las exhiben en los hogares. ¿Pero crees que las flores son bellas sólo para agradar a las personas? Yo hubiera pensado que uno de los objetivos de las flores era impactar al ojo humano con su hermosura. Pero cuando pensamos en una flor que está ubicada en un desfiladero impenetrable o en una selva virgen donde no hay ojos humanos que la contemplen, entonces nos damos cuenta de que su belleza no tiene como objetivo ser admirada.

Así deberíamos ser nosotros. Expresar nuestra belleza espiritual, nuestros atributos, nuestros dones, nuestras cualidades, por el mero hecho de expresarlas; sin esperar nada a cambio: ni admiración, ni alabanzas, ni reconocimiento. Nuevamente:

Se como las flores en desfiladeros impenetrables, hermosas sin nadie que las vea…

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